Veintitres

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Las manesillas del reloj marcaban las 4 de la mañana y el nuevo miembro del Real Madrid se encontraba dormido profundamente hasta que un malestar le hizo levantarse, la sensación de querer vomitar le obligó a ir al baño y devolver lo poco que comió ayer.
Cuando acabó tenía los ojos llorosos y daba ligeros temblores, contó hasta diez y se levantó no quería que su hermano se levantará por su culpa, se entero que pronto tendría una carrera por el Campeonato de España, quería dejarlo descansar, no era un niño de cinco años que no podía estar sin la supervisión de un adulto, no, ya era un adulto, tal vez no sepa manejar muy bien su vida, pero eso no era muy relevante en ese momento. En fin camino hasta el lavabo que no estaba muy lejos de el, se lavo la boca y la cara.

Se vio al espejo, de vez en cuando se sentía mal sin razón alguna. Bastante estresante, no sabía ni lo que sentía.

Y volvemos otra vez, las ganas de llorar ahí estaban, no quería hacerlo, pero las lágrimas lo traicionaron y salieron sin su consentimiento. Nunca le gustó sentirse así, tan frágil, queria hablarle a su hermano, pero si lo hacía le tendría que contar la razón y no quería preocuparlo. Estaba sensible, el partido contra el Getafe lo tenía mal, su primer debut sería contra su ex club y tenía miedo que le hicieran algo.

Al final si se decidió a ir con su hermano, ya no le importo despertarlo, no se sentía bien como para estar solo. Así que salió de su habitación para ir a la de Luis, cuando llegó fue directo a despertarlo.

— L-Luis, Luis d-despierta — su voz sonaba quebrada.

El ciclista se despertó ante la insistencia del otro.

— ¿Qué pasó? — estaba somnoliento.

— ¿Puedo dormir contigo? —

Se sentó en la cama, voltiando a ver directamente a su hermano menor, se le notaba con los ojos llorosos y temblaba ligeramente lo suficiente para que se diera cuenta.

Levantó las cobijas para que su hermano se acostara a su lado y después lo abrazo, acariciando su cabello para que se calmara haciendo que el sueño le ganara y se durmiera, mañana le preguntaría que pasó. Ahora el también se iba a dormir.








La alarma de Luis sonó, la tenía media hora antes que la de Pedro, así que se despertó, voltio a ver a su hermano, estaba totalmente perdido.
Haría el desayuno, siempre solía tender la cama antes de irse a trabajar, a diferencia de el chico que estaba dormido a él si le gustaba tener su habitación ordenada.

Fue a la cocina, preparaba el desayuno mientras pensaba que es lo que tenía su hermano, estos días estaba raro.
















Pedro se despertó con el tono de su alarma, le dolía el cuerpo, pero más el estómago y la cabeza. El sonido de la alarma lo estaba desesperando así que con mucho pesar se levantó.

Llegó a su cuarto, quito su cargador de la entrada del teléfono y detuvo la alarma. Reviso sus notificaciones, se dio cuenta que Mourinho si le había contestado el mensaje.

Se emocionó mucho, jamás pensó que le respondería, ¿tenía que mandarle los buenos días?, ¿y si se molestaba?, ¿le diría algo hoy sobre el beso?

Tantas preguntas llegaron a su cabeza, le había contestado el mensaje era feliz, quería gritarlo.
Se aventó a su cama y tomó una almohada. Ahogo el grito, aún no se le bajaba la adrenalina. Hasta el dolor de cabeza se le quito.

Salió a la cocina y vio a su hermano poniendo los platos para desayunar.

— Buenos días —

— Buenos días, ¿ya estas mejor? — se encontraba preocupado por el, su segundo nombre era preocupación.

Amor en la banca (José Mourinho X Pedro León) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora