Operación diabólica: Maz.

Consejo 3: Planea tu cita.

El grupo no podía esperar a otro viernes para intentar invitar a Maz a una cita, La convivencia entre Nero y Franklin era complicada y necesitaba recuperar su espacio y a su propia vida sin que alguien estuviera hablando todo el tiempo.

—¿Qué tal si le envías un mensaje de texto invitando a salir?- Pregunto el rubio que daba vueltas en la silla de escritorio de Nero.

— Eso me haría ver patético— Dijo Nero cubriendo su cara con una almohada.

— Además, con tu suerte seguro que le explota el teléfono o le asaltan antes de que vea el mensaje— Dijo Vic quien observaba a Liliana sentarse en el piso para abrir varias bolsas de bocadillos— Dame.

— Toda la noche— Le extendió una bolsa de papitas.

— Hmmmm. Estoy condenado a estar solo. Como un triste y patetico saco de musculo fracasado.

— No, siempre me tendrás a mi, y a Vic.

— Y lamentablemente a mi— dijo Franklin deprimido— Extraño el infierno.

— ¿Cómo es el infierno? — preguntó Vic llevando un montón de papas a su boca.

— Infernal.

— Qué descriptivo.

— Es como la novela de Dante pero más moderno, tenemos un tren ascensor que nos lleva entre los círculos y... hay un círculo para todo, es bastante amplio y nunca deja de crecer.

— Vaya.

— Puedo llevarlos algun dia cuando termine este trabajo, hay portales para entrar en distintos puntos del mundo— Liliana soltó una carcajada— ¿Uh?

— Lo siento, mientras hablaba recordé a una señora que decía que el clítoris es el timbre del diablo y que no hay que tocar esa puerta.

— JA DING DONG

— Ya, silencio, intento pensar en algo— Dijo Nero bajando de su cama y extendiendo su mano hacia las botanas— ¿Cuántas calorías tiene esto?- Se llevó las manos a los bolsillos sin nada.

— Yo creo que la razón por la que estás deprimido es porque solo comes pollo sin sabor y batidos con apio y huevos crudos, cualquiera perdería las ganas de vivir con esa alimentación— Dijo el rubio— Tienes que disfrutar la vida de vez en cuando, de nada sirven los músculos si no gozas de algunas libertades.

— ¿De qué hablas? A ti no te he visto comer nada.

— ¿Quieres que repita la parte en la que lo único que hay de comer en esta casa son pollos y vegetales?

— Atragantate— Liliana le lanzó una bolsa de Takis al rubio. Franklin atrapo la bolsa con una mano y la observó en silencio.

— Ehe, es que yo no como fritos— Nero puso los ojos en blanco.

— Te encanta hablar, me tienes harto.

— Hablar es divertido, es lo que forja amistades, el problema es que tu nunca sales de tu casa y pasas mucho tiempo solo.

— Me gusta estar solo.

— ¿Te gusta estar solo o estás acostumbrado? — Nero se quedo en silencio ante esa pregunta, se metio en la cama y se cubrio con su frazada.

— No tengo idea de como invitar a salir a Maz, les estoy haciendo perder el tiempo, mejor vuelvan a sus casas.

— Anda, estar contigo es divertido, podemos jugar cartas, sal de la frazada, se el Nero que todos amamos y queremos— Liliana se acercó con una papita a la boca de Nero, tras un momento, este aceptó comiendola— Eso es, eso es. Podemos pasar un buen dia aunque no hagamos nada productivo.