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Seguía haciendo frio, esta vez él tampoco podía resistirlo demasiado bien, sus manos no paraban de temblar y comenzaban a entumirse. El orgullo de YoonGi no podía ser arruinado por una simple ventana, porque eso era lo que les estaba causando tal sufrimiento; una de las grandes ventanas alzadas en la biblioteca. Estaban en lo alto, por lo que era difícil alcanzarla y bajarla.

Aunque YoonGi no se consideraba una persona baja él aun no podría alzarse tan alto como para llegar, apenas y la tocaría con la punta de los dedos estando de puntillas, y eso no era bueno para su orgullo. Incluso tomar una silla y subirse a ella era demasiada humillación para él. No lo haría porque sabía que no podía. No lo haría porque YuGyeom si podía.

YuGyeom era más alto, él simplemente podría alzarse un poco y cerrarla sin problemas, con una sonrisa tonta burlándose un poco de la llamada de auxilio. Aunque eran amigos el más alto solía burlarse de cualquier persona, no como un mal chico, sino más bien como un niño juguetón que no sabe cuándo detenerse en un claro gesto de inmadurez.

Maldito sea YuGyeom. Maldita sea la ventana, y maldito sea el frio que se le colaba entre los huesos. En su larga lista de maldiciones escuchó suaves jadeos que temblaban, su vista viajó desde el techo hasta al chico delgado y chiquito que se abrazaba y exhalaba vaho de sus lindos labios. YoonGi aspiró apretando los dientes.

JiMin tenía mucho frio.

—Cierra la ventana si tienes frio.— Dijo reacomodando las hojas sobre la gran mesa. —Sube a una silla y...

—No me subiré a un silla.— JiMin fue bastante claro, con un coreano casi perfecto. —Yo simplemente me moveré de lugar...

—Toda la biblioteca está helando.

Entonces iré a clases...

—Oye, sé que no soy un profesor pero respeta un poco nuestro horario.— JiMin bajó la mirada hasta el suelo. Suspiró largamente alzando la vista hasta la ventana abierta. —Vamos.— Se colocó de pie. —Sólo vamos a cerrarla. — El chico lo observó curioso por un largo segundo hasta que YoonGi torció los labios. —No vas a subirte a una silla, sólo voy a alzarte para que puedas bajarla.

¿Podrás cargarme?

—¿Te has visto acaso? Apuesto a que un niño de primaria pesa más que tú... Un niño un poco gordo.

JiMin caminó hasta YoonGi, completamente dudoso de su seguridad.

No pareces exactamente fuerte...

—Voy a elevarte, no a lanzarte al techo... Aunque si resulta que puedo hacerlo no dudaré si sigues hablando.

El chico exhaló una pequeña risa justo antes de encarar la pared, con YoonGi a su espalda. Sólo sería un segundo para poder cerrar el vidrio de una vez por todas, un tacto superficial y normal, pero, entonces ¿por qué el corazón de YoonGi latía con fuerza? Quizás porque en un abrir y cerrar de ojos estaba demasiado cerca del chico.

Hubo un silencio que predominó en la biblioteca, quizás este ya había estado antes, sólo que no lo notaron. YoonGi sacudió su cabeza sólo un poco y se agachó tomando la delgada cintura del chico, rodándola con sus brazos y alzándolo tan pronto como pudo. No se dio cuenta de si JiMin pesaba o no, tampoco escuchó el suave "Clic" de la ventana cerrándose, ni cuando el niño le dijo que estaba listo, se paralizó por algunos cuantos segundos con la frente pegada a la columna del chico.

Cuando se dio cuenta de todo esto lo dejó deslizarse hasta el suelo, sus brazos aun sobre la cintura del muchacho, sus labios justo en la parte posterior del cuello del chico. Ninguno se quejó.

Sin pensarlo dos veces YoonGi se hundió entre el cuello y el hombro de JiMin, descubriendo un suave aroma dulce en él. Cerró los ojos aferrándose al delgado cuerpo.

—YoonGi...

YoonGi besó su cuello.

Íntimo. » yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora