EL RESTO DE MI VIDA CONTIGO

273 23 1
                                    

... ahora quiero salir de este lugar.

— Lo que quieras, -pone al castaño en el suelo y le ayuda a levantar las maletas- es tarde, pero asumo que no has cenado ¿tienes hambre?

— Mucha, -camina al lado de Asami- esta noche apenas he probado bocado, podemos parar en alguna tienda de 24 horas -se detuvieron fuera de la camioneta- y buscar algo no tan elaborado ni pesado.

El ojimiel sólo asintió, Misaki asumió que estaba de acuerdo, metieron las maletas en el maletero, se acomodaron en sus asientos y luego partieron, el viaje fue silencioso, pero no incómodo, el castaño miró por la ventanilla y se fijó que cogían la carretera a la costa.

— ¿Dónde vamos?

— Al hotel de la bahía, allí puedes pedir lo que quieras.

— Podríamos haber ido a uno más cercano, -hizo un puchero- tengo hambre y demorarán en traernos el servicio de habitaciones.

— Pide lo que quieras, -aprovechando un semáforo en rojo, sacó su móvil, buscó un contacto y luego se lo extendió al castaño- apúntalo y le das a enviar, cuando lleguemos al hotel ya tendrán tu pedido.

— No sabía que existía este servicio, -lo decía mientras escribía su demanda- ¿Qué pido para ti? yo con un sándwich vegetariano y té, estoy servido.

— ¿Estarás bien sólo con un sándwich? Yo con un whisky ya está.

— Son casi las 3 de la mañana, no son horas de comer, pero mucho más para beber con el estómago vacío -le señala el móvil- ¿pides tú o lo hago por ti?

Asami se sintió regañado, soltó una risa y volteó a ver al castaño que esperaba su respuesta, parecía una mamá esperando que le contestasen sólo lo que quería oír.

— Lo mismo que tú, -vio la sonrisa engreída del castaño y se sintió cálido- eres fácil de complacer.

— Soy simple, en otras circunstancias, yo mismo hubiese preparado mis alimentos, me gusta comer bien y a gusto, -dejó el móvil en el compartimiento del salpicadero- prefiero ir al supermercado y elegir yo mismo lo que comeré luego.

— Interesante, comida casera.

— ¿No me digas que sólo comes en restaurantes?

— No tengo horarios fijos para comer, ni para dormir, -entraban en el parking del hotel, no demoró en aparcar la camioneta y bajar- por lo general me salto las comidas...

— ¿Tú, quieres morir joven? -Misaki ya había abierto su puerta, bajó de la camioneta y siguió con su regaño- te lo advierto, te quiero vivo y sano, -caminó hasta el maletero y sacó sus maletas, sin esperar ayuda y las arrastró, sin parar en su perorata- quiero pasar el resto de mi vida contigo y si tú enfermas...

— Señor -una voz ronca interrumpió al castaño-.

— ¿De dónde habéis salido vosotros? -Misaki miró a todos esos hombres que estaban apostados en fila frente a Asami- ¿Ryūichi, tú les conoces? ¿Son la seguridad del hotel?

— ¡Jajaja!

Asami no pudo con eso y rompió en risas, ya estaba entretenido con el regaño del castaño y más fascinado con su declaración de querer pasar el resto de sus vidas, juntos, pero ahora al ver la reacción de sus hombres ante la actitud de Misaki y su propia inacción ante tal falta de respeto, fue inevitable reír.

Los guardaespaldas ya estaban en el hotel, cuando vieron ingresar la camioneta, tomaron posiciones y esperaron, se sorprendieron de ver que alguien más venía en el vehículo y que no fuese Takaba, cuando se abrió la puerta, un diminuto castaño amenazaba al yakuza con que moriría joven, el que estaba más cerca, estuvo a punto de sacar su arma para eliminar la amenaza, pero vio la señal de su jefe y se contuvo, mientras ese castaño seguía hablando sin parar acerca de que quería pasar el resto de su vida con el gran jefe, otros de sus compañeros, parpadeaban confundidos, ninguno se atrevió a moverse, por lo que, otra vez, el mismo guardaespaldas se adelantó y saludó, quedó clavado en su sitio al oír al castaño...

TARDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora