"Puedo arruinarte en donde sea..."
Geonhak jamás imaginó que tras esos adorables ojos podría esconderse tal sed de venganza...
SE TRATAN TEMAS FUERTES, POR FAVOR MANTENER LA RESPECTIVA DISCRECIÓN
⚠ HISTORIA TOTALMENTE MÍA ⚠
Todos los derechos reserv...
Antes de empezar, quisiera que sepan que la razón tras estos extras no es ni quitar ni aumentar nada a la historia. Más que todo, he querido dar trasfondo a personajes que para mí (como autora) son bastante interesantes y que tienen una historia que tal vez les guste a ustedes saber.
Ahora, ninguno de ellos abarca una fic completa realmente, pues solo quiero detenerme en detalles claves que no profundicé durante la historia principal. Pueden tomarlos como spin offs. Son shots medio largos, pero no alcanzan un libro entero.
Dicho eso, disfruten :3
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Bienvenido, toma asiento, relájate. Come una galletita, toma un cafecito.
¿Qué? ¿Y esa cara? ¿Muy raro todo esto?
Tranqui, porque hoy no te voy a hablar yo, o al menos no del todo. Yo cumplí mi trabajo de contarte los eventos, pero sé que te quedaste con cierta intriga.
Y bueno... Cada uno debe de contar su parte de la historia...
¿No crees?
Ojos al texto y cuidado te pierdes. Porque las probabilidades de que lo hagas, son un poquito altas.
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El azar es divertido de retar. O al menos yo siempre viví con ese lema.
Disfrutaba mucho retarlo, todo el tiempo, a cada momento.
Que si me caería de la resbaladera si me tiraba de cabeza, o si me rompería algo si saltaba del columpio, o si rayar las paredes tras mi cómoda de ropa equivaldría o no a un castigo.
Creo que hasta mi madre se llegó a preocupar por mi pasatiempo de desafiar las probabilidades.
Pero jamás se me fue la costumbre.
Matemáticamente hablando, en una baraja española completa de 52 cartas, tienes dos posibilidades entre 52 de sacar un joker, el arlequín.
Equivale al 3% de probabilidades, una muy pequeña. Sacar un joker es casi imposible en algunos juegos, pero resulta extremadamente útil cuando lo haces.
Te sirve para toda la partida.
Cuando aprendí porcentajes, empecé a comparar la posibilidad de sacar un joker en el juego con la de encontrar amigos que me duraran toda la vida.
Y mi 3% fueron aquellos dos que siempre consideré mis dos hermanos...
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— ¡Hakkie! — toc toc — ¡Hakkie! — toc toc — ¡Hakkie! — toc toc. El pequeño niño de 8 años y cabellos oscuros llamaba insistentemente a la casa del menor de los tres amigos, viendo a la nanita del menor abrirle, y al suponer que, obviamente, buscaba al pequeño, lo llamó alegremente.
