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LA RESIDENTE

Marinette

El viernes me quedé parada en medio del vestíbulo de un brillante edificio de cristal que estaba ubicado entre dos bloques de apartamentos en Park Avenue. Había unos cuantos sofás y sillas negros colocados estratégicamente en el suelo de mármol, y un ascensor en el centro con las puertas
plateadas.

Las palabras «CENTRO MÉDICO AVANZADO PARK AVENUE» aparecían grabadas en una pared justo enfrente de mí, con una larga lista de nombres de médicos debajo.

«Sin duda no parece una clínica privada…».

—Perdón. —Me acerqué al guardia de seguridad—. Tengo programada una cita. ¿En qué planta está el Centro Médico Avanzado Park Avenue?

El hombre arqueó una ceja, como si no pudiera decidir si estaba gastándole una broma o no. Luego se echó a reír.

—El grupo de salud ocupa todo el edificio, señorita —me informó, presionando el botón superior —. Sin embargo, lo más seguro es que esté citada con Emily. Decimosexta planta.

—Gracias. —Entré en el ascensor y presioné el piso dieciséis cuando las puertas se cerraron.

En el momento en que la cabina se detuvo y abrió las puertas en el decimosexto piso, me quedé boquiabierta. Se parecía más al pasillo de un resort de vacaciones que a una clínica privada.

Las ventanas panorámicas de suelo a techo ofrecían una vista perfecta de la lluvia; había lujosas sillas frente a la ciudad, y el enorme escritorio de cristal en el centro de la habitación era el único detalle de que podría ser un lugar donde se dedicaban a la atención médica.

Unas mujeres vestidas con uniforme azul claro comparaban notas y se reían, y una doctora con una bata blanca y un vestido negro hablaba por el teléfono del escritorio.

—¿Eres Marinette? —Una rubia pizpireta se detuvo delante de mí—. ¿Marinette Dupain?

—Sí, soy yo.

—¡Genial! ¡Llegas justo a tiempo! Dame el abrigo. No querrás que se llene de polvo cuando te enseñe las secciones en proceso de renovación…

Me quité el abrigo y ella sonrió cuando se lo entregué.

—Supongo que tienes una cita especial justo después…

Asentí.

—Entonces haremos un recorrido corto. De todas formas, la mayoría de los médicos se han ido ya.

Observé que las enfermeras me señalaban mientras ella se alejaba, y comencé a arrepentirme de haber ido ya vestida para la cita. Llevaba un vestido negro sin tirantes que me cubría justo hasta la mitad de las piernas. El corte del escote era lo suficientemente bajo como para dejar a la vista la parte superior de mis senos por encima de la tela, y los tacones de aguja, rojos y plateados, estaban muy lejos de ser apropiados para conocer a mis futuros compañeros de trabajo.

Sin embargo, Emily no mencionó mi atuendo cuando regresó. Solo me cogió de la mano y empezó a enseñarme lo que había en la planta dieciséis. Se puso a hablar a mil por hora, abriendo puertas aquí y allá, presentándome a algunos de los médicos que todavía estaban sentados en las consultas.

UN MÉDICO SEXY (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora