𝗣𝗥𝗘𝗙𝗔𝗖𝗜𝗢.

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" TITANIC "


  El bar olía a alcohol, sudor y humedad. Con tragos casi gratis debido a su bajo precio y su localidad en uno de los callejones más ocultos de la ciudad, no era para nada raro divisar aquél panorama.

  —.... Jake, lo lamento tanto... — se escuchó una lamentada voz.

  Aquél muchacho de labios carnosos observó a su mejor amigo a su lado, luego a las cartas en las manos de este y próximo a eso las devolvió a su par: él era su única oportunidad para poder ganar aquella apuesta con sus contrincantes latinos, pero al parecer, no pudieron hacer mucho.
  El jóven sonrió suavemente, negando con la cabeza.
  —Don't worry, bro. — murmulló golpeando uno de los hombros del pálido hombre a su lado con suavidad.

  Los otros dos frente suya no entendían su habla gracias a su idioma natal, pero con sólo ver sus caras suponían algo: habían ganado. Habían ganado todo el dinero en la apuesta y se habían quedado con sus preciados boletos.

  —Ah, Dios — volvió a bociferar el pálido de cabellos oscuros, para luego mirar al anteriormente llamado Jake. —... Lamento tanto, pero tanto... Que vayas a Washington y no a Australia. — y con una sonrisa, tiró sus cartas a la mesa.

  —WHAT?!

  —¡¿CÓMO?!

  Él sonrió enormemente, levantándose de su asiento y dejando a Jake con la boca abierta.
  —Señores... Un gusto hacer negocios con ustedes, pero, ¡ESE CRUCERO NOS ESPERA! — festejó tomando rápidamente los dos pedazos de papel que estaban en el centro de la mesa.

  El joven de habla inglesa se levantó para ver los dos boletos, abrazando a su compañía de paso.
  Los dos latinos sólo los observaban con asombro: ahora quedarían varados en Corea del Sur hasta conseguir unos nuevos...

  No lo creo.

  Ambos muchachos observaron al ansiano que los miraba desde la barra. El viejo sólo sonrió y con su cabeza señaló detrás suya, hacia el reloj en la pared del bar.
  —Si no comienzan a correr ahora, definitivamente lo perderán. El gran Titanic está por salir en 7 minutos... — rió al ver las expresiones de estos dos.

  —... ¡Jake, toma todo!

  —¡Maldito tipo, eran nuestros boletos!

  Ambos miraron hacia el que había hablado en Español: discutía con su otro compañero. Sunghoon miró a su amigo y simplemente negó.
  —¡No sé que dicen, tú sólo corre, Shim!

  Los dos tomaron con rapidez el dinero y lo dejaron dentro de una bolsa, ahora comenzando a correr como dos locos por los callejones de Corea.....

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  —Señora y señorita Monrrow.

  Dentro de un bello y caro carro, una joven pelirroja observaba a su alrededor. Una mano cubierta de un fino guante blanco apareció en su campo de visión, para luego tomarla y usarla de ayuda para bajar lentamente escalón por escalón hasta llegar a suelo firme.

  —¿Esto es el Titanic? — preguntó suavemente hacia su chófer. —Lleve todas mis pinturas, por favor — murmulló, y al recibir un asentimiento por parte del otro sonrió dulcemente.—. Y muchas gracias... — el jóven también sonrió, alejándose de ella para cumplir con su labor.

  Una vez sola, esta jovencita miró a su alrededor nuevamente. El gran barco era verdaderamente enorme: allí estaría en tan sólo minutos.

  —¿Por qué agradeces? Es su trabajo — bociferaron a sus espaldas, y la menor reconoció aquella voz como la de su madre. Una vez estar al lado de su hija, esta chasqueó sus dedos llamando a un joven del personal. —. Oye, tú. Lleva esto, rápido, pesa demasiado. — señaló su chaleco de pieles con desinterés

  Rápidamente el joven llegó hacia esta y se lo quitó con delicadez, haciendo una reverencia antes de retirarse.
La menor miró a la mayor de reojo.
  —... Son personas al fin y al cabo, como tú y yo luego de las deudas de papá. — murmulló observando el suelo.

  —Ni lo nombres — chistó fruciendo el ceño, aunque este poco tiempo duró debido a que rápidamente una sonrisa cruzó su rostro. —. ¡Querido Heeseung! Te extrañamos tanto. Vinimos a Corea por ti y te fuiste a Japón. Que bueno que ahora naveguemos juntos en este divino crucero.

  El joven de ojos de cierva también sonrió enormemente al verla, también al ver a la menor acompañándola.
  —Señora Elena, un gusto verla a usted y a su hermosa hija — sonrió acercándose a ambas. La menor luchó para no rodar los ojos. —. Lamento eso, unas cuestiones de la empresa necesitaron ser atendidas. Pero bueno, ¡ahora América nos espera!

  —...

  —Eveline...

  —Gusto verte otra vez, Heeseung. — sonrió suavemente.

  Mas todos sabían que esa sonrisa sólo eran unas comisuras elevadas sin sentimiento alguno...

















𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍𝐈𝐂 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒 ━ park sunghoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora