[ 04: Un beso que casi se dieron ]

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El gato estaba chocando la cabeza por todas las paredes al igual que Kihyun con Hoseok dentro de su cabeza.

Debía alejarlo de su vida, pero siendo honesto con él mismo si se mantuvo llegado al Campo Kim durante los últimos días fue para poder ver a su madre Oksong y saber cómo seguía el gato, era solo eso. No tiene intención de encontrarse a nadie más que a ella.

No a...

— ¡Hoseok! — Alzó la voz Oksong, levantando la mano. — ¡Los sacos! Déjalos sobre la carreta o quedarán atrás y no serán cargados

El moreno, lento en reaccionar a ese nombre volteó e hizo caso de inmediato y Dios, estaba dando un espectáculo.

El efecto que tenía en Kihyun lo tuvo también con las señoras que trabajan junto Oksong y lo ven detrás de él. Todos miran -sin parpadear- a "Lee Hoseok" cargando sacos de 60 kilos como si fueran plumas.

Sus brazos se ven similar a piedras tonificadas. Su espalda musculosa y amplia estaba desnuda y la camisa sin uso volaba por el pasto, su piel canela parecía quemar debido al sol. Lee Hoseok era un hombre físicamente hermoso, pero más importante un ejemplo de masculinidad.

Kihyun entonces no pudo evitar preguntarse.

— ¿Cómo un hombre puede lucir así?

Él lo es también solo que admitiendo el atractivo en el otro.

Las señoras decían que Hoseok era todo lo que una mujer iba a desear, un hombre seguro y fuerte capaz de defender a su mujer. Y seguramente, los hombres estaba aspirando a tener lo que él transmitía.

Sin embargo, Kihyun, por ser delgado y de baja estatura nunca recibió un comentario como ese, él odiaba lo que heredó de ambos padres. Changkyun y Minhyuk eran más altos y tenían más presentación que él.

Con la mirada gacha se fijó en sus manos, las abrió lentamente y las cerró para analizar los femeninos y gorditos dedos suyos y lo infantil que se veía su mano al cerrarse en un puño.

Dios, miró hacia las manos -que levantan sacos de 60 kilos- y reprimió la respiración, le podía seguir la línea de sus músculos llegando hasta sus hombros, lo fuerte que se muestran y lo grandes que es él. Solamente sus dedos eran inmensos.

Jamás lo pensó, pero ¿Hoseok sería el mayor en su familiar o...?

— Oh por todos los cielos, Oksong, trabajemos más duro para seguir alcanzándole sacos — Se divertían detrás de él una señora adulta. — ¡Cariño ¿nos cantarías otra canción?! — Le gritó a Hoseok.

Y por supuesto, aquel hombre las complació cargando más sacos, y haciéndolas sonrojar con su voz.

Kihyun miró hacia al cielo despejado de nubes y evadió las ganas de verlo sin camisa unos minutos más, ignoraba que además tenía una varonil voz cuando canta. ¿Ese desgraciado no podía ser malo en algo?

— Su voz hace que levantemos el nivel de producción, y eso es poco decir — Le bromeó Oksong a Kihyun, su hijo no quería escuchar.

— Dulzura, aquí hay más sacos — Llegaron corriendo de entre las plantas más señora mayores enrojecidas por el fuerte sol.

Kihyun se rió por el hecho de que ellas morirían si Hoseok no les cantaba antes de morir de insolación.

— Kihyun, trae algo de beber, amor

— Eso se le pide a una mujer, mamá.

Oksong caminó hacia atrás.

Hoseok a lo lejos detuvo su canción.

El Prometido [ SHOWKI ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora