Tormenta

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Los días siguieron pasando, y Mariana no regresaba.

Recordaba aquella noche que hable con Rubius sobre mi preocupación por Osbaldo y él me reconfortó invitándome a cenar con todo el Team donde me incitaba a que debía hacer las pases con Spreen,  me había sentido motivado a hacerlo pero esa  noche él se había ido, y la noche siguiente pues seguía evitando a las personas con el pretexto que debía ir por municiones, cuando ahora eran suficientes para estar ahí un mes más.

Pensaba todo eso mientras recolectaba la cosecha del huerto, algo de trigo y papá, suficiente para Osbaldo y para mi entonces escuche el sonido de alguien tocando a la puerta , subí lo más rápido que pude.

- ¡¿Mariana?! - La abrí de golpe pero era Quackity.

- Hola Quackity

- ¡Que tal Roier! - Había extendido el puño para que los chocáramos, después se adentró a mi hogar sin permiso, analizaba y tocaba todo, era muy inquieto, a veces parecía un niño de diez años.

- Eh... ¿necesitas algo?

- No, solo pasaba por aquí, ya sabes turisteando - Tomo mi espada, después intento colocarla en su lugar pero esta se caía y se caía, después de tres intentos la dejo en el suelo.

- Casi siempre amo tus entradas inesperadas pero justo ahora estaba recolectando comida del huerto.

- Oh niceeeee, Rubius no me deja por qué dice que soy "Un pato desastroso" - Alzo sus manos en señal de comillas - No entiendo el por qué, a menos que sea por ellas - Aleteo un poco sus alas sonriendo. No sabía que decirle así que decidí bajar hacia el huerto, de todas formas Quackity me seguiría, estaba seguro.

El chico pato seguía parloteando sobre Rubius, comida y muchas más cosas pues cada dos segundos cambiaba de tema, Roier lo escuchaba mientras continuaba con su tarea.

- Ash casi me olvido...  también venía a contarte algo que me acaba de pasar - Sonrío y se sentó en la tierra como si nada - pues irá... estaba volando como todas las mañanas, ya sabes, y a unos cuantos kilómetros vi al Mariana - Me pare en seco y lo mire.

- ¿Que acabas de decir?

- Si wey, Mariana no tarda en llegar, hace como quince minutos lo vi, obvio como él viene a pata es más tardado.

- ¿De qué lado viene?

- Llegará primero a nuestra casa... - No escuche más, salí corriendo rumbo a esta, tenía la energía a mil, moría por ver a mi mejor amigo; mis piernas y pulmones ardían, pero no me detuve hasta que pude ver la fachada.

- ¡Osbaldo! - Grite lo más que me dejo mi voz, pero no había señales de él, lo que si observé es que había un grupo de personas reunido enfrente de la casa, todos los del Team excepto Quakcity y alguien que no conocía, era bajito, tenía el pelo semi largo y utilizaba anteojos, pero no tenía tiempo para presentaciones, quería entra a su casa, subir al tercer piso y saber si podía ver desde esa altura a Mariana.

Seguí corriendo aunque ya habían notado mi presencia.

- Roier, ¿Que coño  hacés? Tenemos  una situación importante aquí, se está haciendo un cráter junto a la casa justo  ahora la concha de tu madre!- No escuche nada, los oídos me punzaban y Spreen que no me había hablado en días se acercó a mi, pero ahora era lo menos relevante.

- ¡Mariana ya viene! - Y me metí a su casa sin más, subí las escaleras de par en par, después de esto no haría ejercicio ni movería un solo músculo en días, pero valía la pena, Quackity no me mentiría.

Roier se asomó por la ventana, extasiado, pero no había ninguna señal ¿Había sido una trampa?

<¿Como podía serlo? Confío en ellos, sobre todo en Quackity> Espero unos segundos más, esperanzado en que vería la ropa de Mariana echa una mierda, sus anteojos más rotos de como estaban antes pero con su sonrisa característica por haber podido llegar a casa él solo, por su cuenta.

¿Amar o sobrevivir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora