¿Y VOSOTROS QUÉ?

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* TODO LO QUE APARECE ENTRE [ ] Y EN NEGRITAS, SON LOS PENSAMIENTOS DE LOS PERSONAJES, ESOS QUE NO EXTERIORIZAN.

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En esa habitación, no existía nadie, ni nada más...

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Misaki no apartaba los ojos de ese hombre, no lo conocía de nada, era la primera vez que le veía, eso, su cerebro lo sabía, pero a pesar del aura peligrosa que desprendía, su corazón lo anhelaba, las manos, que colgaban a sus costados, temblaban, parecía que cobrarían vida propia y en cualquier momento se alzarían para cerciorarse de que la persona frente a él, era real, apretó los puños con fuerza, tanta que sus uñas se enterraron en las palmas, haciéndolas sangrar y ocasionándole algo de dolor, mismo que le hizo reaccionar.

[Justamente ahora, irrumpes en mi vida... ¿Dónde estabas antes y por qué apareces ahora, ahora que he escogido a Usagi? ¿Qué tipo de broma cruel del destino es esta?]

Pensaba esas preguntas, mientras unas lágrimas traicioneras escapaban de sus ojos, inconscientemente cerró los ojos, para dispararlas, pero al abrirlos, él, ya no estaba, un intenso dolor le atravesó el pecho, provocándole un espasmo que le hizo encorvarse y un gemido lastimero salió de su boca, la cual cubrió con sus manos para acallarlo, sentía que se asfixiaba y quiso aflojarse la corbata, pero la muy puñetera, parecía una boa constrictor que se le enroscaba más y más al cuello, le costó un mundo quitársela, miró hacia donde estaba Akihiko y éste no notó su estado deplorable, respiró profundo un par de veces, con las manos limpió el rastro de las lágrimas y simuló normalidad, esperando a que su pareja terminase su entrevista y luego juntos volver a casa, a la vida que había escogido.

[Akihiko dice que me quiere y me ha esperado... y yo, yo también le quiero.]

Con furia limpiaba las lágrimas que rodaban, sin permiso, de vez en cuando por sus mejillas, su cerebro y corazón, mantenían una lucha, entre lo que debía y quería hacer, le hizo caso a su parte racional y con su cuerpo tembloroso, se mantuvo de pie, resistiéndose a salir corriendo, pero con un atisbo de esperanza, miraba de vez en cuando hacia la salida.

[Eres de lo peor Misaki, Akihiko está frente a ti y tú anhelando a otro hombre.]

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Asami, estaba hipnotizado, los ojos de ese muchacho parecían un remanso, que le invitaban a descansar y sentir esa paz, sensación que vagamente recuerda de sus tiempos más felices, de cuando era un niño, cómo deseaba quedarse y yacer en ellos, con él, apretó el puño que escondía en su bolsillo al darse cuenta del rumbo de sus pensamientos.

[Maldita sea la hora, que encontré lo que soñé... Pero ya es tarde, has decido estar con Takaba, olvídalo Asami.]

Se reprendió y tensó la mandíbula, vio como las lágrimas caían de esos hermosos ojos, su estómago, parecía haber recibido un puñetazo, cuando el castaño cerró los ojos, aprovechó esa oportunidad y como un cobarde, salió huyendo de ese salón.

Se detuvo en el pasillo y volvió la mirada, esperando con anhelo, carraspeó un par de veces, para desatorar su garganta, ojeó la portada del libro y luego la repasó con los dedos, hizo puño su mano y la retiró.

[¿Por qué iba a venir a tu encuentro, si eres el mismo diablo? Asami tú, tú no te lo mereces...]

Decidió seguir su retirada y seguir con su oscura vida, una, en la que él no estaría.

— Quédate a esperar a Takaba, -ordenó a su asistente y le entregó el libro antes de entrar en el ascensor- yo me iré primero, ha surgido algo -se excusó innecesariamente-.

TARDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora