Estos últimos días he escrito menos, siento que mis palabras salen con menos fluidez, me he sentido bien pero... aun no paran las crisis, los ataques de pánico y la ansiedad. Sentí una tan fuerte que pensé que me rompería como un cristal y no me podría reparar.
Tome una decisión egoísta tengo que admitir, aunque lo sentía necesario para mí ¿Pero a que costo si por eso me destruí? Lo gracioso es que no lo notaste pero yo sentí que si.
Comencé a temblar a tal grado que de lejos se puede notar, no por frío, no escalofríos: Mis ojos se veían rojos como si llorara por horas o no durmiera desde hace unos días, cansada y agotada. Y no se cómo paso, pero comencé a imaginar una conversación contigo, imagine que al fin te pude decir todo lo que se quedo atorado en mi pecho ese 6 de febrero y lo que pensé días después en lo que pude haber echo.
– No te conozco; no conozco tus ojos, tu nariz, tu cabello ni mucho menos tu boca, no puedo reconocer tu cara, no conozco tu nombre ni conozco tu personalidad, yo no te conozco a ti. Yo estuve con alguien 8 meses con otro nombre, con otra mente, con otra cara. No se quién eres y definitivamente en mi vida estuvo otra persona. – Dije en voz alta aun imaginando que te lo decía.
Quien lo iba a decir, tenias la misma cara pero un alma distinta a la que conocí.
Dije tantas cosas que no sabia que quería decirte, las recuerdo y no pareciera que las dije yo, no era yo, mi corazón tomo el control y grito todo lo que le hiciste sentir y lo que esta sintiendo.