¿DE VERDAD QUE LLEGAMOS TARDE?

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Asami sólo salió del parking subterráneo, en cuanto condujo unos metros fuera, la imagen del castaño llorando, atacó su cerebro y detuvo la camioneta, miró la botella de whisky que dejó en el asiento del copiloto y la agarró para beber su contenido.

— ¿Me ayudarás a olvidarlo? -le habla a la botella- lo sabía, nadie puede ayudarme.

Abrió la botella y vertió un poco del líquido sobre sus nudillos, siseo por el escozor, con un pañuelo limpió la sangre que ya se estaba secando y luego lanzó la botella a los asientos traseros, afianzó su agarre al volante, como si fuese su tabla de salvación en un naufragio, porque así se sentía, a la deriva, perdido, asustado y por primera vez, no sabe qué hacer, cerró los ojos y bajó la cabeza, apoyándola en el manubrio, inhaló profundo y soltó lentamente el aire, repitió lo anterior un par de veces.

[Siempre has hecho lo que has querido, ¿Qué es distinto ahora?]

Otra vez, la imagen del castaño apareció en su cabeza.

— Tengo que ver si está bien, -hablaba solo mientras bajaba de la camioneta y corría a la entrada del hotel- se veía triste cuando me fui.

[Cuando huiste, porque no te fuiste, huiste ¡cobarde!]

Desde el lobby, se dirigió directamente al salón donde fue la presentación del libro, aún quedaba mucha gente, miró alrededor y no vio a quien buscaba, por lo que asumió que aún estaba en el otro salón, se dirigió allí sin perder tiempo, el pasillo estaba solitario, no había rastro de su asistente, un esbozo de decepción se instaló en su rostro al creer que ya todo había terminado y se habían ido, pero aun así no se detuvo, las puertas estaban abiertas y reconoció la voz de Kirishima.

— Cógelo, -su asistente le daba un pañuelo a su castaño- no es necesario que me lo devuelvas.

[¿Tu castaño? Estás loco Asami.]

Se escondió para observar y oír.

— Gracias, -agradece por el pañuelo con una reverencia- ¿Cómo puedo agradecértelo?

Vio la sorpresa en el rostro, casi imperturbable de su asistente.

— ¿Qué te lo impide? -preguntó Kirishima- Responde a mi pregunta y me habrás pagado el favor.

No entendió la pregunta, creyó que antes de que él llegase, estuvieron hablando de algo y por eso la pregunta, pero la respuesta del castaño, sumado a esa voz temblorosa, le dejó todo claro.

— Porque el momento es el equivocado, escogí estar con otra persona y él se merece mi lealtad -vio una lágrima caer-.

[Es cierto, ya hemos escogido.]

— ¿Y vosotros qué? -oyó a Kirishima, casi en su oído y entendió que ya le había visto- os conformáis, sólo con ser leales, ¿sois de madera o piedra? ¿Por qué?

[Tal vez, así sea... estoy hecho de piedra.]

— Gracias -el castaño no respondió a la pregunta- por tu ayuda.

— No es nada, ahora ve y refréscate un poco, pero recuerda, a veces el miedo de verse viejo y solo o el agradecimiento, deja que esto, -Kirishima se toca la cabeza con el índice- elija lo que es exclusivamente de aquí -lo ve golpearse el pecho-.

[¿Y cómo se hace eso? si casi toda mi vida, mi cabeza gobierna por sobre mi corazón, que creía que sólo servía para bombear sangre al resto de mi cuerpo.]

— Está bien, -el castaño se gira para retirarse, pero vuelve- un gusto haberte conocido y pido disculpas por no haberme presentado antes, mi nombre es Takahashi Misaki y nunca olvidaré tu ayuda.

TARDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora