Cap. 7

133 11 6
                                    


Narra Ocho

Entré a la cocina y allí estaban Vanya y Allison. Saludé al pasar, pero solo la primera me respondió de vuelta. No sabía si Allison había estado así de amargada todo este tiempo o solo lo estaba conmigo pero tampoco le di importancia. Busqué un trozo de pan para hacerme un sandwich.

- Que buena pinta. - opinó Vanya sobre mi comida.

- Gracias Vanya, ¿quieres uno? - le pregunté, ya que todavía no había guardado nada.

- Por favor. - me pidió, y me puse a echárselo. - Y hablando de Vanya, prefiero que me digáis Viktor.

- Viktor? - preguntó Allison.

- Sí, si no es molestia.

- Vale. - contesté y le llevé su sandwich.

Sonrió y se lo llevó a la boca, iba a preguntarle a Allison, más que nada por mera educación, pero se marchó en el momento en el que me senté a la mesa.

- ¿Es así siempre? - pregunté.

- Solo cuando estás tú. - me contestó Viktor.

- Vaya, ni que le hubiera hecho yo algo, ni siquiera he estado aquí.

Mi hermano se rio y nos terminamos la comida hablando de distintos temas, entre ellos el como se sentía él.

Luego me marché al salón a tirarme en el sofá, todavía faltaba como media hora para la comida y no sabía que hacer, así que decidí descansar. Casi me quedaba dormida cuando vi asomar una cabeza por encima del respaldar.

- Hola. - me saludó mi hermano Klaus.

- Déjala Klaus, está durmiendo. - se escuchaba a Cinco de fondo.

- Tiene los ojos abiertos. - le contestó él. Y saltó el respaldar para sentarse de golpe en mis pies, por suerte no encima de ellos, sino al lado, me levantó las piernas y se las puso encima, mientras yo seguía en la misma postura que antes, solo que con los pies en alto.

- ¿Qué hacéis? - pregunté.

- Cinco iba a practicar sus saltos él solito y ha querido que le acompañase.- me contestó Klaus.

- No, tú te has acoplado. - discrepó Cinco, asomando por otro lado.

- Sí bueno, es casi lo mismo. - dijo Klaus.

Me hacía gracia ese par, eran tan distintos, y sin embargo no se llevaban ni tan mal. Al escuchar mi leve risa, Klaus empezó también se reía, pero bajito, al igual que yo.

- ¿Qué os pasa ahora? - preguntaba Cinco.

- Nada. - le contesté. - ¿Entonces nos vas a dejar que te acompañemos a que practiques?

- Solo si no molestáis.

Al final acabemos los tres en el patio trasero, Klaus y yo sentados en un muro mientras Cinco hacía lo suyo y nosotros lo mirábamos.

- ¿Deberíamos hacer nosotros también algo? - me preguntó Klaus, a lo que subí una ceja.

- No pienso hacer nada más con mi poder hoy. - contesté.

- Tienes razón. - me dio la razón, apuntándome con su índice.

No contesté y me quedé mirando el entrenamiento de Cinco, que consistía en saltar de un lado a otro del patio cada vez más rápido, y de vez en cuando apuntaba algo en unas hojas de folio que tenía debajo de un par de piedras, supongo para que se las llevara el viento. Lo hacía muy bien, pero tendría que mejorar si quería ganarme en los siguientes entrenamientos. Ya se le notaba el cabello húmedo por el sudor, no sabía como podía entrenar dos veces, a veces se llevaba la mano al flequillo y se lo echaba hacía atrás o hacía un lado mientras respiraba por la boca y se aireaba la camisa. La voz de Klaus me trajo de nuevo al mundo.

- ¿Qué pasa? - preguntó con una sonrisa en su cara e inclinado hacía delante.

- ¿Cómo que qué pasa? - no había entendido su pregunta.

Miró hacia delante de nuevo sin quitar su sonrisa, fruncí el ceño sin quitarle ojo, que peligro traía este hombre.

- ¿A que es guapo? - preguntó entonces, refiriéndose claramente a Cinco.

Volví a mirarlo, cualquier persona que tuviera ojos en la cara diría que sí, que lo era, o que en lugar de guapo era atractivo. La mayoría de las niñas de la ciudad estaban enamoradas de él, y eso que solo lo veían con la máscara y llenó de sangre después de las misiones a las que iban.

- Sí. - contesté a mi hermano Klaus. - No es ningún secreto.

 Él se peinó un poco sin mirarme y volvió a hablar.

- Sé que ya te lo han dicho, pero no te haces una idea de lo mucho que te ha echado de menos. - Empezó a hablar, ya me lo habían dicho sí, pero el tono que había empleado ahora Klaus era más serio, cosa que me sorprendió de él. - Todos lo hemos hecho, o la mayoría, pero cuando te fuistes él se puso muy triste Ocho, yo y Ben intentábamos animarle pero era muy complicado. Bajó su rendimiento obviamente y papá lo castigaba por no esforzarse, eso lo puso peor. Por suerte, y gracias al tiempo se fue poniendo mejor, no se si fue por una charla que tuvo con Pogo o porque creció y lo entendió, pero se puso mejor, seguía diciendo de vez en cuando que x cosa te hubiera gustado o que no lo hubiera hecho y sobre todo que eras la única que no era un estorbo y te tenías que haber ido. - hizo otra pausa y sonrió por su última frase. - En serio Ocho.

Me dieron ganas de llorar con lo que me acababa de contar mi hermano, pero me aguanté y no lo hice, solo me pasé la mano por los ojos. Para nada me había imaginado todo eso. Me recordó a como me sentía yo cuando me marché, lloraba todas las noches, hasta que pasaron un par de meses, no pude volver a tener el mismo horario de comida o de sueño que tenía, yo también los había extrañado mucho, y obviamente también a mi Cinco

- No tenía ni idea. - le contesté a mi hermano. - Gracias por contármelo Klaus.

Él sonrió y me dio un par de palmadas en el hombro. Luego se bajó de un salto.

- Bueno, no se como hemos llegado a esta charla tan profunda, pero me ha dado ganas de ir al baño. - Suavizó el ambiente, ambos nos reímos y se marchó detrás de unos árboles del jardín, como no, ¿para qué usar el baño?

Mientras Klaus se vaciaba Cinco se teletransportó en frente del muro, con sus papeles en las manos. Preguntó por Klaus y le respondí que estaba regando las plantas, le costó pero acabó pillándolo. Bajé del muro y le di un abrazo, pareció no esperarlo, pero lo correspondió un par de segundos después.

- ¿Y esto por qué? - preguntó, aún abrazados.

- Porque sí. - no le di más explicaciones.

 Cuando nos separamos tenía una sonrisa en su rostro, que sin darme cuenta estaba correspondiendo, al darme cuenta creo que mi puse un poco colorada.

- Bueno, mejor te duchas o algo antes de que sea la hora de comer. - le recomendé rascándome detrás de la oreja.

- Sí mejor. - se metió las manos en los bolsillos del pantalón nervioso.

- Ajá.

- Sí, mejor.

Después de unos segundos desapareció. Me quedé ahí quieta, luego me di cuenta que Klaus tardaba mucho en mear. Lo busqué con la mirada cuando lo vi salir de detrás de un pino.

 - Perdón, no quería interrumpir. - informó, suspiré y sonreí.

- Está bien. - contesté y nos metimos dentro de casa.


-------------------------------

Perdón por no actualizar ayer, lo que tiene estar enferma, pero ya tenéis el cap, espero que os haya gustado.

No olvides votar si te ha gustado y guardar la historia para seguir imaginando!!

Mi amor perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora