Capítulo 15

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Su sueño es lanzar su propia marca de ropa que refleje sus ideales. Ella quiere que sea seguro para el medio ambiente, sin explotar a los trabajadores mientras representa todos los tipos de cuerpos y géneros. Habla de ello como si fuera algo completamente inalcanzable, pero Verónica no tiene ninguna duda de que va a lograr todos estos objetivos y más.

La motociclista no profundiza mucho en los años entre febrero de 2016 y mayo de 2020, pero Verónica logra recopilar información de su conversación. Conoció a Alberto y los demás unos meses después del hecho.

Al parecer una señora de buen corazón la contrató a tiempo completo en su restaurante, la animó a terminar el bachillerato y la convenció de quedarse en un cuarto de su casa hasta que cumpliera dieciocho años. Ana menciona al nieto de Perlita, o "primo", como ella lo llama cariñosamente, quien solía ser dueño de su apartamento y de la motocicleta hasta que se casó y se mudó lejos de su vecindario.

A su vez, Verónica también comparte más sobre sí misma. Sobre sus películas y diseñadores favoritos. También habla de lo sola que ha estado la mayor parte de su vida, siendo Jose Alberto su único amigo verdadero.

También menciona las verdaderas razones por las que salió con Omar. Nunca estuvieron juntos formalmente, pero una vez que ella alcanzó su punto más bajo, después de la muerte de su padre, lo toleró únicamente por todas las drogas que estaba tomando. Su familia nunca vio ese lado de ellos y, por lo tanto, no puede entender por qué no lo quiere cerca ahora que está fuera de ese mundo oscuro.

Puede ver la preocupación en los ojos marrones de Ana y, como ya no quiere derribarlos, se asegura de bromear sobre él. Ella menciona que no importa cuánto se duche o cuántos perfumes caros se ponga, su olor corporal siempre es malo.

"Estoy tan feliz de que me gusten las mujeres..."

"Estoy tan feliz de que a ti también te gusten las mujeres", bromea Verónica. "Y también estoy feliz de que finalmente hayas probado ese sándwich de pollo".

"¿Qué?" ella frunce las cejas. Durante su conversación, mientras ella estaba profundamente absorta en sus palabras, distraídamente aceptó la oferta de Verónica. Terminó comiéndoselo todo sin darse cuenta.

"Me parece que después de todo te gusta el desayuno", se burla y agrega: "Por cierto, me comí el sándwich de atún".

"Lo puedo oler..."

Ella jadea dramáticamente y pone una mano sobre su pecho, fingiendo estar ofendida. Antes de que tenga la oportunidad de responder, Ana la saca de la camisa y la besa ruidosamente. Ambas sonríen contra los labios de la otra.

Verónica coloca las manos de Ana sobre su trasero, que luego la mujer aprieta y acerca sus cuerpos. Ana la coloca en su regazo y Verónica inmediatamente pierde el control. Muele descaradamente mientras mueve sus manos desde el rebelde cabello negro, entre sus cuerpos y hasta los jeans de Ana.

Ella los desabrocha y baja y coloca su mano allí. Ignora la sensación áspera de la cremallera contra el dorso de su mano. A ella no le importa, solo quiere a Ana. Quiere ver la forma en que su cuerpo se relaja por completo y su boca se abre en el segundo exacto en que se corre.

Pero no estaba destinado a ser porque en ese momento suena un teléfono. Les toma un largo momento darse cuenta de lo que sucede. Ana es la primera en salir del trance, se desenreda a regañadientes para sacar el dispositivo de su bolsillo delantero. 

Se levanta a hablar y Verónica por discreción toma la suya también. Sorprendentemente, tiene un 16 % de batería y solo unos pocos mensajes de texto de sus hermanos, que ella ignora. Se asegura de guardar el número de Ana antes de bloquearlo.

"Tenemos que irnos", anuncia Ana poco después con un puchero.

A Verónica se le cae el estómago. Sabía que este momento llegaría más temprano que tarde pero no está lista para dejar ir a Ana. No quiere volver a su monótona y hueca realidad y estar rodeada de gente falsa. No ahora que descubrió lo maravillosa y emocionante que puede ser la vida.

Ella asiente y comienzan a prepararse en un silencio ensordecedor, asegurándose de dejar el lugar tan limpio como lo encontraron. Su burbuja ha estallado, su separación es más real que nunca. Mientras caminan hacia el pequeño arco, Verónica echa un último vistazo a la playa.

“Cuidado, la bajada es más complicada”, advierte Ana y la ayuda a entrar en las frías aguas.

La playa principal está casi vacía ya que todavía es muy temprano, excepto por algunas personas mayores aquí y allá. Justo cuando vuelven a tocar la arena, Verónica se da cuenta de que no quiere pasar el resto del tiempo que les queda así.

Ana se adelanta para tirar una bolsa a la basura y Verónica lo usa como una oportunidad para enviarle un mensaje de texto. Puede sentir su mirada seria sobre ella mientras escribe, pero se hace la tonta.

"Lo siento, tenía que enviar un mensaje de suma importancia", dice ella.

Unos segundos después llega un zumbido del teléfono de Ana. Se muerde el labio inferior como para reprimir una risita.

Odiaré verte partir, pero ya amo verte alejarte 🍑🤤"

Verónica observa con diversión cómo la expresión de Ana cambia de desconcierto a despreocupación. Por un segundo, ella le da una mirada de regaño, pero después de un segundo, comienza a reír, y su cabeza cae hacia atrás mientras lo hace.

Toda la tensión anterior parece disiparse gracias a ese texto intencionadamente cursi. Misión cumplida.

"¿En serio, Verónica? ¿Cuántos años tienes?"

"No importa. Contigo vuelvo a ser una adolescente", se encoge de hombros con una sonrisa pícara.

Esta respuesta le valió una mirada juguetona y una pequeña palmada en el hombro. Entonces Ana la toma de la mano y llegan a la misma cerca de la noche anterior. Lo suben sin ser detectados y usan sus calcetines.

"Me encantan los pandas", se burla Verónica, refiriéndose a sus calcetines grises.

"Gracias, son animales muy punk".

Ella Está En Problemas  (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora