—De acuerdo ¿Quién dijiste que vendría?— Elizabeth caminaba de un lado al otro de su cuarto, peinándose frente al espejo y yendo a buscar los zapatos bajo la cama. Sirius levantó la ceja al verla agacharse, no podía negar que la visión del pantalón apegandándose a sus caderas era algo digno de observarse. Giró la cabeza en cuanto ella se levantó, intentando ser lo más disimulado que le permitían sus impulsos.
—Solo los Weasley, Lunático, Tonks, quizás Kingsley, el viejo Dug— Asintió, Sirius podía ver que se sentía nerviosa —Cuando vienen aquí lo único que suelen ver es a mí y a un elfo demente que los maldice, cualquier otra cosa será una mejora— Elizabeth le arrojó una almohada, haciendo inevitable que sonría.
¿Cómo era posible que aquella mujer, que estaba aterrada por caer mal a un par de personas, estuviera fríamente entrenada para asesinar magos tenebrosos?
—Trabajaré con esta gente, confiaré mi vida en sus manos y ellos deberán confiar su vida en las mías, realmente debo caerles bien.
—Prefiero que las manos de Mundungus estén lo más lejos de ti posible— otro golpe de almohada— ¡Ya no tienes más almohadas!
Pasó poco tiempo para que Remus llegase con diez minutos de antelación, luego Molly y Arthur puntuales como reloj suizo, seguidos Kingsley y finalmente Tonks con media hora de retraso, disculpas en la boca y tropezando con el paragüero.
—¡Yo te conozco!— Fue lo primero que dijo al ver a la mujer rubia parada junto a Sirius— Gusto en verte, ¿Qué haces tan lejos de casa? ¿No estabas en Estados Unidos? ¿Vivías en la playa? ¿Conocías a Leonardo Dicaprio?
Sirius pasó el brazo por sobre los hombros de Nymphadora en un afán de contener el bullicio andante y colorido que era su sobrina.
—Ningún interrogatorio del Ministerio puede ser peor que el de Nymphi.
—No me llames Nymphi, Orion.
—¿Cómo demonios sabes mi segundo nombre? Tendré que coserle la boca a tu madre.
—Sirius es mi tío— explicó con una sonrisa— En realidad es primo de mi madre, por lo que sería mi primo segundo, pero es suficientemente viejo para ser mi tío, aunque se mantiene en gran forma ¿No crees? Mi madre dice que Remus y Sirius son como el vino, sólo se ponen mejores con la edad— Elizabeth asintió.
—Sin duda— Remus carraspeó, pero Sirius no pudo esconder la sonrisa ladeada mientras se rascaba la creciente barba, recordando porque Andrómeda era la única persona de la familia que le agradaba. —Aunque si vivía cerca de la playa, tengo un pequeño departamento en el que viví desde que mi tía falleció. Heredé su casa pero no tenía sentido estando sola.
—¿No tienes familia, querida?— Molly palmeó las manos de Elizabeth y Sirius previno que sería otro de los protegidos de Molly quien tenía un punto débil por los niños que no habían tenido el amor de una madre.
—Me llamo Elizabeth Dawson, quizás eso explique un poco— Molly la observó un poco confundida pero Arthur la miró con pena.
—Querida, ¿Recuerdas aquella pareja de aurores jóvenes? ¿Los que vivían en esa pequeña finca? Poco después del nacimiento de Ron— Molly se llevó la mano al pecho apenada. Era extraño que los casos de asesinatos durante la guerra tomarán relevancia, dado que eran incontables y sin demasiadas explicaciones, pero aquel caso de dos aurores jóvenes, con futuro prometedor y una niña desaparecida había conquistado a la prensa por un tiempo.
—Oh cariño, lo siento tanto.
—No hace falta sentirlo ahora, ya pasó mucho tiempo— Molly asintió, pero Sirius sabía conociendo a aquella mujer y habiendo peleado con ella desde el primer día que comieron juntos que no dejaría de insistir en sobreproteger a cualquiera persona que creyera que lo necesitaba. —¿Así que son suyas las manos mágicas que hornean los panecillos? Creo que no he comido tan delicioso en años.
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Domando a Canuto
FanfictionElizabeth llega a Grimmauld Place como nuevo miembro de la Orden del Fenix. Sirius encontrará en ella mucho más. Medio millón de lecturas en Potterfics, llega a Wattpad.