5. La lista (Solly)

7 2 3
                                    

Płaszów, septiembre/octubre de 1944

Durante más de un año, la vida en el campo siguió su curso; asesinatos al azar por parte de Göth y más atrocidades que Solly escribía en un diario como posibles pruebas de cara a un ajusticiamiento final. Documentó con todo lujo de detalles cómo los nazis habían ido trayendo los restos de los judíos asesinados en la matanza del gueto y los habían quemado a gran escala, siendo ellos mismos obligados a realizar semejante tarea. Gracias a sus contactos en la fábrica, tenía acceso a la radio británica y el avance de las tropas aliadas iba despacio, pero con resultados esperanzadores. Cuando en junio desembarcaron en Normandía, lo celebraron en secreto. Solly, por otro lado lo celebró con Gośka en su lugar secreto.

Los dos habían retomado su relación y durante todo el año que había pasado desde que se reencontraron, los progresos tanto de su amor como de lo que habían planeado salía según lo previsto. Por suerte, Gośka no tuvo que acabar en la cama con los otros nazis, ya que Göth no estaba dispuesto a compartirla con los otros soldados, pero estos, borrachos, le contaban todo tipo de confidencias que luego iba a contarle a Solly durante sus encuentros. Incluso hablaban de boda y tener hijos. Gośka incluso le comentó que deseaba convertirse al judaísmo.

—Sería inútil —dijo Solly besándole los hombros una tarde de septiembre después de hacer el amor en el cobertizo. Soy ateo. No creo ni en Dios ni en ninguna religión.

—¿En serio? ¿No crees nada de eso? Pero de algo tenemos que venir.

—Por supuesto. De los monos. ¿Alguna vez has leído a Darwin? Si te fijas, verás que Göth tiene los mismos rasgos de un gorila salvaje.

Aquello hizo reír a Gośka. Nada podía estropear lo que tenía que decirle.

—Solly, hay algo importante que tengo que decirte.

Solly no pudo evitar sobresaltarse. Cuando una mujer hablaba de esa manera, solo podía significar una cosa. Gośka vio su mirada y respondió para tranquilizarle. Sin duda, era algo mejor que eso.

—No, no es lo que piensas. No estoy embarazada. Gracias a Dios. Me acabo de enterar de algo muy grave para vosotros. Van a deportaros a todos. Göth ha sido destituido como comandante.

—Lo de la deportación ya lo sabía. Stern, el contable de Schindler me lo contó. Está elaborando una lista con los trabajadores para irnos a su fábrica en Checoslovaquia. Al resto los van a mandar a Auschwitz. Pero es demasiado tarde. Göth se merecía haber sido destituido o incluso ejecutado.

—Ojalá pudiera irme contigo. Göth me ha dejado. Por una parte estoy feliz. Odiaba tener que dormir con él, pero si tú te vas, ya no sé a dónde ir.

—Puedes volver a Cracovia y buscar algún trabajo decente.

—Pero yo no quiero irme. No sin ti.

—Lo sé, pero no podemos hacer nada más. Me temo que nuestros caminos se separan aquí.

Gośka se echó a llorar. ¿Cómo podía Solly hablar con esa facilidad? ¿Es que acaso no la amaba? Solly la abrazó.

—Sé que piensas que soy un desalmado y que no te amo, pero son las circunstancias. Tú eres polaca y tienes privilegios. Te irá bien. A mi me irá mejor yéndome con Schindler a su fábrica. Si tengo que separarme de ti por un tiempo para asegurar mi supervivencia, créeme que lo haré. Me duele mucho, pero es lo mejor para los dos.

—Lo mejor sería que escaparas conmigo.

—Como si fuera tan fácil. Lo haría sin dudarlo si pudiera. Sigue habiendo guardias.

Gośka estaba desesperada. No podían separarse así tan de repente. Hacía más de un año que habían resuelto sus diferencias. Habían destruido a más de un oficial nazi, Göth entre ellos. Una conclusión llegó hacia ella.

La promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora