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Un pequeño pelicafé estaba en clases, se sentía algo mal, o bueno, realmente mal.
Su vista se tornaba borrosa y su estómago le dolía, su cuerpo temblaba y no sabía controlarse.
¿Que le pasaba?
Sentía ganas de vomitar.
─¿Joven Evan esta prestando atención? -Pregunto la maestra.-
De Evan no salía ni una respuesta.
─Joven Evan, respondeme.
Pero seguía sin decir nada.
─Si no me responde tendré que llevarlo a dirección. -La profesora se había puesto en frente de el mesabanco de Evan.-
Evan la volteó a ver y su cuerpo empezó a perder el control.
Pronto cayó desmayado.
─┃╰🌠🌇╮┃─
Despertó en una camilla, la misma de la última vez, no había nadie presenté, solo el.
Volteaba a todos lados y no veía a ni una enfermera, le dolía todo el cuerpo, un dolor punzante y fuerte.
En un momento distinguió una figura entrar a esa habitación. Era una enfermera que se sentó a su lado.
─A ver pequeño, te hicimos unos análisis y parece que no tienes nada en el estómago, ¿te has Estado alimentando bien? -La enfermera lo miraba con cara de preocupación.-
Evan asintió mintiendo que si.
─No es buena idea mentirme, en tu Rádiografía lo dice, también en tus exámenes, es por falta de apetito ¿no es así?
Evan se quedó quieto.
─Bueno, luego me dirás.. -Contesto a aquel acto la enfermera.- por cierto, alguien vino a visitarte.
La enfermera habrio la puerta dejando pasar a un chico con pelo castaño.
─¡Evan!, por Dios, ¿estas bién? -Pregunto aquel castaño.-