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Capitulo ocho

Narrado por Mia.

Estoy en el amazonas, es hermoso pero no hay señal. Pronto te escribo, un beso.

Había despertado con ese maldito mensaje. Quince palabras. Las releí una y otra vez, sin poder creerlo. Quince. Ni una palabra más, ni una palabra menos. No me dijo que me quería, no me dijo cuando volvería, ni siquiera que me extrañaba. No le costaba nada extender un poco más el mensaje, o por lo menos agregarle un corazón al final.

Me pelee con mi hermanastra, por quince palabras. 

Eso valieron estos siete años de amistad, de hermandad. Quince palabras que mando este idiota.

Estoy peleada con mi hermana, nos distanciamos, me aleje de quien durante años había sido mi mejor amiga, solo por un tipo que ni siquiera se preocupaba en preguntarme como estoy. Llevo dos semanas sin verlo y lo único que me envió fueron quince malditas palabras. Algo en esta situación no cuadraba, y comenzaba a notarlo.

No veía la hora de que todo esto de la apuesta se termine de una vez por todas, no me importaba perder, quería regresar a mi vida de antes, en donde estaba mejor soltera, que tenía a mis amigos, a mi hermana, y todo estaba bien. O por lo menos, parecía estarlo. Yo misma cabe mi propia tumba al creer enamorarme de Joaquín Arias Parrondo, y terminé de enterrarme desde el momento en el cual le supliqué a mi hermana competir por él. Tal vez, y solo tal vez, comenzaba a arrepentirme.

En fin, supongo que todos ustedes deben morirse por saber que paso anoche con Manuel ¿verdad? para eso estamos acá. 

Bueno, claramente nos besamos, y es raro que yo bese a alguien porque en realidad no me gustan los besos, es más nunca siento lo que se supone que debo sentir, nunca puedo disfrutar realmente de un beso, pero en realidad este si me gusto... aunque después de eso salí corriendo sin dar explicaciones, no estoy orgullosa de decirlo, volví a casa y me quedé en la esquina esperando a que se haga la una y media de la madrugada, mis padres dormían, no tuve novedades de mi hermana, y mi plan salió tal y como lo esperaba. Mis padres creen que anoche salí con mi futuro novio, pobres ilusos.

La única realidad es que no quiero volver a pisar mi cafetería favorita, no me atrevo a volver a mirar al desconocido a los ojos. No luego de que lo bese. 

—Nunca más, Mia Colucci, nunca más en la vida— me dije a mi misma

La puerta de mi cuarto de repente se abrió, mi mamá me miraba confundida.

—Mia ¿con quien hablas?— preguntó

—Me gusta hablar sola, no importa— sonreí —¿Sucede algo?—

—Papá esta terminando de hacer la comida, vamos a ser nosotros solitos para comer hoy— dijo con dulzura —Te esperamos abajo, así nos contas como estuvo tu cita anoche—

—¿Marizza no come con nosotros?— fruncí el ceño

—No, anoche la oí sin querer hablando por llamada con Pilar, escuche que tiene una cita— sonrió de oreja a oreja —Tengo entendido que va a ir a almorzar con un chico, así que hoy seremos solo tres para el almuerzo ¡Lo bueno es que papá hizo tu comida preferida! ¡Carne al horno!—

Trate de mantener mi sonrisa, aunque por dentro me duela. 

Estaba repitiendo la historia de siempre, yo estando completamente sola, y mis padres intentando hacer todo para suavizar esa soledad.

—Ya bajo— respondí únicamente

Mamá se fue de mi cuarto, yo terminé de peinar mi cabello, y bajé las escaleras hasta el comedor de mi casa. No habían señales de mi hermanastra, supuse que ya se había ido a su cita. Al parecer ella si se había esforzado en ganar la apuesta, no como yo, que ni siquiera había podido empezar a actuar. Dios mío, si tan solo lo hubiera pensado bien antes de apostar.

Como amar a un simio azteca- MinuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora