Capítulo 5

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Se despertó temprano, se duchó, se lavó el cabello concienzudamente, se cambió de ropa e hizo su cama por primera vez en meses. Bajó a la cocina, echó a Kreacher que se fue insultando sobre traidores y sangre sucias, y con un par de movimientos de varita preparó el desayuno. Tiró varias de las viejas fuentes con el emblema de su familia hasta que encontró una bandeja de plata, la limpió y colocó el café, el jugo y los panecillos calientes que enviaba Molly casi diariamente.

Subió las escaleras y golpeó la puerta antes de entrar sin esperar respuesta.

—Buenos días Bella durmiente— Aquello desbloqueó en su memoria los cuentos muggles que Lily solía narrarle a Harry y que acabaron siendo momentos donde todos rodeaban a Lily para escucharla narrar sus cuentos y hacer humo y brillo en el aire con las pequeñas formas que acompañaban el relato. Dejó la bandeja levitando junto a la cama y se acercó a abrir las cortinas.

—Sirius, a ella la despiertan con un beso— Se giró a verla, tomado por sorpresa, pero ahí estaba, con su bonita cara repleta de sueño y señalando su mejilla derecha. Sonrió sin poder evitarlo. Se acercó y depositó el beso más inocente del que fue capaz, luchando contra la llama interna que le provocaba la idea de sus labios rozando la piel de Elizabeth. —Tu barba me hace cosquillas.

—Lo siento— Elizabeth arrugó la pequeña nariz respingada.

—No lo decía como algo malo, me gustan las cosquillas. ¿Me trajiste el desayuno?— Se percató de la bandeja flotando junto a la cama, sonriente y sorprendida. Sirius se felicitó a sí mismo, no había sido nunca un hombre detallista, pero sí conocía todo cuanto podía encantar a una mujer.

—Atención de la Honorable Casa Black para ti, Elizabeth— Se preguntó que pasaría por aquella cabeza cuando se quedó en silencio, observando todo de él.

—Todos me llaman Liz, pero tú elegiste llamarme Elizabeth ¿Por qué?— Sirius se acercó y le acomodó el cabello rubio, despeinado por el roce con la almohada, detrás de la oreja.

—Porque no quiero ser como todos, no para tí al menos.

***

Sirius iba a sentarse a los pies de la cama, pero Elizabeth palmeó el lugar junto a ella. Era extraña la cómoda sensación de pertenecer a una situación que nunca había sucedido pero que se sentía como una rutina. Sirius bebió su café en silencio, disfrutando de cada pequeño roce que ejercía en su costado el cuerpo de Elizabeth al untar las tostadas. Podría decir que se comportaba como un caballero pero sería una vil mentira, considerando que entre sorbo y sorbo de café su mirada, que no obedecía a ninguna orden de comportarse correctamente, se dirigía al escote del rosado pijama. Que no era un escote escandaloso, no. Pero la tela sedosa se apegaba a sus curvas y especialmente a la pequeña forma de sus pezones. Bendita y santa manía las de las mujeres de dormir sin sujetador.

—He soñado algo— La ruptura en el silencio lo tomó casi por sorpresa porque Elizabeth parecía bastante concentrada en comer su tostada con mermelada. —Es curioso que cuando pierdes a alguien olvides las cosas más grandes y obvias pero luego son detallitos los que vienen a tu mente. No recuerdo las voces de mis padres, pero he soñado con ellos bailando en la cocina y recuerdo los zapatos rojos de mi madre. Era algo mayor, tenía diez años cuando sucedió todo y debería recordar más pero los sanadores han dicho que quizás mi mente suprimió algunas cosas para superar el trauma.

—¿El trauma?— Elizabeth asintió.

—Cuando te sucede algo tan terrible que te trastorna un poco.

—Si, sé lo que es un trauma. Me refiero a que no sabía que hubieses estado presente, recuerdo haber leído en el períodico lo de tus padres, Harry había cumplido un año hace poco y lo comentamos en la mesa. Eran dos buenos aurores. Dijeron que no había nadie más en la casa.

—El jefe de aurores fue muy considerado al ocultar lo que sucedió a la prensa. Estaba escondida, mi padre había hecho un pequeño hueco detrás de la alacena por si sucedía algo así, pero luego cuando vi cómo trataban a mi madre... Diablos, qué tontería pensar que podía defenderla. La asesinaron frente a mí y luego... Bueno, los aurores llegaron a tiempo para rescatarme. Pero uno de los mortifagos se escapó y creyeron que sería mejor si nadie sabía que había sido de mi.

—Quiero decir que lo siento, pero cuando me dicen que lo sienten solo me dan ganas de golpearlos.

—Es cierto, supongo que solo es la manera en que la gente te dice que tiene lástima por ti.

—No siento lástima por ti, aunque desearía que nunca hubieses tenido que pasar por eso, ningún niño debería. Cuando Harry le mencionó a Lunático que recordaba a Lily gritar, demonios un niño no debería recordar eso. Ojala hubiese podido escuchar la risa de la pelirroja, era algo seria al comienzo pero cuando lograbas hacerla reír, reía tanto que acaba haciendo un ruido gracioso con la nariz.

—Mi madre bailaba todo el tiempo, recuerdo su falda moviéndose constantemente mientras cocinaba o barría o simplemente se movía por la casa. Quizás también cantaba, pero no logro recordarlo.

—¿Crees que hay algo que puedas hacer para recordar más?— Elizabeth se encogió de hombros.

—El cuerpo es sabio, Sirius. Si mi mente cree que lo que tengo es lo justo y necesario, tendrá sus motivos. Uno debe aprender a vivir con lo que tiene y ser feliz con ello, anhelar más constantemente solo me llenaría de frustraciones y dolores.

—Anhelar más es lo que me mantiene con vida en este momento.

—¿Qué quieres hacer cuando seas libre?— Sirius apreció el hecho de que hablara a futuro y no en condicional. Esta muchachita realmente tenía fe en su futura libertad.

—Quisiera ir a King Cross, como un hombre libre, acompañar a mi ahijado al tren y saludarlo mientras se marcha a Hogwarts. Andar en motocicleta por la carretera, muy rápido e imprudentemente, ver el amanecer en cualquier sitio... No lo sé, a veces creo que solo haría las cosas más sencillas como ir a la tienda porque sería capaz de hacerlas.

—¿Tendrías esposa?— Sirius se quedó en silencio. ¿La tendría? observó a la mujer a su lado, definitivamente no sería una molestia dormir con ella cada noche. Había estado preso doce años, quince con los que llevaba encerrado en Grimmauld Place y siempre había considerado el matrimonio la peor de las prisiones, pero aún así.

—Nunca he sido un partidario del matrimonio. Solo he estado en una boda y no es broma si digo que dejé la motocicleta en la parte trasera por si Cornamenta quería huir. Aún así, cuando has pasado tanto tiempo en soledad notas realmente cuán doloroso puede ser y lleva a valorar cosas como una compañía. Además, nadie quiere envejecer solo.

—Lo dices como si tuvieras noventa años, solo tienes cuántos ¿Treinta y cinco? ¿Treinta y seis?

—Cumpliré treinta y seis en Noviembre— Elizabeth asintió tomando su té.

—Solo eres diez años mayor que yo. Es una buena diferencia.

Sirius estaba a punto de preguntar, con todo su interés, buena para qué pero la voz de Lunático desde el piso de abajo lo interrumpió. Lo escuchó preguntar por él.

—Estamos aquí— Gritó. Elizabeth le golpeó el brazo.

—¿Estás demente? ¿Has visto cómo estoy vestida? ¡No puede verme así!— Elizabeth rebuscó entre las cobijas para encontrar su bata.

—Te he visto así desde el primer día.

—Ya, pero tú eres tú.

Sirius sonrió de lado. Qué información importante acababa de recibir.

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Bebés, subiré nuevo capitulo a partir de los 20 comentarios.  

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