━Usted dibuja precioso, señor Sunghoon.
Cuando los motores del mejor crucero de Corea del Sur se ponen en marcha, dos corazones se encuentran de manera inesperada.
" 𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛
𝑔𝑟�...
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◝─────⊰·¡SALTEMOS!·⊱─────◜
Tan lindo momento bajo las estrellas, parecía poder durar miles y miles de minutos mientras hablaran de lo que les gustara y observaran el oscuro mar que los acompañaba.
Sunghoon coqueteaba cada vez que podía, y eso sólo hacía que la muchacha riera suavemente, cubriendo su sonrisa con sus manos cuando ya estaba pasándose de emoción al carcajear.
"¿Nunca ha jugado a cazar ranas?"
"¡¿Por qué jugaría a cazar ranas?!"
Ambos reían.
La diferencia de culturas, de sociedades y de anécdotas era fascinante. Todas las experiencias dichas por el otro eran increíbles para ellos, desde los juegos de campo que nombraba Sunghoon hasta las partidas de polo que narraba Eveline, de las pocas veces que podía jugarlo.
"Creo que yo me caería instantáneamente del caballo, ¡mucho más si tengo que golpear una bocha en el suelo!"
"Con el tiempo ya se vuelve llevadero"
Las risas, las sonrisas compartidas eran suaves y sinceras en aquella desértica proa: estaban sólo ellos dos, hablando y compartiendo lindos momentos o nombrando alguna que otra tragedia chistosa.
Hasta que la diversión pasó a terminar repentinamente.
Eveline abrió sus ojos de par en par, observado por encima de su hombro detrás suya, para posteriormente dar media vuelta observando hacia allí...
—Agáchese. — sentenció rápidamente
—¿Eh?
—¡Agáchate, carajo!
Haciéndole caso torpemente, el joven coreano dobló sus piernas y acercó sus rodillas a su pecho, haciéndose chiquito en su lugar. Sólo cuando la joven se puso delante suya dándole la espalda y escondiéndolo con ayuda de las largas telas de su vestido, comprendió que esta había oído pasos cerca.
Carraspeando su garganta, la pelirroja miró hacia el cielo tratando de pasar desapercibida su actitud y al hombre que se encogía cada vez más al notar la situación en la que estaba.
