POV. Camille
Finalmente conseguimos llegar al aeropuerto a tiempo de coger el puñetero avión. Los asientos estaban organizados en tres filas de tres asientos cada una. Los muy capullos de mis amigos se habían sentado: Caleb, Oliver y Anthony, Carter, Sean y Kathia y a mi me dejaron entre un guapísimo chico de aproximadamente mi edad y un señor que dormía babeando sobre el cristal de la ventanilla. Bueno, al menos tenía al sexy chico a mi lado. Lo malo? Que tenía los ojos cerrados y los cascos puestos a todo volumen. Lo supe porque escuchaba la música desde mi asiento. Tenía un curioso pelo marrón avellana y un cuerpo llenito de tatuajes de lo más sexys. Qué? No me culpeis, no soy de piedra... Me pasé todo el viaje contando ovejitas para intentar dormirme pero sin llegar a conseguirlo porque el señor baboso dejaba caer su cabeza sobre mi hombro y tenía que apartarlo de inmediato para no acabar babeada por completo. Miré hacia los asientos de atrás y descubrí a Anthony llorando mientras observaba el DVD de su asiento, asi que supuse que estaba viendo una película triste de las que le gustaban a él, a Caleb y Oliver dándose el lote a su lado, detrás de ellos Sean y Kathia comiéndose la boca el uno al otro y luego Carter... Haciendo algo extraño con una pajitas y un corcho. Mejor no pregunten. Aburrida, bufé antes de colocarme correctamente en mi asiento. Como llevaba puesta una camiseta corta que decía "Fuck You" en negro sobre un fondo blanco y unos leggins negros hasta los tobillos, decidí situarme de lado en el asiento, dándole la espalda al baboso y poniéndome de cara al hermoso peliavellana. Él llevaba puesta una ajustada camiseta negra que marcaba todo su tonificado torso y unos jeans blancos igual de ajustados, dando así forma a unas largas y musculosas piernas. En sus pies portaba unas hermosas Nikes de ambos colores combinados y su aparentemente sedoso pelo estaba cubierto en parte por un gorro de lana gris con las palabras "Fuck You" en negro. Fíjate, íbamos combinados! Me quedé observándolo minuciosamente un buen rato más hasta que despegó sus párpados, dejando a la vista unos escalofriantemente hermosos ojos grises como la plata que me miraban con diversión.
- Disfrutas de las vistas?- me preguntó burlón a lo que yo sonreí alegremente.
- Si! Oye, me encantan tus ojos, me los cambias?- le pregunté con curiosidad. Ciertamente este verano me había vuelto un poco menos... Desagradable? No se, pero me costaba menos sociabilizar con desconocidos. El chico me miró sorprendido y algo incómodo. Se revolvió en su asiento.
- Emm... No creo que sea viable...- diji rascándose la nuca. Yo me encogí de hombros con indiferencia antes de rebuscar en mi mochila hasta encontrar mis amados cascos grandes, de esos que te cubren toda la oreja y te dan la sensación de estar en medio de un concierto en directo. Me los puse sin mediar una palabra más y los conecté a mi móvil con la música a todo volumen. Puse la canción Cheerleader e inconscientemente comencé a bailar al pegadizo ritmo. El chico me observaba con una sonrisa burlona a lo que le miré mal.
- Que miras?- le preguntè, haciendo gala de mi natural mal carácter. Ya decía yo que tardaba en aflorar. El peliavellana me miró enarcando una ceja.
- Asi que tú puedes comerme con la mirada a mi pero yo no puedo mirarte a ti?- inquirió obviamente divertido.
- Touché.- le respondí con un encogimiento de hombros. Al parecer lo dejé sin más palabras porque frunció el ceño y volvió a ponerse los cascos sin mediar más palabra. Mejor. El resto del viaje transcurrió igual de aburrido que al principio.----
------ Hostias, que grande es esto!- exclamó Oliver mirando ansiosamente a su alrededor. Puse los ojos en blanco antes de negar repetidas veces con la cabeza. Ya me lo podía imaginar perdido por los pasillos buscando algún aula. Me reí suavemente e ignoré las miradas raras de la pelirroja y el peliazul para hablar directamente con la joven secretaria de la universidad. Me miró con indiferencia, casi aburrimiento, antes de ignorarme por completo. Me estaba comenzando a mosquear así que planté mis manos abiertas en el mostrador con mayor fuerza de la necesaria, sobresaltándola.
