Chapter Eighteen / Escuchar su voz

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"¿Has visto a mi novia?", preguntó la vampiro que entraba en la habitación.

Nadie respondió, solo escuchó pequeños zosollos que la preocuparon. Así que caminó hacia la cama de la rubia y miró el cuerpo que estaba cubierto de animales de peluche.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó con curiosidad. ¿Estás llorando?

Era obvio, pero no perdía nada al preguntar.

"No, solo me estoy riendo, ¿no ves lo obvio que es?", dijo, quitándose los animales de peluche de la cara.

"Oh, ya veo... Sí, estás llorando de reírte mucho, es obvio", se rió.

La rubia la miró seriamente y habló.

"Eres tan molesta", dijo, secándose las lágrimas bruscamente.

"Ya, solo estoy bromeando... ¿Qué pasa, por qué lloras?"

La rubia hizo un puchero adorablemente ante esa pregunta.

"Ahora, ya no tienes que decirme que lo sé", dijo rápidamente.

"Entonces para que preguntás", dijo, riendo sarcásticamente.

"Ves, tú también eres así", dijo divertida mientras la molestaba más.

La rubia solo movió los hombros, como si dejara en claro que no le importa.

"Bueno, ¿por qué lloras tanto por ese gótico? No es que haya pasado un mes sin verla", dijo, poniendo los ojos en blanco.

"Y, y??? Para mí eso es mucho... En sí, no entiendo por qué aún no ha enviado mensajes, dijo que lo haría" respondió con tristeza.

La vampiro se rió un poco antes de hablar.

"Bueno, seguro que está ocupada, sabes que no es muy buena con la tecnología, intenta esperar un poco más, ¿sí?" respondió.

"Lo sé, es que lo prometió y ya pasaron dos días", dijo lloriqueando de nuevo.

"No te preocupes, sé que te enviará pronto un mensaje, ahora deja de llorar y ven en mis brazos", dijo, moviéndo las cejas provocativamente.

"Aw, ¿me darás algunos abrazos?", hizo un puchero más grande.

"Sí, sí, ya ves", respondió, acercándose y levantando los brazos.

La rubia se rió y se acercó. Luego se dieron un abrazo muy cómodo que ambas disfrutaron.

...

Ya había pasado dos día desde que Merlina llegó a casa.

Realmente pasó las noche pensando en su pequeña lobita, pero ni siquiera podía escribirle o llamarle, y todo eso era porque olvidó dónde había guardado su teléfono, así que se maldijo a sí misma esos dos días por ello.

Trató de buscarlo en los lugares que creía que lo había aguardado, pero al final no tuvo suerte.

Estaba perdiendo la paciencia...

𝐍𝐄𝐖 𝐌𝐎𝐎𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora