Cerca del mediodía, Lincoln estaba nuevamente a media cuadra de la casa de Linka.
Extremaba precauciones para no ser detectado. Incluso cambió por completo su vestimenta, y cubrió su cabello blanco con una red y una gorra de deportista. Había pasado por el centro comercial para equiparse y cambiar su imagen, al menos parcialmente. Sin su cabello blanco, era tan solo un niño común y corriente, sin gran cosa que lo distinguiera de tantos otros.
Estaba hecho un manojo de nervios, pero iba bien atento y precavido. Revisó con cuidado el sitio en donde aparecería el portal, y para su gran suerte, había dos macizos de arbustos frondosos y grandes; tras los cuales era sencillo ocultarse y correr en el momento en que apareciera.
No sabía bien qué era lo que iba a ocurrir, pero presentía que ninguna precaución estaba de más. Si Linka había convencido a su familia de que debían levantarle el castigo y tratarla bien, ya no tendría nada de qué preocuparse. Pero en el fondo, sabía que eso no iba a ocurrir. Aunque no estaba seguro del por qué.
Por desgracia, su boca fue de profeta. Se acercó a la casa, extremando precauciones. Vanzilla no estaba, no había indicios de nadie. Como era domingo a mediodía, no sería nada raro que toda la familia hubiera ido a apoyar a Lynn, en alguno de sus partidos.
No se oía rastro de nada. Ya se disponía a rodear la casa para buscar a Linka en alguno de los patios, cuando el sonido de un gemido de dolor lo obligó a voltear. La niña lo vio llegar, y se dirigió hacia él sin vacilar. Se había quitado el traje de ardilla, y venía sosteniéndose el brazo izquierdo. Incluso desde varios metros de distancia, Lincoln pudo distinguir el rojo cardenal con marcas de sangre sobre la blanca piel de la chica. La inflamación era distinguible a simple vista, y el niño llegó a temer que el brazo de su amiguita estuviera roto.
- ¡Lincoln! -gimió la niña, y soltó su brazo para aferrarse a él.
El chico la abrazó, y la niña prorrumpió en sollozos de dolor y desdicha. Estuvo llorando en sus brazos durante casi un minuto, hasta que reunió fuerza suficiente para hablar.
- No me escucharon... Me volvieron a pegar...
Lincoln la apartó suavemente. Creyó que ya estaba enojado con la familia de Linka. Pero cuando vio su brazo lesionado, una cortina de furia encegueció su mirada.
- ¡Demonios, Linka!
***
Se la llevó de ahí, simplemente. Y Linka estaba tan dolida y apenada, que no opuso mucha resistencia.
La llevó caminando a calles aledañas, en las que había muy pocas casas. Allí podría examinarla y curarle el brazo sin que hubiera ojos curiosos alrededor. Por fortuna, había asistido varias veces a Lisa mientras ayudaba a su hermana Lynn con alguna de sus lesiones deportivas, y sabía bastante bien lo que tenía que hacer. Afortunadamente contaba con vendas, analgésicos, antinflamatorios y apósitos rígidos.
Atendió la herida lo mejor que pudo. La niña tuvo que soportar otra vez el dolor del agua oxigenada en sus heridas. El vendaje no quedó mal, pero Lincoln no se sentía satisfecho. Sospechaba que el brazo estaba fracturado, pero Linka se espantó ante la sola idea de ir a consultar a un médico.
- Es seguro que el médico se sentiría obligado a llamar a mis padres. Recuerda que mamá es asistente dental. La conocen muchos médicos aquí en Royal Woods.
- ¡Pero no te puedes quedar así Linka! -dijo Lincoln, con severidad-. ¿Sabes cuánto me falta para llamar a la policía y denunciar este caso de abuso infantil?
- ¡No, Lincoln! -exclamó la niña, aterrorizada-. Por favor...
- ¿Y entonces qué, Linka? ¿Debo dejar que te maten esas bestias? ¡Porque eso es exactamente lo que van a hacer! Si no son capaces de respetar y cuidar a su única niña, ¿quién sabe qué otra cosa podrían hacer? ¡Vives con una familia de criminales!
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Un amor inconcebible (Lincoln x Linka)
FanficLincoln se presta para uno de los peligrosos experimentos de su hermanita Lisa a cambio de una muy tentadora compensación. Viaja a un universo paralelo en el que conoce a Linka, su contraparte femenina. Lincoln la salva del maltrato que padece a man...