CAPITULO 1

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Era un miércoles soleado de un verano limeño; Viviana, una chica de 17 años que se preparaba en la academia para postular a la carrera de medicina, estaba en clases de matemáticas, ese curso le resultaba difícil ya que prefería los cursos de letras. Era casi la hora de salida y se sentía abrumada ya que tendría que dar un examen de simulacro para ver qué nivel tiene en comparación al resto. Sus amigos Samantha y Marcus estaban junto a ella escuchando la clase en silencio, tomando notas y cuchichiando entre ellos hasta que el timbre de salida sonó.

VIVI: Al fin se acabó la clase, no le entiendo a este profesor, explica rápido y para colmo no se le escucha.

SAMANTHA: Jajaja es cierto, pero creo que Marcus si le ha entendido todo, ¿cierto? – mientras giraba su cabeza hacia él –

MARCUS: En realidad entiendo este tema ya que lo aprendí en el colegio, a este profe no le escuché casi nada.

S: Para su próxima clase deberíamos sentarnos adelante.

V: ¡Yo paso! No me gusta su clase y no aguantaría estar en las primeras filas escuchándolo.

S: Oye Marcus, si has entendido el tema, ¿por qué no nos explicas mañana en el recreo?

M: Sí, claro, no hay problema.

V: Genial, serás nuestro profesor improvisado. Enséñanos bien porque este tema entrará en el examen de simulacro del sábado.

M: ¡Claro, mañana en el recreo repasaremos el tema!

Al día siguiente, Viviana y Samantha se reunieron con Marcus a repasar el curso de matemáticas durante el recreo que duraba 30 minutos; lamentablemente el tiempo no alcanzó para que ambas pudieran comprender todo el tema y Marcus les hizo una propuesta a ambas.

SAMANTHA: Acaba de sonar el timbre, volvamos al salón.

VIVI: ¡Este curso me está matando!

MARCUS: ¿Qué les parece si hoy o mañana viernes nos reunimos en mi casa a estudiar después de clases?

S: Hoy no porque primero tendría que pedir permiso.

V: Tampoco yo, quizás mañana, ¿qué piensas Samantha?

S: Yo creo que sí, pediré permiso para quedarme después de clases. Dile a tu mamá que cocine dos platos extras – dirigiéndose a Marcus –

M: En realidad mis padres trabajan todo el día así que debo comprar mi almuerzo en un restaurante.

V: Yo podría traer mi almuerzo desde casa porque no creo que me den dinero para comer en un restaurante.

S: Yo sí podría comprar mi almuerzo, ya vemos como lo solucionamos en ese momento.

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