Cirene...
Aun recostada observo la libreta que me ha regalado Zander encima de mi escritorio.
Zander, un nombre particularmente curioso, jamás lo había escuchado y menos de sus labios, estuve tan perdida que no logre saber su nombre por el mismo, tuve que preguntarle a mama quien asegura es un chico bueno que ha visto en la iglesia varias veces.
Regresando a la libreta, tengo curiosidad del porque desea que la abra cuando esté lista, la curiosidad no me ha dejado dormir bien, por lo que me levanto en medio de la noche, a pesar de que solo la luz de la luna me guía, no necesito encender la bombilla, trueno mis dedos varias veces, esta es una de mis tantas manías que diariamente hago y no se el porqué. Pero antes de siquiera poder tocarla, la puerta de mi habitación es abierta sin previos aviso, causándome un susto mortal, me giro entre jadeos inquietos a ella, encontrándome con papa parado justo bajo el umbral, pareciendo una sombra tenebrosa o quizás un psicópata observándome, al darse cuenta del susto que me ha dado, enciende la luz y se acerca tratando de disculparse.
–Perdona, no creí que estarías despierta –se disculpa dándome una sonrisa
–Tranquilo, estaba por encender la lampara –mentí
–Bien, solo vengo a darte las buenas noches
–Descansa papa –le digo acompañándolo hasta la puerta, él me sonríe
–Igualmente pequeña
Al despedirme cierro, esta vez con seguro y me recargo en la puerta, tratando de silenciar aquella voz que ya retumba en mis pensamientos.
<Eres una buena hija, mi pequeña>
Tapo mis oídos con fuerza, cierro los ojos y susurro mi canción favorita alejando esa voz que a todo momento le gusta recordarme lo sucia que estoy.
<Pequeña>
No, no.
I wanna know, have you ever seen the rain?
I wanna know, have you ever seen the rain
Comin' down on a sunny day?
Yesterday and days before
Sun is cold and rain is hard
I know, been that way for all my time
'Til forever on it goes
Through the circle, fast and slow
I know, it can't stop, I wonder
Mientras tarareo con fuerza la canción, intentando alejar la voz que me atormenta, mis manos tiemblan, mi respiración se vuelve entrecortada y una sensación de opresión me oprime el pecho. Cada palabra de la canción es un intento desesperado de mantenerme enfocada en el presente, de alejar los recuerdos dolorosos que se agolpan en mi mente como sombras acechantes.
Las palabras hirientes, susurradas por esa voz femenina que resuena en mi interior, provocan un escalofrío que recorre mi espalda, desencadenando un maremoto de emociones que me sumerge en un abismo de angustia y desesperación. Me aferro a la canción como a un salvavidas en medio de la tormenta, pero sé que esta vez es diferente, que el pánico amenaza con devorarme por completo.
Cada verso de la canción se convierte en un mantra desesperado, en un intento por mantener a raya los demonios del pasado que me persiguen sin tregua. Me balanceo de un lado a otro, tratando de encontrar un ancla en la realidad, de recordarme a mí misma quién soy, pero la voz persiste, sus palabras crueles taladran mi mente y mi corazón.
Finalmente, caigo de rodillas, vencida por la avalancha de emociones abrumadoras. Las lágrimas empapan mis mejillas, mis manos se aferran a mi ropa en un gesto de desesperación. La voz susurra una vez más, su tono cargado de malicia y dolor, y me sumerjo en un mar de pánico y desolación.
–P-por favor, no...–
Las palabras apenas salen de mis labios entre sollozos, un ruego desgarrador al silencio de la habitación. En ese momento, me enfrento a la oscuridad de mis recuerdos más traumáticos, luchando por encontrar la luz que pueda guiarme de regreso a la calma.
Me arrastro hasta la cama, con el corazón latiendo desbocado y las lágrimas nublando mi vista, tratando desesperadamente de tomar los audífonos con las manos temblorosas. Mis dedos se enredan en el vacío, incapaces de aferrarse a algo tangible que me brinde consuelo en medio de la tormenta emocional que me consume.
La impotencia se apodera de mí, envolviéndome en un manto de desesperación que me sofoca, haciéndome sentir como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida. Sollozos ahogados escapan de mis labios mientras me recargo al pie de la cama, sintiendo el peso abrumador de la angustia sobre mis hombros.
Mi mirada se posa en la ventana, a través de la cual puedo ver mi casa favorita, con su cálido color marrón que solía ser mi refugio en tiempos de tribulación. Sin embargo, en ese momento de vulnerabilidad y sufrimiento, incluso la imagen reconfortante de mi hogar no logra calmar la tormenta que arde en mi interior.
Sigo luchando por alcanzar los audífonos, mis manos temblando incontrolablemente, mis ojos fijos en el objeto que representa una pequeña esperanza de escapar de la vorágine de emociones que me consume. Cada intento fallido me sumerge más profundamente en la sensación de soledad y desolación, como si estuviera atrapada en un abismo sin fondo, sin poder encontrar una salida.
La desesperación se convierte en mi compañera fiel, susurrándome al oído que no hay escape, que estoy atrapada en un torbellino de dolor y miedo. Mis sollozos se intensifican, convirtiéndose en un grito silencioso que se pierde en la oscuridad de la habitación, mientras lucho por encontrar una chispa de esperanza en medio de la desolación que me rodea.
Así, entre sollozos y miradas perdidas, me encuentro en el abismo de mi propia desesperación, anhelando desesperadamente encontrar una salida, un rayo de luz que disipe las sombras que amenazan con consumirme por completo.
¿Quién se divierte con esto?
¿Quién es el que nos hace incapaces de lograr algo cuando estamos tan ahogados, cuando lo único que nos puede ayudar esta tan lejos?
¿Por qué, porque nos hacen tanto daño?
Me cubro el rostro con las manos, sintiendo el peso abrumador de mis emociones reflejado en el temblor de mis dedos. Una luz tenue se filtra a través de la separación entre mis manos, iluminando ligeramente la oscuridad que me rodea, como un destello de esperanza en medio de la desolación.
Confundida y sorprendida por la presencia de esa luz inesperada, levanto lentamente la mirada, dejando al descubierto mi rostro empapado de lágrimas y mis ojos enrojecidos por el llanto. La luz parece acariciar mi piel, trayendo consigo una sensación de calidez que contrasta con el frío que se ha apoderado de mi interior. Una sonrisa triste se forma en mis labios al darme cuenta que esa luz que se ha encendido pertenece a mi refugio, esa bombilla ubicada encima de la ventana cerrada, tal parece que escucha mis sollozos y desea abrazarme.
Déjame saber que opinas por favor...
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Mi lugar feliz © <Dilogía "Lugar">
Teen FictionMi lugar feliz | Sin duda lo eres tú. "¿Cómo puedes hablar de salvación si tú tienes una cadena atada al cuello que viene desde el infierno?" *** En la penumbra de su habitación, Cirene ha vivido años de cautiverio, refugiada en el consuelo de la m...