Prologo

345 22 11
                                    

Daniel

Los pasillos estaban bañados por la oscuridad de la noche que se colaba en los ventanales del lugar que por años he considerado mi hogar.

El castillo estaba bastante solitario a pesar de que apenas había empezado a anochecer. Yo estaba asustado, más que nada enojado y preocupado, y quizás esa era la razón por lo que los dos guardias a mi lado no emitían sonido alguno.

Nuestro país Wellington. Se encontraba en graves problemas. Necesitábamos ayuda de una especie que ni si quiera podía respirar el aire que circulaba dentro de nuestro territorio. Estábamos a nada de llegar a una crisis, y papa no quería entender que quizás este era el momento de comenzar una nueva alianza, que fuera nuestro linaje el que cambiara estos años de guerra.

Y yo como futuro rey de los licántropos estaba dispuesto a todo, así tuviera que meter las manos en el fuego para buscar una solución.

Sophie

Estaba sentada en el balcón de mi casa observando el atardecer, admirando el bello color naranja que teñía el cielo. Era una fiel admiradora de ver el cielo, fuera en el amanecer, atardecer o solo contemplar las estrellas. Tenía ya bastante rato ahí pensando muchas cosas, estaba al tanto de lo que sucedía en Wellington, el lugar donde crecí, estaban desapareciendo varias personas de cualquier especie o aparecían muchos cuerpos muertos. Sin contar la comida. De solo recordar me recorre un escalofrió por el cuerpo.

Mi familia y yo siempre tratábamos de ayudar en lo quepodíamos, pero me estaba dando cuenta de que nuestros intentos no eran suficientes y si esto seguía así, llegaríamos a una crisis, o hasta una guerra. Tenía que pensar en algo rápido, aunque eso implicara meterme en la boca del lobo

INQUEBRANTABLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora