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—Yoon... —gemia de dolor bajito el rubio.
Le dolia y no entendía. ¿Por que seguía doliendo?
—¿Te duele? —preguntó el mayor preocupado.
Yoongi se encontraba sobre la alfombra junto al gran ventanal (y pared) con Jimin sobre él.
El mayor ya lo había preparado, Jimin fue el que por decisión propia había decidido estar sobre el mayor.
—¿Por que sigue doliendo? —preguntó está vez sonando un poco más preocupado.
Yoongi sonrió con ternura y se apoyo de sus antebrazos, haciendo que Jimin se inclinará hacía adelante pues tenía sus brazos sobre los hombros del mayor. Estaba totalmente desnudo, estaban totalmente desnudos, con la luz de la Luna iluminando sus cuerpos.
Jimin recorrió con la mirada todo el torso del pálido, pero no se conformó con eso, sus manos, su pequeñas y suaves manos recorrieron la piel, toda su piel, desde su cara pálida y con rasgos gatunos, pasando por su cuello, clavículas, hombros, pectorales y abdomen, en donde se detuvo, pues sintió manos calientes subir desde sus muslos hacia su cadera y de allí a su cintura.
—Si no te relajas —susurraba el mayor —, en está posición será muy difícil continuar y te dolerá— recorrió la columna del rubio desde su nuca hasta llegar a sus glúteos.
Jimin respiraba pesado, ¿por que debía sentirse así?, ¿por qué Yoongi lo hacía sentir así?, era como una droga, lo hacía ver galaxias enteras, nada más con verlo, besarlo y tocarlo, amaba que lo tocará, era la parte más dulce de la droga, de su droga, los suaves y magicos toques de Yoongi, de su Yoongi, porque hasta ese día sería suyo.