𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐈𝐒 𝐑𝐎𝐓𝐓𝐄𝐍 || The Walking Dead

Capítulo 54

Durante la noche, Alexander descansaba sobre su cama en su habitación en el Santuario, la cual no era la gran cosa.

La cama estaba contra la pared con una mesita de noche a su izquierda, una pequeña mesa con dos sillas, nevera, cocina, microondas, algunos estantes, un guardarropas y un pequeño baño.

No era muy espaciosa, pero lo prefería así. Nunca entendió a las personas que les gustaban las casas con habitaciones grandes. Eran un desperdicio total si se lo preguntaban.

Después del confrontamiento con Jeff, el resto del día transcurrió con normalidad.

Ahora mismo se encontraba pensando en qué pensaría su padre de lo acontecido hace apenas unas horas.

Rick tenía fé en que todos podrían convivir, y Alexander siempre lo negó.

Ahora con lo sucedido con Jeff, se demostró que tenía razón, que no todos estaban dispuestos a vivir en aquel mundo que su padre quería construir.

Debería hablar con él al siguiente día y decidir qué hacer a continuación con Jeff.

La opción de matarlo ni siquiera sería considerada. Si lo hacía, eso podría generar dudas entre los Salvadores, lo que tal vez genere que quieran revelarse en su contra. La mejor opción era que Jeff cumpliera el castigo que le había dado desde un principio y luego pasar un tiempo en una de las pequeñas habitaciones en las que él y Daryl estuvieron.

"Que estresante." Suspiró agotado.

Miró la mesita junto a su cama y tomó una pelota de tenis que había encontrado en el almacén del Santuario hace unos días.

Comenzó a lanzarla hacia arriba y atrapándola una vez cayera mientras seguía dándole vueltas al tema de los Salvadores.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando alguien tocó la puerta de su habitación.

Se levantó perezosamente para luego caminar hacia la puerta y abrirla, encontrándose con Rosita, quien llevaba algunas cosas en sus manos.

"Em, hola. ¿Qué pasa?" Preguntó confundido.

"Nada, sólo vengo a curarte." Dijo mostrando lo que llevaba, revelando una crema, algodón, alcohol para limpiar sus heridas.

Durante el transcurso del día, había notado que después de la pelea, Alexander no había ido a la enfermería para que curen su labio roto y los pequeños moretones que tenía, por lo que decidió venir y hacerlo ella misma. Lo conocía y sabía que diría algo como que no desperdicien recursos en él.

"Descuida, no hace falta." Dijo no queriendo desperdiciar aquellos elementos.

Pudo haber ido a la enfermería, pero consideraba que unos simples golpes no eran lo suficientemente importantes como para gastar recursos en curarlos, ya que sería un desperdicio.

No negaría que su rostro dolía, pero podía soportarlo hasta que sane por sí solo.

"No te estoy preguntando, te estoy diciendo que lo haré." Dijo antes de pasar por su lado y entrar a la habitación.

Alexander soltó un suspiro, resignándose a que no podría convencerla, antes de cerrar la puerta.

Rosita dejó los elementos que trajo consigo sobre la mesa, en la cual se encontraban las armas y máscara de Alexander, para luego acomodar ambas sillas de manera que quedaran una delante de la otra. Se sentó en una y luego le indicó que se sentara en la otra.

Alexander sabía que no se iría hasta hacer lo que vino a hacer, por lo que sin más opción, se sentó en la otra silla, quedando frente a frente.

Al ver tenerlo frente a ella, tomó un pedazo de algodón y lo mojó con algo de alcohol.