Capítulo 11

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POV. Kathia

- ¿Dónde estais abortos de simio? - pregunté, con alegría, en cuanto mi novio contestó al teléfono. Una risa femenina despreocupada me llegó a través del altavoz del móvil, y mi cuerpo perdió cualquier vestigio de calor que pudiera guardar tras más de media hora en la calle, sentados sin saber qué hacer. Oliver frunció el ceño, contrariado, y Cameron me observó con preocupación.
- ¿Cariño? ¡Oh Dios te echo tanto de menos! Al final el pariente de Carter nos mandó a la mierda por nosequé cosas, Caleb se pilló un cabreo monumental y hemos terminado alquilando un apartamento cerca de vuestra universidad. Tendremos que trabajar todos pero estoy seguro de que...
Lo interrumpí al escuchar de nuevo las carcajadas. - ¿Con quién estás? - pregunté mordaz. Hubo un silencio al otro lado de la línea.
- Con...
- Mira, me da igual, nunca pensé que te diría esto pero como llegue allí y haya una tía medio desnuda en tu cama (o aunque esté vestida) le voy a arrancar todas sus extensiones de zorra, ¿me has oído?
Hubo otro silencio, aquella vez más prolongado.- Alto y claro, pero no creo que...
- Bien, mándame la dirección por correo, y dile a la zorrita que se prepare para una muerte dolorosa.
Colgué sin aguardar respuesta y me quedé callada, mirando sin mirar realmente el aparato entre mis manos. Oliver me puso una mano en el hombro, animado.
- Pasar tanto tiempo con Camille te afecta, no querría ser yo esa chica que está allí con tu novio.
Sonrió, despreocupado.
- Te recuerdo que también está con el tuyo.- gruñí de mal humor mientras miraba el mensaje de Sean con la dirección del apartamento y comenzaba a caminar en aquella dirección. Oí a Oli maldecir por lo bajo.
- Esa perra lo pagará caro como haya tocado a mi hombre...
Sonreí sarcásticamente y detuve mi paso hasta estar a su lado para poder posarle una mano sobre su amplio hombro.
- Pasar tanto tiempo con Camille te afecta.
Nos miramos fijamente con los ceños fruncidos un instante, casi gruñendo, hasta que se nos escapó la risa ante un alucinado Cam, el cual nos observaba con algo de nostalgia.
- Qué recuerdos... -susurró, más para sí mismo que en alto, aunque gracias a nuestra sorprendente proximidad pude escucharlo. Lo miré con la cabeza inclinada, curiosa, pero negó repetidas veces como para quitarse un pensamiento de encima y nos sonrió ampliamente.
- Vayamos a conocer a vuestros novios.
- Te recuerdo que Caleb es mío, así que como te pille mirándolo más de lo debido...
- Lo mismo con Sean. Aunque su culo es tan bonito que no podría reprocharte que te lo quedases mirando... -me imaginé los cuartos traseros de mi novio con una mirada soñadora y suspiré sonoramente. Sólo esperaba no tener que cortarle las pelotas por engañarme.

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La puerta del piso 4°A se abrió de par en par, mostrando un amplio salón lleno de cajas, bolsas y un sofá que se me hizo tremendamente familiar. Carter se hizo a un lado para permitirnos la entrada y abrió su largo brazo, abarcando toda la estancia.
- Bienvenidos a nuestro humilde hogar. Por cierto, bienvenido, soy Carter.
Tras entrar todos, Cameron se dio la vuelta y le estrechó la mano con una sonrisa tímida.
- Cameron. Un placer.
Carter sonrió amistosamente antes de dirigirnos a alguna parte de la vivienda todavía desconocida para nosotros. Las carcajadas femeninas hicieron acto de presencia y, remangándome la camisa grande que llevaba hasta los codos, avancé adelantando a mis amigos y entré de golpe en la que parecía ser la cocina. La puerta, que había empujado con demasiada fuerza, se estrelló con un sonoro impacto contra la pared, aunque por suerte no se hizo ningún agujero. Mi mandíbula se abrió a más no poder al ver la escena que se desarrollaba ante mis ojos. Camille, con las mejillas llenas de chocolate de modo que parecía una ardilla, me miraba con una sonrisa (o un intento, ya que si abría mucho la boca corría el riesgo de que el chocolate se le saliese) a pesar de tener los ojos enrojecidos y algo inchados, como si hubiera estado llorando durante mucho tiempo. A su lado, Anthony y Caleb estaban en las mismas condiciones, mientras que Sean y Connor les hacían fotografías con sus móviles para futuros chantajes. Mi novio, al verme, dejó el teléfono sobre la encimera de mármol y corrió a abrazarme y besarme. Me sentí tan estúpida y tan tremendamente avergonzada de mis celos que le dejé hacer, para luego esconder mi cabeza en su pecho.
- ¿Lo siento? - murmuré sin apartar mi cara de su camiseta gris. Su pecho se agitó con sus carcajadas. - No te preocupes. Te ves adorable celosa.
Mis mejillas, ya sonrosadas de por sí, se calentaron hasta que estuve segura de que mi cara parecía más bien un tomate. Él volvió a reir. A mis espaldas, escuché a Oli presentando a Cameron a los chicos y luego hablando con Camille.
- Pequeña zorrita, no habrás tocado a mi hombre, ¿verdad?
- Hmpfhm.
Mi mejor amiga trataba de hablar mientras gesticulaba exageradamente tratando de ilustrar sus intentos de palabras con sus manos y brazos. Parecía un pez fuera del agua.
- Más te vale, si no me veré obligado a cobrarte. Y tú no me intentes besar hasta que hayas acabado de tragar todo ese chocolate, ¿cómo se os ocurre meteros tanto? Sólo faltaba que se endureciese y os quedaseis medio ardillas para siempre.
Reí inevitablemente y mis amigos conmigo. Me di la vuelta entre los brazos de Sean, quedando así él abrazándome por la espalda, y observé a mi mejor amiga tratando de tragar rápidamente con cara de asustada, igual que Anthony, mientras Caleb perseguía a Oli por la habitación tratando de besarlo. Un día normal en nuestra familia de chiflados.

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