Capítulo 4

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La deseaba. Deseaba tocarla, besarla, poseerla. Deseaba cada maldita parte de esa mujer, deseaba su risa y su olor. Se había sentido atraído fuertemente por mujeres, encaprichado incluso cuando alguna no mostraba interés al primer momento, sabía que había sido un rompecorazones, en el buen y el mal aspecto de ese adjetivo. Pero nunca había sentido tal deseo por otra persona. Sabía que tenía que ver con que no era el mismo joven que había sido, ya había probado la libertad y el encierro, la paz y la guerra, la absoluta alegría y la más honda tristeza y estaba desesperado, habiendo visto la cara de la muerte tan de cerca, por sentir lo único que nunca había sentido: amor.

Se sentó en el sofá de la sala, confundido y agobiado. El amor nunca había sido algo que le llamara la atención. Él tenía claro sus amores, su gran amor había sido la hermandad que compartía con James, la amistad con Remus, el vínculo irrompible que había generado con Lily, y ahora, su único amor era el que sentía por Harry. ¿Era siquiera capaz de sentir un amor real por una mujer? ¿O era la necesidad de alejar la soledad lo que lo motivaba a tan desesperada emoción?

-Sirius- El objeto de su desvelo bajaba las escaleras, esta vez traía un fino abrigo de punto sobre el pijama. Pero aún así, sus piernas se veían maravillosamente expuestas. -Sé que es tarde, pero quería hablar contigo.

-¿Conmigo?- Se acercó a él, se veía incómoda, con una emoción que no podía traducir como vergüenza pero si como pena. Elizabeth se sentía apenada y él no entendía por qué.

-Kingsley ha traído los papeles, entre ellos debo leer tu legajo, pero no quisiera husmear tu historia de esa forma. Aún peor, no quiero husmear lo que creen que fue tu historia, quisiera escuchar lo que realmente fue, antes de leer su versión. Creo en tu inocencia, no te defendería si no lo hiciera, no voy a cuestionar nada de lo que me digas. Solo necesito saber en que me estoy metiendo ¿Lo entiendes, verdad?- Asintió.

-De acuerdo, pero necesitaré un whiskey si pretendes que hable de esto- Elizabeth sonrió levemente, antes de traerle una copa y servirle un whiskey de fuego. Se veía más joven, incluso aniñada, envuelta en aquel sweater de punto rosado que le sobraba en las mangas. -¿Qué sabes de mi, Elizabeth?

-Solo la versión oficial, dicen que traicionaste a James y Lily Potter, que tú servías a quien no debe ser nombrado y que mataste a Peter Pettigrew, fuiste sentenciado a una vida en Azkaban, escapaste luego de doce años y estas prófugo de la justicia hace dos.

-Bueno, para empezar Cornamenta y la pelirroja, James y Lily- aclaró- eran mi familia, James era todo lo que yo quería en el mundo, era mi hermano. Cuando yo me marché de esta casa tenía la edad de Harry, huí sin soportar más lo que sucedía aquí dentro, no sabía donde iría y fueron los padres de James quienes me acogieron como a otro hijo. Remus también, su madre murió joven y su padre cayó en depresión, creeme que los Potter nos dieron todo cuanto tenían para que crecieramos felices, hubiese preferido morir mil veces antes que dañar a alguien de esa familia, mucho menos mi propio ahijado. Por cierto, fui su padrino de bodas y soy el padrino de Harry. Por un demonio, no podía mantener viva ni una planta, pero acepté ser padrino porque si tenía que dejar mi vida entera y volverme un ama de casa para que Harry fuese feliz, lo hubiese hecho sin pensarlo. Lo haría hoy también.
Cuando Voldemort marcó a James y Lily como blanco, Dumbledore vino con la idea de esconderlos, James no estaba para nada feliz con la idea de esconderse y no luchar, pero tenían un bebé y él sabía que su familia lo necesitaba más que nosotros. Son decisiones que solo un hombre hecho y derecho puede tomar. Utilizaron un fidelio, ¿Sabes como funciona?

Elizabeth asintió.

-Fuiste el guardián, eras su hombre de confianza después de todo.

Sirius vació la copa de whiskey y golpeó suavemente el brazo de Elizabeth para que le sirviera otro.

Domando a CanutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora