Capítulo 3

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Aún estaba algo perdido entre los vapores de la ebriedad y el sueño, había bebido lo suficiente para no tener pesadillas y había dormido toda la noche. Su cuello protestó ante la posición extraña en la que había estado al menos un par de horas. Se acomodó un poco el traje pero no se molestó en cambiarse. Bajó las escaleras y se encontró con los gemelos Weasley en la cocina.

—Hola muchachos— Fred y George eran, solo después de Remus, las personas que más lo visitaban por gusto. Hambrientos por más y más historias de los Merodeadores, historias que Molly reprobaba rotundamente y por lo que venían cuando su madre no estaba presente. —¿Qué están comiendo?

—Pan casero, nuestra adorable madre te ha enviado una cesta llena de comida. Teme que mueras de hambre o que Kreacher te envenene.

—¿Has oído? ¡No soy la única que sospecha de ese elfo!— La voz a sus espaldas le dio un pinchazo en el cerebro. Elizabeth. El soponcio de la ebriedad y la noche lo habían hecho olvidar aquella novedad en su hogar. Fred y George la observaron y luego a él, con exactas expresiones de picardía.

—Un gusto señorita, él es Fred y yo soy George, somos los discípulos de nuestro querido Canuto aquí presente, claro está que ya has conocido alguno de sus trucos.

Otra de sus risas y por fin entró en su rango de mirada, traía solo una camiseta de tirantes y unos pantalones de mezclilla pero estaba tanto o más hermosa que el día anterior.

—Me he perdido al menos tres cosas de esa frase. Asumiré que Canuto eres tú— Sirius asintió— pero no he entendido porque estos muchachos son tus discípulos, aunque creo que la parte de los trucos suponen que me he acostado contigo y es algo ofensivo que todos piensen eso al verme.

—No vino aquí para ser mi acompañante, es la nueva miembro de la Orden— Elizabeth se sirvió una taza de café, se inclinó a darle un beso en la mejilla que dejó su mente en jaque y soltó una risita al ver las expresiones apenadas de los gemelos.

—Elizabeth Dawson, un placer. Dumbledore me ha dicho que si me cruzaba algún pelirrojo seguro sería un Weasley.

—Así es— Fred le tendió la cesta con panes— tres hijos previos, tres hijos posteriores y ninguno tan encantador como yo. Claro que este de aquí es el que más se me acerca— señaló a George con la cabeza.

—Por cierto, nuestra visita no es solo en pos de alimentarte, nuestra querida madre nos envió para recordarte que debes tener al menos el primer y segundo piso listo si quieres que pasemos aquí las navidades y no en la madriguera.

—¿Listos?— Elizabeth miró con curiosidad a los gemelos y luego a Sirius.

—Este lugar estuvo vacío mucho tiempo y antes de eso mis padres tenían artilugios tenebrosos por todas partes. Está bien como cuartel, pero si pretendo que Harry venga de visita debe parecer más una casa. Lo más cercano que Grimmauld Place puede parecer a un hogar.

—Puedo ayudarte con eso, mi trabajo en el Ministerio no comienza hasta la próxima semana, tendría algo para hacer en el día.

—Querido Canuto, nuestra misión está completa.

—Y te dejamos en excelente compañía.

***

—¿Qué deberíamos hacer con este lugar?— Elizabeth miró alrededor de lo que solía ser el escritorio de Orión Black— ¿Hay cosas aquí que tengan valor sentimental para ti?— Sirius sacudió la mano.

—Hay que botar todo, si Kreacher se roba algo lo esconderá en su escondrijo. Hay un cesto en el segundo piso con un hechizo expansor, ponemos todo ahí, no podemos arriesgarnos a tirar las cosas a la basura y que algún muggle las tome. Podrían morir.

Domando a CanutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora