-𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌𝐄

fifty-six

LUCIE POV'S:

—Señorita Wolff, este espacio está equipado con todo lo que usted desea, tres recamaras, un salón bastante amplio, tres baños y uno de visita, una cocina amplia y una terraza con vista al gran reloj— Hoy por fin había decidido independizarme de mi padre y susie, estaba comprando algo que sería una de mis mejores adquisiciones.

—Aceptó, donde está el contrato para firmarlo. — la chica me extendió un papel el cual supongo que era el contrato, leí el contrato y al finalizar firme este para devolvérselo a la chica.

—Espero que esté feliz con su compra. — la chica me brindo a una sonrisa a la cual yo correspondí

—Gracias

—Bueno si no tengo nada mas que hacer aquí me retiro.— después de breve despedida se retiró de mi ahora nuevo apartamento.

•

—¿Puedo ir a verte?— Le pregunté a Lando. Sostuve mi teléfono en mi oído, esperando su respuesta y luego dejó escapar un suspiro.

—No estoy en casa, Lu, ni siquiera estoy en la ciudad—respondió, y escuché la puerta de un auto cerrarse de fondo. Me pasé una mano por la cara, dejándome caer en mi sofá. Lando no estaba en la ciudad era una novedad para mí pero sabía que en poco tiempo empezaría la GP de Bélgica.

—¿Desde cuando?—Pregunté, mirando las manecillas de mi reloj marcando. Era tarde, alrededor de las diez de la noche.

—Desde hace dos días.

Volvió hablar.

—Lamentó no haberte avisado, hace tiempo no nos
vemos.

—Landito no es tu culpa entiendo.

—Tienes razón—dijo, y escuché el arranque de un auto. —Me tengo que ir. Pero fue agradable hablar contigo, Lu. Te veré pronto.

—Nos veremos en el Gran Premio.

Miré al techo, disfrutando de la tranquilidad de mi apartamento. Pero echaba de menos a George, aunque apenas había pasado un día. Dijo que me vería esa noche, pero estaba empezando a pensar que podría no suceder.

Consideré llamarlo para preguntarle si debía esperarlo o no, pero decidí no hacerlo y me levanté para servirme una copa de vino.

Me senté de nuevo y tomé mi libro, usando el marcador para pasar al capítulo donde había terminado la última vez que leí. Crucé mis piernas desnudas y rápidamente me perdí dentro de un mundo de ficción.

Pasó una hora cuando llamaron a mi puerta.

Debe haber sido George, pero no queriendo correr ningún riesgo, dejé mi libro y grité:

—¿Sí?

—Es tarde, lo sé, pero ¿puedo pasar?—preguntó George, su voz sonando diferente a lo habitual. Me avisó y me levanté para abrir la puerta. Dejó escapar un suspiro cuando me vio, su cabeza cayó como si estuviera abrumado por el agotamiento.

—No tienes idea de lo agradable que es ver una cara amiga—murmuró George, y me hice a un lado para dejarlo entrar.

Mi mirada viajo por su cuerpo viendo que llevaba el abrigo de mercedes y unos jeans que caían a la perfección. George parecía haber tenido un día algo agotado.