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-¿Está bien que la cuides wey? Se qué normalmente estás muy ocupado

-Sí, tranquilo- Lionel recibió a la pequeña en sus brazos, quién se acomodó al colgarse de su cuello - Será sólo un día, no es nada del otro mundo. Además, no es la primera vez que Azul se queda conmigo.

-Lo sé, pero dijiste que el trabajo -

-Ay, pibe, no lo pienses tanto. Azul, dile adiós a papi y vayamos a divertirnos - la pequeña se despidió con una sonrisita casi de forma inmediata, logrando, que Sául riera.

-Pórtate bien, canelita

-¡Lo haré, papi!

-Avísame cuando lleguen de su cita y yo la llevaré, quizás puedan tomar unas horas más - El omega le pinchó el costado con las mejillas ruborizadas, antes de darle un beso a su cachorra y finalmente despedirse, saliendo del departamento y dejándolo solo con la pequeña- Bien, ¿cuál es el plan de hoy?

-Hmmm, tío Lio, habías dicho que tendríamos ese maratón de películas de Barbie la última vez.

-¿Eso dije? ¿Y si le agregamos pizza y chocolate? ¿Que te parece?

-¡Bien!

-Bueno, pediré la pizza, ¿por qué no buscas las sábanas y almohadas para ver  las películas en el sofa? - La pequeña, sin siquiera responderle, solo corrió a su habitación, haciéndolo reír. Azul tenía mucha energía para tener un cuerpecito tan pequeño.

Llamó a la pizzeria más cercana, pidiendo la favorita de Azul y otra para él, por suerte tenía refresco y estaba seguro que aún le quedaba chocolate en algún lugar de su alacena, por lo que simplemente aprovecharía de descansar.

Después de todo, era un sábado como cualquier otro.

O eso pensó hasta que colgó y notó todos los mensajes que Guillermo le había enviado y no había leído, palideció al notar que se trataba de algo del trabajo y rápidamente lo llamo.

-¿Señor Messi?

-Hola, ¿estás seguro que no estaba entre los archivos de la oficina? En la nube o algo - cuestionó al sobarse las sienes, dándole una mira a Azul antes de caminar hasta su oficina y encender su portátil.

-Me temo que no, revise mi correo y tampoco puedo encontrar el archivo. No estoy seguro, pero nunca borro los mensajes y ciertamente el presidente tenía razón, no estaba entre los reportes que le envié en esa fecha.

-¿No te grito, verdad? El presidente tiende a hacer eso

-Un poco, está en su oficina, así que…

-¿Estás en la oficina? - cuestionó sorprendido, los fienes de semana eran libres para ambos. Soltó un suspiro, no le sorprendía que el viejo hicera algo como eso , era extraño que no lo hubiese llamado a él directamente.

-Me llamó y dijo que debía venir inmediatamente - Aquello le hizo fruncir el ceño - aún estoy buscando el resporte, pero -

-…Ah, ya recordé que sucedió con ese reporte, déjame llamarlo yo- Le colgó y marcó el número del presidente, pero este rechazó la llamada cada vez que lo intentó. El pelotudo del viejo debía regresar ese día justamente - Azul, antes de tener nuestro maratón, tendrás que acompañarme a la oficina.

-¿Ahora? Pero iba a comenzar a armar el fuerte de almohadas - Se quejó pero lo siguió con los brazos cruzados, bajaron al estacionamiento y sacó el asiento infantil del maletero, acomodando a la niña en el asiento trasero, antes de arrancar hacia la oficina.

Al llegar no le sorprendió encontrar a los empleados en un frenesí, Azul le seguía de cerca, observando con curiosidad. Tomó el ascensor y escuchó a la pequeña tararear, cuando llegó, se sorprendió al notar a Guillermo con ropa casual. Kevin estaba a un lado, dormitando dentro de su carriola.

RUMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora