Berlín/Brünnlitz/Celle, Agosto-Diciembre de 1945
Maldita guerra. Putos nazis de mierda. Ojalá los aliados los hubiesen matado a todos y cada uno de ellos.
Eso es lo que pasaba por la mente de Solly cada día de su vida desde que salió de la fábrica de Schindler. Tanto él y los demás judíos habían quedado abandonados a su suerte ya que el mismo Schindler había huido debido a su estatus de nazi y seguramente lo matarían, como estaba ocurriendo con la mayoría después de terminar la guerra. Cómo había cambiado la situación no solo antes y durante, sino después del conflicto.
Solly, como otros tantos, no tenía a dónde ir en un principio. No quería quedarse en Checoslovaquia, donde no hablaba el idioma local y ni por asomo quería asociarse con los alemanes de la zona, que eran numerosos. No confiaba en ellos ya que la mayoría habían colaborado con los nazis y muchos fingían no tener nada que ver. Consideró volver a Alemania y cargarse a todos los nazis que encontrara, que seguro quedaban escondidos como ratas y de paso, buscar a Lena, que esperaba siguiera con vida, pero luego desechó esa idea, la de cargarse a los nazis porque en esos momentos, dedujo que era muy poco realista y conocer el paradero de su hermana era un poco más fácil, pero no era el único que buscaba familiares desaparecidos, aunque sí uno de los pocos que contaba con una pista, gracias a Goska y a su salvador.
Schindler casi cumplió su promesa de encontrarla y en marzo supo que había sido deportada a Bergen-Belsen meses atrás, pero no logró sobornar a Kramer para traerla allí. No le quedaba dinero. Cuando se lo confesó a Solly, temió que lo matara a golpes, pero se sorprendió de su respuesta.
—Has hecho lo que has podido. Al menos la has encontrado. Solo por eso estaré en deuda contigo toda la vida. Solo espero que ojalá sobreviva. Los aliados cada vez están más cerca —respondió, con una sombra de voz.
Solo por eso Solly contrajo una deuda de gratitud de por vida con Schindler.
Después de la guerra, el mismo Schindler, a pesar de estar en la ruina, le ofreció quedarse con él, pero Solly se negó. No quería depender más de un ex nazi y temía que si él iba a sufrir las consecuencias, él, a pesar de ser judío no se iba a quedar atrás. Mientras todavía seguía en Polonia le llegó la noticia del linchamiento de Rumkowski, el presidente del Judenrat del gueto de Lodz nada más llegar a Auschwitz a través de sus contactos. De no haber estado bajo la protección de Schindler, ya solo por ser él mismo miembro, Solly habría recibido el mismo destino debido a sus trapicheos y su falta de escrúpulos, pero en Brünnlitz, al no tener que dedicarse a esas tareas tan ingratas, colaboró con sus compañeros y terminó ganándose el aprecio de la mayoría.
—De haber estado en tu lugar, seguramente habría hecho lo mismo —le confesó un rabino. La supervivencia no entiende de fronteras ni límites. Seguramente Hashem te tiene guardado algo más grandioso.
Solly, que era un ateo irredento desde que tenía uso de razón, decidió guardarse para sí lo que opinaba de Hashem o como sea que llamaran los judíos religiosos a Dios, que tenían varias denominaciones, al menos hasta donde él sabía.
Desamparado, Solly decidió ir hacia Berlín. Era la capital y seguramente allí encontraría más información sobre su hermana. Había dos cosas que lo atormentaban: no haber podido ayudarla y el diario que había perdido en Plaszow, donde había escrito todas las atrocidades de los nazis y sus vivencias con todo lujo de detalles, pensando que el futuro serían de utilidad y para no volverse loco.
Cuando llegó a Berlín en julio, estaba en ruinas. Todo el mundo, hombres, mujeres y niños trabajaban codo con codo intentanto reconstruir la ciudad e intentar devolverle el esplendor. Solly solo había estado de pequeño un par de veces, así que el esplendor le importaba bien poco. Solo quería encontrar a su hermana, nada más.
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La promesa
Fiction HistoriqueEn 1941, cuatro amigos se encuentran en su restaurante favorito de Cracovia sabiendo que será la última vez ya que no podrán hacerlo debido a las leyes antisemitas que ha implantado el régimen alemán y deben irse al gueto y al frente, pero juran que...