Prisionero

Reconfortante

Ya era lunes y todos los sucesos del viernes parecían no tener mucha importancia pero aún asi,
El dolor abundante en su cuerpo lo hacía estremecerse pero debía seguir.

Su ojo ya no se veía tan morado y las marcas ya no estaban pero aún así el dolor de sus costillas, cintura y cadera persistan.

El dolor interno podía ignorarlo pero sabía que al cruzar la puerta tendría que fingir aquella dolorosa sonrisa que parecía cortarle las mejillas y abrirlas cada vez más y también tendría que soportar los comentarios dolorosos hacia sí de aquellos que eran sus compañeros a los que tendría que responder sin gana fingiendo molestia pero más que eso era frustración una dolorosa frustración que lo carcomia.

No quería levantarse y enfrentar otro dia más, el solo quería ahogarse entre la calidez de su cama y el mundo irreal de los sueños.

Sus ojos se mantenían cerrados y su mente poco a poco perdiendo contra el sueño y quedando profundamente dormido

...

Sus ojos se abrieron de par en par al escuchar los fuertes golpes en la puerta de su morada.

Se levanto y se dirigió hacia su puerta abriéndole rápidamente sin ver quien era.

- ¡Nagisa!

La voz del pelirojo resonó en su morada encontrandolo totalmente desprevenido a aquel pequeño somnoliento pero antes de reaccionar unos brazos lo estrecharon contra el pecho agitado del más alto.

- Me tenias preocupado ratoncito.

Susurro el intentado recuperar el aire parecía estar agitado y por su tono de voz y su frecuencia confirmaba sus palabras.

- Tra-Tranquilo solo me quede dormido, lo siento mucho.

Derrepente soltó un poco el abrazo que tenían para fijarse en su rostro y por la cara del pelirojo supo que algo había pasado.

- Así que por esto no quisiste salir ayer.

- Estaré bien tranquilo.

- Lo dices como si fuera algo recurrente.

Se le hizo un nudo en la garganta al más pequeño haciéndolo quitar la vista del pelirojo aunque no duró tanto porque el pelirojo agarro su menton guiándolo para conectar sus miradas denuevo.

- No me digas que ella

- Karma tranquilo ya paso, estoy bien

- ¿Porque no me llamaste?

- No quise molestarte, lo siento.

Soltó un Suspiro frustrado y se aferro más al cuerpo del pequeño escondiendose en el cuello de este.

- Eres un tonto.

Susurro al oído de este lo que dejo perplejo al chico de menor estatura pero decidió no decir nada y seguír en ese reconfortante abrazo.

Todo era calma, calma que se transmitían uno al otro atra vez del contacto cercano que tenian.

Un reconfortante abrazo que los hacia sentir cálidos y seguros a la vez.

Un abrazo que más que eso era la cercanía que los dos necesitaban para poder respirar y no ahogarse entre sus incontables preocupaciones.