IV. Quiero Ser Libre

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Levanté la mirada de la computadora al ver a Sebastián acercarse hacia la cocina, debido a que me encontraba de pie a un lado de la barra con mi taza de café.

—Creí que dormirías hasta tarde, llegaste casi a las cinco de la mañana—le dije frunciendo un poco mi ceño al notar que aún seguía con su ropa de anoche al irse a una fiesta con John, quien comenzaba a ser algo más que un encuentro casual o eso quería suponer. No era como si habláramos mucho acerca de nuestros romances clandestinos.

—Me despertó mi hermana, vendrá a la ciudad por una semana y quería saber si podía llegar aquí porque al parecer había discutido con papá—me explicó mientras se tallaba sus ojos para tratar de despertar.

—Bueno, Alicia siempre será recibida—no podía evitar sonreír, aquella chica rubia era como mi hermana menor—Hice un poco de café—le dí una taza y él la tomó sin dudarlo, sirviendo todo el contenido de la cafetera.

—¿A qué hora es nuestra cita con el abogado?—preguntó al ver en qué día nos encontrábamos.

—En dos horas, lo que significa que tienes tiempo para desayunar y darte una ducha porque hasta acá me llega el olor a alcohol—me quejé arrugando un poco mi nariz con diversión, consiguiendo que el castaño me mirara mal.

—Te lo dejaré pasar porque te quiero—dijo acercándose a mí para dejar un beso en mi cien, viendo de reojo lo que venía desde mi computadora—¿Departamentos en París? Creí que te quedarías con tu hermana.

—Lo haré por un tiempo, pero quiero tener un plan B en caso de que decida quedarme de manera definitiva—respondí viéndolo de reojo hasta ver uno que me encantó—Mira este, tiene una vista hacia la Torre Eiffel, con dos recamaras y bastante amplio—le señalé la fotografía que tenía a la vista del lugar.

—Me gusta—sonrió tomándole una fotografía a la pantalla—Pero será cuestión de que lo veas personalmente, sabes lo que pienso de los armarios pequeños—rió tomando asiento a mi lado.

—Por eso quiero comprar un departamento espacioso, eso hace que pueda modificar un poco la estructura, pero conservando su diseño original—le recordé, mismas palabras que le había dicho cuando compramos la casa.

—Tengo una mejor idea, vayamos por una semana, no nos vendría mal escaparnos por unos días antes de hacer oficial nuestro divorcio. Te ayudaré a encontrar el departamento adecuado, y yo regresaré tranquilo al saber que tienes un lugar en el cual llegar, además de la casa de tu hermana—tomando la taza para beber por completo su contenido.

Nada podría salir mal de nuestro corto viaje, así que asentí buscando la página de los vuelos próximos a París.

...

—Bien, si no se harán más modificaciones, firmen en las pestañas señalas—dijo el abogado al darnos a cada uno nuestro acuerdo, agradecía que Sebastián encontrara a una persona de confianza, porque si mi padre o el suyo estuviesen enterados de nuestros, hubieran hecho una escena impidiendo que nosotros cambiemos sus planes.

Vi de reojo que todo estuviera en orden, notando que había una cláusula más en lo que habíamos discutido y fue cuando noté que Sebastián mencionaba que yo recibiría un porcentaje de lo que ganara en su trabajo. Tendré que hablar con él después de esto.

No quería hacer más larga la espera.

—Bien, oficialmente están divorciados, en unos tres días les mandaré la anulación de su divorcio ante el Estado—recogió los documentos y revisó que no faltara alguna firma—Es todo—nos miró con una sonrisa.

Sebastián se colocó de pie y estrechó su mano con el hombre.

—Muchas gracias por esto, Bob—le dijo con una sonrisa, seguí sus movimientos y le agradecí en silencio.

El Secreto De Un Matrimonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora