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Capitulo dos

Una noche lluviosa de verano, Mamá y papá habían salido a pasear, y más tarde a cenar.

Mi hermanastra había salido con sus amigos, por lo que yo quedé sola en casa.
Amaba esos momentos a solas.

Disfrutaba de la soledad, escuchaba música bien alta, bailaba, cantaba. Era feliz. Él único momento donde siento que puedo ser cien porciento yo, es cuando estoy en soledad.

Aunque claro que también soy feliz cuando estoy con mi familia, soy muy afortunada, a pesar de que mi madre nos halla abandonado cuando yo era solo una bebe. Me crie en la casa de mi abuela Hilda, la madre de Franco, mi papá, durante mucho tiempo fuimos solo nosotros tres, aunque el trabajaba todo el día y yo pasaba todas mis tardes con mi abuela. Soy muy unida a ella, mi abuela me protegió toda la vida, yo sabía que era afortunada en tenerla.

Conocí a mi madre del corazón al mismo tiempo que conocí a mi hermana del alma. El último año de primaria, a mis cortos once años.
Marizza y yo fuimos compañeras de clases, rápidamente nos convertimos en mejores amigas, y con el tiempo Conocí a Sonia Rey.
Mi padre también la conoció, y se enamoró profundamente de ella.
Sonia es alegre, dulce, divertida. Siempre fue la madre con la que soñé toda mi vida. Cuando iba a casa de Marizza yo siempre imaginaba como sería que su madre fuese la mía. Sonia y yo teníamos miles de cosas en común, conectamos casi al instante.

Con el tiempo eso se cumplió, ellos se casaron y nos mudamos todos juntos. Dejamos la casa de mi abuela para ir a vivir a un nuevo hogar, aunque obvio que mi abu casi siempre viene a visitarnos.

Fue difícil la convivencia, aun lo es.
Cuando solo éramos mejores amigas todo era más fácil, pero el mismo año en que nuestros padres se casaron, Mar y yo comenzamos la secundaria en una nueva escuela.

Yo siempre estuve muy acostumbrada a estar sola, a ser la única, la favorita, la mejor en todo.
Con la llegada de mi hermanastra a mi vida yo deje de ser lo único en la tierra.

Ahora mi abuela le cocinaba mis galletas preferidas para ella, y yo la tenia que compartir porque mi hermanastra no tiene abuelos. Claro que sentía pena por ella, pero odiaba tener que compartir. Mi abuela y mi papá siempre lo fueron todo para mí, y cuando Marizza apareció yo sentía pánico a que la quieran más que a mi. 

¿Y papá?
El la llevaba a los cumpleaños de sus amigos, a los cuales yo no era invitada.
Me quedaba sola en casa, mientras que Marizza todos los días tenía algo nuevo por hacer con sus tantos amigos. Eso causo muchas inseguridades en mi.

No entendía porque mis compañeros no me querían de la misma manera que a ella, entiendo que Marizza es divertida, es mandada y está loca, ¿Quién no querría tenerla cerca?
Lo comprendo y mucho, por eso siempre fue mi mejor amiga.

¿Pero por que nadie podía quererme a mi?
Tal vez yo no era tan rebelde ni estaba tan loca, mis chistes no eran muy buenos ni tampoco podía hablar de cosas tan interesantes. Además de que yo me preocupó mucho por que dirán los demás. Siempre intente mantenerme perfecta.

Pero se que soy buena onda, y puedo ser una gran amiga, no entendía porque nadie me elegía a mi, no es un delito amar el maquillaje y la ropa de diseñador.
Todos me creían una persona engreída y hueca, pero no soy así.

Me costo mucho tiempo que los demás intenten conocerme y empiecen a integrarme al grupo. Los primeros años de secundaria lo pasé casi sola, rodeada de gente falsa y chicos peleándose por conquistarme.

Pero aprendí mucho ese tiempo, ahora la soledad me gusta, la disfruto. También se jugar con los hombres, antes de que ellos jueguen conmigo. Se como enloquecerlos, se como manipularlos para que ellos crean que tienen el control, cuando en realidad soy yo la que juega con sus sentimientos.

Como amar a un simio azteca- MinuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora