Lady Ouji (una historia original basada en el universo de Dragon Ball)

Lady Ouji, la personificación de la grandeza.

Muchas décadas atrás, existía una jerarquía en el universo, que hasta día de hoy mantiene ciertas migas de lo que solía ser. Por encima de todo estaban los Ángeles, seres de luz con un poder absoluto, que servían como guardaespaldas, maestros y tutores de las deidades, principalmente de las conocidas como “Dioses destructores”. Aunque parezca irónico, las deidades estaban por debajo de los Ángeles en cuanto a poder, pero seguían siendo más importantes jerárquicamente. Estos tenían distintos roles como destruir, dar vida, crear, controlar el tiempo, y en general cada uno tenía un lugar apartado, como planetas, e incluso el propio mar, o el cielo. Por debajo de los dioses pero encima de los mortales, estaban los demonios, deidades opuestas cuya principal característica era la maldad, monstruos que residen en la bajeza del Infierno, teniendo también distintos roles y rangos dependiendo de su poder.

Finalmente, los mortales, que componen la gran mayoría de la vida en el universo, y que también pertenecen a muchas razas distintas con características y poderes muy distintos. Entre las más poderosas y temidas estaban las razas guerreras, destacando entre ellas una que era fácilmente reconocible por tener aspecto humanoide y una gran cola de mono en la espalda. También podían transformarse en primates del tamaño de un edificio mediante la luna llena, y tenían genes especialmente poderosos, que les permitían aumentar su fuerza después de ser heridos o casi asesinados. Aquí es donde nos centraremos, pues en éste planeta es donde nace la mujer a la que nos interesa ver. Aquella que desde su nacimiento dejó muy en claro que sería muy, muy especial.

(...)

Nace la primera guerrera de clase alta en la historia de esta prestigiosa raza. De nombre “Lady Ouji”, es la menor de los 3 hijos del rey  de nuestra poderosa raza; los Saiyajines, la cuál es reconocida inmediatamente como la primer y única mujer en merecer un puesto en la élite. Desde su nacimiento todos se dieron cuenta de que era especial, pues no solo desprendía un aura extremadamente imponente, sino que además era muy diferente a los demás. Sus ojos no eran del típico color azabache, eran un celeste brillante, un color diamante muy reconocible. También poseía encima de su cabellera dos orejas gatunas que desconcertaron a todos los que la vieron, pues dicha raza nunca tuvo relación con animales más allá de un primate. Finalmente, su cola, que era de un tono rojizo brillante, muy distinto al color marrón que siempre tenían. Su padre, el rey Vegeta, orgulloso de ver la majestuosidad de su hija apenas siendo una recién nacida, decidió que sería la princesa y guerrera más venerada en la historia del universo. Aquella que llegaría a opacar a los mismos dioses.

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Con el pasar de los meses, tanto el rey como su hijo, con el que compartía nombre, empezaron a sentir una gran ilusión, estaban muy ansiosos por ver lo poderosa que sería la bebé. Sin embargo, notaban algo extraño en la niña, pues parecía estar inquieta casi siempre, como si sintiera dolor, o viera algo que la perturbaba. No eran capaces de entender qué sucedía, pero era ciertamente algo preocupante.

Una entidad demoníaca de nombre desconocido había conseguido entrar en el cuerpo y mente de la niña, y constantemente forcejeaba intentando poseerla, pues sabía que la poderosa bebé sería capaz de sobrevivir, y posteriormente servirle como contenedor, para tener finalmente una forma física con la que podría hacer muchas más cosas.

Así, los años pasaron, y la chica de 5 años, había comenzado su entrenamiento, orientación y crianza como guerrera y como princesa, siempre acompañada por su fiel hermano de cabello erizado. Ella era hermosa, tenía una cabellera que le llegaba al suelo, compartiendo el color azabache característico de su raza, su cola seguía siendo de aquél inusual color rojizo y su mayor cambio se notaba en los ojos, pues éstos ya no eran simplemente iris celestes; se habían transformado en dos joyas, un par de diamantes que habían reemplazado cualquier iris convencional. Ambos niños eran sanguinarios, tenían una inteligencia y una fuerza admirables, y a pesar de ser apenas unos cachorros, tenían una madurez mental desconcertante. Ninguno tenía reparo en ir a misiones peligrosas, conquistar planetas y exterminar poblaciones enteras, pues era el negocio al que se dedicaba su raza bajo el mandato de un demonio conocido como Freezer, quien a su vez, servía al Dios de la Destrucción.