- Mire señora, está usted aquí para atender las dudas de los alumnos de esta enorme y jodida universidad así que le recomiendo que empiece a hacer su jodido trabajo antes de que haga yo misma que empiece a hacerlo, y créame, no le van a gustar mis formas.- le amenacé bajando un poco la voz para que solo ella pudiera oírme. Ella miró a mis amigos, quienes asintieron efusivamente, y luego a mi con desprecio.
- Mira niñata incomprendida de mierda, podrás venir de cualquier pueblucho de mala muerte y allí ser conocida como la malota del instituto pero te puedo asegurar que en lo que llevamos de mañana he visto a gente con peor aspecto que tú y no me das ningún miedo.
Me eché a reir sin poder evitarlo, al igual que la pelirroja y el peliazul. Sonreí maliciosamente y la observé sonreir sin estar tan confiada como antes.
- Okey, tú lo has querido.Diez minutos más tarde, me encontraba frente a una secretaria amordazada tras su escritorio con un calcetín en la boca y las muñecas atadas a las patas de su mesa.
- Y ahora, le importaría ser tan amable y darnos a nosotros tres nuestros horarios, llaves de las habitaciones y mapas?- le pregunté con algo de malicia. La chica asintió efusivamente y se apresuró en darnos las cosas. Le sonreí lo más falsamente que pude antes de alejarnos en dirección a los dormitorios.
- Una pregunta, los dormitorios son mixtos?- nos preguntó Kathia con nerviosismo mientras daba vueltas a su llave entre sus manos. Puse los ojos en blanco.
- Que pasa? Temes que te toque un dios Griego como compañero y no seas capaz de resistirte a sus encantos y termines engañando a Sean?- le pregunté medio en broma medio en serio. Ella bajó la cabeza, azorada y Oliver la miró con indiganción.
- Joder, tan poca fuerza de voluntad tienes?- le preguntó con sorpresa. La observé con curiosidad antes de ponerle una mano en el hombro.
- Hey pelirrojita no te preocupes, para eso ya tenemos a Oliver.
Mi mejor amigo me fulminó con la mirada y por el brillo que tenían sus ojos supe que era hora de correr.
- Adiós Kath, nos vemos luego, ya verás cómo no pasa nada!!
Grité a la par que echaba a correr como una condenada liebre con Oli pisándome los talones hasta que llegué al pasillo de mi habitación. La número 450. Aproveché mi ventaja sobre mi mejor amigo peliazul para abrir la puerta de mi habitación e introducirme dentro con prisas. Suspiré aliviada de haberme librado de él y miré el interior de la estancia. No era demasiado amplia, más bien pequeña, y tan solo constaba de dos camas individuales con sábanas estándares blancas, un arcón para cada cama, dos mesillas de noche y dos armarios junto a dos escritorios. Las paredes eran completamente blancas, sin ningún tipo de decoración. Seguí paseando mi vista por el cuarto hasta que mis ojos se detuvieron en un par de pesadas maletas en la cama de la izquierda. Y a un chico de pelo negro con las puntas blancas que me miraba con entusiasmo.
- Hola!! Soy Cameron, tu nuevo compañero de habitación!!
Genial, en aquel momento pensé que me llevaría bien con él. Hasta más tarde no me daría cuenta de cuánto.
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Not Crazy
Teen FictionSegunda parte de PROBLEMAS, POR QUÉ NO? Camille se pasó todo el verano recuperándose de los acontecimientos sucedidos en el baile de fin de curso. Se desahogó todo lo que quiso hasta el punto de no salir de casa hasta una semana después pero finalme...