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—Lucifer.— la voz de Dios hizo que el cuerpo del ángel caído se estremeciera. No habría esperado que él respondiera o que siquiera se hiciera presente delante de él en una forma incógnita por una túnica blanca. De su cuerpo una brillante luz lo cegaba y hacía de su mirada un poco dolorosa. La oscuridad de la tierra estaba haciendo que su mirada se debilitara demasiado —Hijo mío.
—Padre.— deseaba correr a sus brazos. Deseaba ser abrazado con fuerzas por él, ¿Pero lo recibiría aún después de todo?, Él se hizo presente delante suyo por alguna razón y quizás esa razón se deba a que le brindará su deseada segunda oportunidad —Padre, ¿Has venido a por mí?— se puso de pie con demasiada dificultad y caminó lento hasta Dios, arrastrando su pie izquierdo herido en la guerra y sosteniendo su hombro derecho también lastimado —Eso es, viniste por mí porque me darás una segunda oportunidad, ¡Padre-...!— una espada se puso en su cuello de repente. Lucifer quedó petrificado en su sitio y comenzó a sentir el ardor de su mejilla derecha. Las gotas de sangre mancharon el suelo de la tierra y sin que él se diera cuenta de ello, una pequeña grieta se abrió dónde la gota de sangre había sido derramada.
—Samael— la voz de Dios sonó tan débil, tan herida. Él podía ver más halla de las almas y aunque doliera tanto el sentimiento de ser un padre, no podía hallar aquel arrepentimiento ni en la voz de su hijo ni en su alma. Solo había oscuridad. Una oscuridad aterradora que cubría por completo el cuerpo y el alma de ese hijo suyo —no veo en ti arrepentimiento. No trates de engañarme.— lo dicho por él lo hizo enfurecer. ¿Qué no veía en él arrepentimiento? Su alma estaba gritando que se siente arrepentida. De ser posible ir al pasado ni siquiera cometería los mismos actos que lo llevaron a esta humillación tan grande.
—¿Por qué...?— el odio había vuelto eh hizo que de abalanzara contra Dios sin siquiera poder llegar a tocarlo. Lucifer volvió a caer al suelo a los pies del ser más poderoso en todo el universo —¡¿Por qué?!
—¿Por qué qué, Lucifer?— preguntó Dios curioso por saber a lo que su hijo se refería.
—¡¿Por qué eres de esta manera conmigo?!— lloró sin siquiera importarle el verse patético. Sabía que aunque derramase incontables lágrimas y formase un océano de ellas, Dios no vería más nada que oscuridad en su alma podrida y completamente corrompida por la avaricia —¡A los humanos les das más de una segunda oportunidad!— logró tomar una parte de la túnica blanca de su padre para humedecerla con sus lágrimas y sintiese que eran verdaderas —¡Cometen error tras error y ni siquiera los castigas de la manera en la que me estás castigando ahora!
—Lucifer— su voz se agravó ahora —¿Cómo puedes comprarte con ellos?— la pregunta hecha por él lo habían confundido. ¿No creo a los humanos en semejanza a él?, ¿No fueron él y sus demás hermanos creados también a su semejanza? Eso los pone en un mismo nivel, ¿Qué diferencia hay entre él, que es su hijo, con todos ellos, que también son sus hijos? —Mientras ellos son incapaces de poder estar a mi lado, tu tenías la posibilidad de caminar conmigo. Eras alguien que lo poseía todo.