¿Y qué había pasado con el demonio que había entrado en ella? Fácil... Consiguieron convivir. Durante 4 años la entidad intentó poseerla, pero la niña nunca se dejó, y un día, simplemente, harta de la situación decidió negociar. Con el tiempo, convenció a la extraña demonio de compartir su cuerpo y fuerza, para tener ambas la libertad que querían. Así, Lady consiguió no solo un poder absurdo gracias a la magia y características demoníacas que se habían sumado a su ADN, sino que fue el motivo del porqué sus ojos sufrieron tal cambio, y también el porqué de aquellas extrañas orejas gatunas, que fueron un efecto secundario de la metamorfosis que había sufrido al nacer con una entidad demoníaca dentro de sí.

(...)

.-¿Encuentras algo más?- Preguntó el niño de cabello erizado mirando de reojo a su hermana, la cuál utilizaba su rastreador con la intención de encontrar alguna forma de vida sobreviviente en ese planeta que habían arrasado.

.-No. Parece que en serio los eexterminamos Están ahí tirados como cucarachas.

.-Entonces podemos irnos ya, supongo.

.-Tengo hambre, sabes. ¿Y si comemos algo antes de irnos? Nos tomará vaaarias horas volver al planeta Vegitta.-Preguntó la pelinegra, mientras se acercaba a uno de los cadáveres aún frescos, utilizando su fuerza para arrancar el brazo. Gracias a sus misiones, estaban acostumbrados a comer de los cuerpos de sus víctimas.

.-Bien, pero apresurémonos, que no quiero estar aquí más tiempo.

(...)

Unas 8 horas después, los hermanos aterrizaron de vuelta en su planeta, donde como siempre, eran recibidos por una multitud que los alababa y les aplaudía. Eran la personificación de la perfección para su pueblo, y su padre no podía estar más orgulloso de ellos.

.-Vamos a ver a Freezer para comentarle que la misión está completa.

.-No me cae nada bien esa lagartija con cuernos...

.-A mí tampoco, pero bueno, nosotros de seguro tampoco le caemos bien. Es odio mutuo.-Así los hermanos fueron hasta la ubicación del demonio al que su raza servía, quien los recibió siempre escoltado por su dupla favorita: Dodoria y Zarbon.

.-Jojojo, miren quién llegó. ¿Cómo les fue con ese planeta que los mandé a conquistar.-Siempre con una sonrisa se dirigía a los pequeños, quienes únicamente se arrodillaban delante de él con la cabeza baja.

.-No quedó ni un alma en ese lugar. Nos contuvimos así que el terreno no sufrió daños graves. Solo hay que limpiar los cadáveres y es completamente comercializable.

Por otra parte, Vegeta únicamente se mantenía en silencio. Su desagrado hacia Freezer era mayor que el que sentía su hermana.

.-Muy bien, entonces. Algunos de mis hombres irán a arreglar el desastre y después de negociar los llamaré para darles su parte del pago. Pueden irse.-Siempre viendo a los niños de manera altanera, se regocijaba en la gran obediencia que éstos habían desarrollado incluso siendo tan temerarios. Realmente disfrutaba de utilizar a su gusto a una prestigiosa raza guerrera.

Aún así, esa jerarquía iba a terminar disuelta algún día, y él lo sabía. Podía contener a uno o dos, pero una revolución sería una amenaza increíblemente difícil de manejar. Tenía que acabar con cualquier oportunidad de rebelión, y debía ser pronto. Sabía que los Saiyajines no soportarían el esclavismo durante toda la eternidad.