Capítulo 10

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"¿Puedo ser franca?" pregunta después de minutos de tenso silencio. "Realmente no me gustan tus hermanos. Creo que a su manera se preocupan por ti, pero también han puesto muchas expectativas en ti".

"No más de lo que ellos mismos se han puesto. El Güero sacrificó su relación con su secretaria, para salir con una mujer de su condición. Beatriz tuvo que interrumpir un embarazo para poder concentrarse en la empresa".

"Todo eso suena duro, pero son sus decisiones, Verónica. Ellos son los responsables de sus acciones. No tú, nadie más", suena irritada Ana y una parte de ella siente la responsabilidad de defender a sus hermanos.

"Lo sé, pero es injusto que no haya hecho nada a cambio..." confiesa pero Ana se ve aún más molesta después de eso.

"¿Nada? Cambiaste de carrera de periodismo a negocios y también dejaste de modelar. Te empujaron profundamente en el armario y ahora están tratando de atraparte para que te cases con alguien que no amas. A la mierda Verónica, ¿qué más deberías hacer?"

A medida que estas palabras se asientan, el silencio los envuelve. Escuchar la realidad de todo esto la golpea como una tonelada de ladrillos. Ella entierra su rostro entre sus manos y hace todo lo posible por no llorar. Siente a Ana acercándose más.

"Lo siento, eso estuvo fuera de lugar. Es fácil juzgar, pero créanme, esa no era mi intención".

"Lo se Ana".

Quiere decirle que es la única persona en mucho tiempo que se ha puesto de su lado, que la ha defendido sin segundas intenciones. Mira fijamente sus profundos ojos marrones y se siente comprendida.

"¿Qué?" ella pregunta confundida.

"Nada, lo siento. Soy muy intensa", susurra. Ana sonríe y apoya su pulgar en su mejilla, acariciándola suavemente. Verónica cierra los ojos, ya relajada por su toque.

"Nunca te disculpes por ser tú misma y además, no eres la única persona intensa aquí. No olvidemos cómo nos conocimos", ambas se ríen con eso. "Sé que solo pasamos un día juntas, pero puedo decir que eres una persona hermosa, por dentro y por fuera, de espíritu libre y de mente abierta también".

"¿Te diste cuenta de todo eso en unas pocas horas?" Verónica bromea, esforzándose por no dejar que sus ojos se llenen de lágrimas.

"Qué puedo decir, soy increíble así. Sin embargo, me tomó un poco más de tiempo descubrir que también eres una luchadora".

Ambas parecen recordar la forma en que sostuvo la botella rota contra el cuello de ese hombre. No se siente demasiado para Verónica, pero a juzgar por la manera apreciativa en que Ana le sonríe, debe significar algo para ella. Teniendo en cuenta lo fuera de su camino que sale para proteger a los demás, Verónica se pregunta. ¿Cuántos le han devuelto esa amabilidad?

"Eres más fuerte de lo que crees, princesa", continúa, "tienes que defenderte y mostrarles a tus hermanos que estás dispuesta a luchar por lo que quieres".

"Es difícil", susurra.

"Lo sé, pero confía en mí, no hay mejor sentimiento que la libertad de ser tú mismo. Al final, valdrá la pena".

Verónica asiente y le dedica una tímida sonrisa. Ana ahueca su mejilla y se acerca. De repente, regresan a donde estaban antes de la llamada telefónica, pero aún no del todo.

Ella acaba de compartir algunos de sus secretos más profundos con Ana. Y la apoyó, sin restarle importancia a sus emociones. Nunca ha sido tan abierta y vulnerable con ninguno de sus socios, incluso con aquellos a quienes conoce desde hace meses y años. Nadie se ganó su confianza tan rápido y ciegamente como lo ha hecho Ana.

Sus labios se encuentran una vez más y ahora no hay duda en la mente de Verónica. Todo es diferente. Se está rindiendo a Ana y su toque, sabiendo que está a salvo.

Y parecen estar en la misma página. No hay lucha por el dominio esta vez. Ana se sienta a horcajadas sobre ella y la sigue besando. Sus manos viajan desde la parte posterior de su cuello hasta el dobladillo de su camisa mientras Verónica acerca sus cuerpos, no sin antes apretarle el trasero.

Sus labios se abren lo suficiente para que Ana se quite la camisa, un movimiento que Verónica imita. Sus cuerpos casi desnudos se tocan. Los pezones duros se rozan entre sí a pesar de que ambas usan sujetadores.

Verónica suelta un gemido que cambia la energía. Rompen sus besos y se toman un momento para apreciar el cuerpo del otro. Está cautivada por la belleza de Ana y la forma en que la luz blanca de la luna hace que su piel brille.

Ana mantiene el control. Continúa besando su rostro, comenzando desde sus labios hasta su mejilla, mordiéndose el lóbulo de la oreja antes de moverse lentamente por su cuello. Sus labios viajan a su clavícula, besando y mordiendo hasta que llega al tirante de su sostén. Entonces Verónica siente manos seguras que desabrochan la prenda de vestir; quitándolo lentamente de su cuerpo.

Siente el aire frío tocar su piel desnuda y en poco tiempo Vero también le quita el sostén a Ana, sin duda con menos gracia. Sus pechos desnudos entran en contacto y Verónica está segura de que puede sentir su corazón explotar.

Ella ahueca sus senos perfectamente redondos, pero pronto se distrae. Ana la empuja hasta que queda completamente recostada sobre las toallas de playa. Ella procede a quitarle los pantalones a Verónica y luego los suyos. Ana se acuesta completamente encima de ella, entre sus piernas y Verónica gime cuando siente un calor familiar.

Ella está besando su boca, luego su cuello y se mueve hacia abajo. Toma uno de los senos de Verónica en su boca mientras ahueca el otro. Ella gira su lengua sobre su pezón, lamiendo y chupando con dedicación.

Siente la sonrisa de la mujer contra su piel sensible una vez que Verónica suelta un suspiro en el momento exacto en que atrapa su pezón entre los dientes. Ella tira de él antes de mover su atención al otro seno.

Ella se quedó sin aliento, jadeando. Deseo de más. Verónica nunca ha estado tan desesperada y en el fondo lo sabe. Nunca antes ha querido que la follen tanto como ahora. Nunca ha estado tan dispuesta, tan ansiosa por ceder el control.

Ella Está En Problemas  (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora