IV

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— Personalmente, prefiero a los perros, pero ningún gato se merece esto.—Dijo Javier observando la fotografía.

Matthew no dijo nada.

— ¿Le dijiste a alguien que estabas aquí? ¿A alguien que conociste en el avión o en algún restaurante?

— Por supuesto que no.—Respondió Matt.

— No quiero entrometerme, pero ¿Has tenido algún tipo de encuentro?—Dio una calada a su cigarrillo.

— ¿Algún encuentro?—Matthew lo miró confundido.

— Sí.

— No soy ese tipo de persona. Aparte de la DEA, sólo me he encontrado con los policías colombianos de Medellín.

— No, Carrillo es recto. ¿Alguien tuvo acceso a tus credenciales?

— El pasaporte.

— ¿Le diste a alguien tu pasaporte?

— Quería hacer pasar a Puff por inmigración.—Se sirvió un vaso de agua.

— ¿Puff?—Javier preguntó confundido.

— Así se llamaba el gato.

— Lo supe demasiado tarde.—Hizo una pausa.— Los traficantes pagan a los empleados del aeropuerto por información. Un gringo que viene de Miami levanta sospechas.—Explicó mientras miraba a Matt caminar de un lado a otro en la oficina.— Debe de haber un precio por tu cabeza, pero nadie se atreve a tomar el trabajo.

— ¿Un precio por mi cabeza?

— Aquí hay una recompensa de 350 000 dólares por cualquier agente de la DEA, pero tú estás a salvo por, gracias a Kiki.

Kiki Camarena había sido un agente de la DEA que fue secuestrado y torturado hasta que murió. Los que lo hicieron fueron buscados por la policía y murieron haciendo entender a los narcos que la DEA era intocable.

— Este gato es de la DEA.—Javier sostuvo la fotografía.— Mucho más que eso, era el preciado gato de mi lindo compañero.—Miró a Matthew.— Escucha bien lo que te digo, se hará justicia.

Matthew se preguntaba si Javier siempre se refería a sus compañeros de esa manera.

Al día siguiente, los agentes se encontraban reuniéndose con Suárez.

— ¿Entonces usted está aquí por un gato?—Preguntó Suárez.

— No es un gato cualquiera. Es un gato gringo de la DEA.—Explicó Peña.

— ¿Y lo que quiere es que yo encuentre a un asesino de gatos?

— Fueron los narcos, Suárez. No nos tomamos esta mierda a la ligera.

— Su amigo está medio loco.—Dijo Suárez a García.

— Puede ser.—Fue lo único que dijo el agente.

— Consígame información, Suárez.—Volvió a hablar Peña.

— Mire, yo tengo gente suficiente para revisar cientos de horas de chuzadas sobre un puto gato. Si fuera información sobre narcos, listo. Mi gente se motiva. Pero el gato les va a importar un culo. Les va a costar más para que les consiga información.

— Se metieron a la casa a quebrar el gato.—Javier deslizo dinero sobre la mesa.— Creo que lo ficharon cuando llegó al aeropuerto de Bogotá. Averigüe.

Suárez guardó el dinero dentro de su saco. Peña sacó una hoja e hizo a Suárez firmar.

— ¿Eso es un D-103?—Cuestionó Matthew.

Dust and Bullets - Javier Peña Donde viven las historias. Descúbrelo ahora