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Okey, nuestro azabache ya estaba completamente decidido, después de tener una larga charla con su fiel amigo, Kaburamaru, tomó la gran decisión de darle una oportunidad a quien era su Destinado, ¿o se decía Predestinado? No recuerda pero eso no es lo importante.

Mientras desayunaba junto a su querida serpiente, le llegó un mensaje de la única persona que tenia agregado en WhatsApp.

— estoy afuera, te llevare a tu trabajo –

No contesto y solo dio una mirada por la ventana para confirmar que era cierto, siendo así termino de comer para terminar de alistarse y despedirse de su amigo para salir no sin antes asegurar la puerta, cuando estuvo ya llegando al auto vio como el peli blanco le abria la puerta del copiloto para que suba.

— ¿y eso?.

— ¿qué? Es por educación.

— já, claro.

— ¿desayunaste?

— sep.

— okey, hoy nos espera una larga jornada de trabajo.

Ante lo dicho por él Iguro soltó una pequeña risa, si que se tomaba enserió lo que había dicho anoche.

Se podría decir que el día transcurrió igual que el día anterior, solo que un poco más alborotado por el exceso de clientes debido al bombón que había de mesero.

En cuanto cayó la noche el azabache tuvo que convencer al mayor de ir caminando, ¿por qué? Pues porque él quería, y Sanemi no estaba de acuerdo debido a que, seguian en invierno y las prendas que llevaba Iguro eran tan delgadas que pensaba que podría agarrar un resfriado.

Pero el menor no quería y sabia la razón, y le parecía un poco ridículo, ¿razón? Su ropa la tenia desde hace tres años y aún le servia, no habia agarrado ni un resfriado o algo parecido solo por llevar eso, y Sanemi no tuvo más opción que seguirlo porque sino no tendría oportunidad de estar con él y protegerlo.

El camino estuvo tranquilo, hablando de cosas sin importancia sobre ellos hasta que Iguro empezó a decir lo que Sanemi esperaba.

— oye, gracias por lo de ayer, y también por lo de hoy, enserió, te lo agradezco mucho, se ve que eres alguien terco debido a tu insistencia sobre lo del otro día —mencionó mientras tenia una pequeña sonrisa en sus labios.

— ¿de verdad? Entonces...

— tu idea de anciano no esta nada mal, nos vendría bien conocernos más, como ¿cuatro días?.

La mirada de Sanemi se ilumino mientras miraba al azabache al lado suyo, lo consiguió.

— ten por seguro que no te arrepentirás, verás que lo único malo que tengo es el trabajo —dijo en tono burlón pero con una sonrisa sincera mientras se sacaba el saco que tenia puesto y se lo ponía a Iguro, quien ya tenia las mejillas rosadas, tanto por el frío como por lo avergonzado, después de todo era la primera vez que tendría pareja.

Porque un cortejo, es la llave para el emparejamiento.

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Cuando el mayor dejo a Iguro en su casa y se asegurara de que estuviera bien volvio al lugar donde había dejado su auto para ir con él a su casa, aunque en medio camino recibió una llamada de su amado padre.

— qué pasó ahora.

— esa maldita mujer aún no a respondido a tu declaración, es más seguro que se haya desvinculado de las redes sociales por un tiempo después de echar su veneno.