II

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Primer día en la embajada de Estados Unidos. Matthew conoció a su compañero.

— ¿Javier?—Estrechó la mano del susodicho.

Peña llevaba un traje color beige, camisa blanca y una corbata que hacía juego con su traje.

Después de estrechar sus manos. Ambos entraron al edificio donde Javier le presentó la DEA a Matt.

—  García, Weaver y Wisnicki. Son los R.I.P.: retirados a igual paga.

— Púdrete, Peña.—Respondió uno de los hombres.

— Las vacaciones terminaron, señores. García y yo vamos a Medellín. Enviaremos los informes T-3, que van directo a Washington.

Javier continuó caminando seguido de Matt quien antes regresó su mirada a los dos hombres atrás sólo para ver como uno de ellos les hacía una seña obscena con el dedo de en medio.

— ¿Vamos a Medellín?—Preguntó Matthew a Peña, pero no recibió respuesta.

— Marines, él es García. García, el grupo militar.—Dijo Javier mientras entraba a otro cuarto.— Asesoran a las fuerzas armadas colombianas sobre amenazas comunistas.—Explicó y tomó uno de los archivos que habían en una mesa.

— Oye, eso es clasificado.—Dijo un hombre.

— Se desclasificó.—Siguió hojeando restándole importancia a lo que le habían dicho.

— Eso lo decide la embazadora.

— No hay problema.

Javier subió su mirada, extendió los papeles, pero justo antes de que el otro hombre pudiera tomarlos, los alejó y los botó a la mesa. Después salió de la habitación haciéndole una seña a Matt para que lo siguiera.

— ¿Por qué quieres esos datos?

Preguntó la embajadora a Javier que se encontraba sentado junto a Matthew, cada uno en una silla diferente de las que habían en la oficina.

— Una multitud de prostitutas irán a Medellín este fin de semana. Todas las de lujo de Bogotá. Vuelos en primera, hoteles cinco estrellas. Los narcos harán una reunión y luego una fiesta.—Expresó.

— ¿Qué tiene que ver con el M-19?—Preguntó nuevamente la mujer.

— Secuestraron a Marta Ochoa. Al parecer fue el M-19. Necesito acceso para confirmarlo.

— Si descubro que un solo dólar de contribuyentes estadounidenses fue a parar a una de esas prostitutas, se las verá conmigo.—Miró fijamente a Peña y se levantó de su silla.

— Gracias. Una cosa más, embajadora.

— ¿Sí, agente Peña?

— Pediré una visa para una informante. Necesito su firma.

— Me está cansando.—Espetó.

Javier desvió la mirada hacia el suelo y no dijo nada. Después ambos agentes salieron de la oficina.

— Vaya que le agradas.—Habló por fin Matthew.— ¿Tu informante es una prostituta?

— Todos trabajamos para alguien.—Contestó.— Ahora deberías regresar a tu piso a seguir instalándote. Yo también regresaré a descansar un poco.

No dijeron nada más. Salieron del edificio y cada uno subió a su auto, condujeron casi a la par hasta estar al frente de su residencia y se volvieron a encontrar frente a frente al abrir la puerta principal. Javier vivía en el piso de abajo mientras que Matthew tenía el piso de arriba. El último mencionado ya había empezado a subir las escaleras cuando fue detenido por su compañero.

— Hey, ¿No quieres una cerveza?—Ofreció.

Matt tardó un poco en contestar, pero terminó cediendo y entrando junto a Javi a su piso.

— ¿No era que ibas a descansar?—Dijo Matt mientras se quitaba el saco de su traje color azul marino y lo dejaba en una de las sillas del comedor.

— Sí, pero apenas son las 8:00 de la noche.—Respondió y se adentró en la cocina para regresar segundos después con unas cervezas.— Además me parece que vendría bien que nos conozcamos un poco, tengo curiosidad de como un americano como tú llegó solamente acompañado de un gato.

Peña siguió caminando hasta la pequeña sala, dejó las cervezas en una mesa y se sentó en uno de los sillones. Con una seña invitó a García a sentarse a su lado, este obedeció.

— ¿Fumas?—Cuestionó Javier.

— Sí. Te preguntaría lo mismo, pero por lo que veo es más que evidente.—Recorrió con su mirada aquella mesa en la que había un cenicero lleno de colillas de cigarros y varias cajas de cigarrillos vacías.

Javier rio por lo bajo. Agarró una caja de cigarrillos que había en otra mesa pequeña a lado del sofá, tomó un cigarro, se lo llevó a los labios y lo encendió. Ofreció uno a Matthew, el chico lo aceptó y fue Javier quien encendió su cigarrillo, pues Matt no llevaba un encendedor en ese momento.

— Entonces...—Habló Javi mientras dejaba el cigarrillo en el cenicero y tomaba las dos cervezas para abrirlas con ayuda de la llave de su auto.— ¿Cómo terminaste siendo parte de todo esto de la DEA y la policía?—Le dio una de las cervezas a Matt.

— Larga historia.—Le dio un trago a la cerveza.

— No iré a ningún lado, tienes tiempo de sobra para contármelo.—Dio una calada al cigarrillo.

— Bueno, mi padre se ofreció como voluntario para la Segunda Guerra por Pearl Harbor, él no conocía a nadie en Hawaii, simplemente era un chico de campo que fue a pelear porque esos malditos pisaron su tierra; supongo que traigo este tipo de camino en la sangre.—Hizo una pequeña pausa.— Yo comencé mi carrera policial en Virginia Occidental, a mediados de 1980 me uní a la DEA y me asignaron a Miami, fue ahí cuando me topé con los desastres de Escobar y vine a dar aquí.

— Interesante—Dio un trago a su cerveza.— ¿Y el gato de dónde salió?

García sonrió ante la pregunta.

— ¿Por qué tanto interés en el gato?—Dio una calada.

— ¿No debería ser una señorita la que te acompañara al ser tú tan atractivo?

Matthew no dijo nada, se quedó mirando a su compañero preguntándose si lo de ser atractivo lo había dicho de broma o no.

— Te estoy jodiendo.—Peña rio y le propició un leve golpe en el hombro al chico.— Iré por otras cervezas.

Dos horas pasaron entre beber, fumar y hablar de cosas triviales, de repente resultaba que ambos coincidían en ideas y gustos, algo extraño, pero de lo que no se iban a quejar.

— Creo que ya es hora de que me vaya.—Dijo dándole un último trago a la cerveza.— Tengo que terminar de acomodar algunas cosas y alimentar al gato.

Matthew se levantó del sofá, caminó al comedor y se puso nuevamente su saco, todo esto bajo la atenta mirada de Javier desde el sofá.

— Nos vemos.

No esperó respuesta de su compañero, simplemente salió del piso y se fue al suyo.

Dust and Bullets - Javier Peña Donde viven las historias. Descúbrelo ahora