Criogenic Chamber [Taekook] [COMPLETA]

7 [Final]

Su cuerpo está ahí, flotando en esa enorme camara de agua verdosa que lo mantiene con vida.

—Ay, mi niño...

Suspiro una vez más.

Ni siquiera recuerdo cuando fue que te traje aquí, pero sé que ha sido mucho tiempo. Y tú sigues viéndote igual.

Tan joven, tu piel se ve suave, estás más esbelto y tu cabello se ve precioso.

Pero extraño ver tus ojos.

Extraño que me mires como solías hacerlo.

Estás ahí, flotando en el agua, inconsciente y con solo una camisa cubriendo tu cuerpo.

¿Cuánto ha pasado desde que entraste en coma? ¿Cuatro años? ¿Cinco? No lo recuerdo, solo quiero que despiertes.

Tus padres y mi madre perdieron la esperanza hace mucho tiempo y quisieron desconectarte nuevamente, fue el momento indicado para traerte aquí y tratar de salvarte.

Te saqué del hospital para tenerte aquí, bajo mi cuidado y parece funcionar, pero han pasado años y lo único que se de ti es que tu corazón sigue latiendo.

Ya tengo treinta, tu madre se quitó la vida cuando vió que no despertarás y tu padre murió de tristeza luego de su muerte.

—Lo siento mucho, mi amor...

Siento no haber podido detenerlos, siento no poder ayudarte.

No he hablado con mi madre desde hace dos años, no me alimento correctamente, no puedo dormir porque no estás conmigo, el cuerpo me pesa pero yo sigo teniendo la esperanza de que algún día vas a despertar y vas a volver a verme.

Cuando despiertes irás a la universidad de artes que querías, yo me voy a encargar de eso. Y cuando termines tus estudios adoptaremos al niño del que tanto me hablabas, el hijo que querías tener conmigo.

TaeHyung, 32 años.

—Hola, cariño. —entrando a la habitación, sonreí cuando te vi en el lugar de siempre.

Flotando.

—Te traigo tus flores favoritas. —dejo el ramo de tulipanes frente a la cámara de agua— Pero de plástico. —reí— Porque eres alérgico a ellas, ¿Irónico, no?

Paseó por el cuarto con poca iluminación checando los sensores y todas esas máquinas que te mantienes con vida.

—Todo parece normal, no hay cambios.

No hay cambios.

¿Por qué? ¿Por qué no puedes despertar?

—Hoy salí a correr en la mañana, me hacía falta algo de aire fresco. —cuento, como si jungkook pudiera escucharme, ojalá lo hiciera.

Hago esto todos los días, una rutina que no pienso dejar hasta que mi niño abra los ojos.

—¿Recuerdas cuando un perro me persiguió después de ir a tu casa? Hoy me pasó algo igual, pero salía de la floristería.

Y seguí contándote el resto de mi día.

—¿Puedes escucharme? Yo sé que si, por favor, despierta cariño. Te necesito.

TaeHyung, 37 años.

Moví la silla hasta dejarla frente a la cámara de agua, viendo a jungkook flotar sin ningún movimiento provocado por el mismo.

—¿Hasta cuándo? ¿Cuánto más tengo que esperar?

Miro el libro en mis manos.

—Hoy tengo un libro diferente para tí. Amas leer, pero ahora no puedes hacerlo por ti mismo, entonces yo te leeré. Cuando despiertes podrás leerlo por ti mismo.

Sonreí, tratando de aguantar el nudo en mi garganta y las inmensas ganas de llorar que tengo.

TaeHyung, 45 años.

—Feliz aniversario, mi amor.

Dejé el pastel de fresas frente a la cámara de agua, junto a los cientos de ramos de tulipanes de plástico.

—¿Cuántos años llevamos ya? Eh perdido la cuenta.

Me arrodillé frente a jungkook y saqué una cajita de mi bolso.

—Quisiera pedirte matrimonio mientras estás frente a mi, con los ojos abiertos. Me gustaría ver tu rostro cuando lo haga, pero ya no aguanto.

Las lágrimas caen de mis ojos y una sonrisa dolorosa se extiende en mis labios.

—L-Lo siento... Estoy emocionado.

TaeHyung, 51 años.

Mis pierna son débiles, peso menos de lo saludable, no he comido en días y tampoco he dormido mucho. Estoy débil y siento que me voy a desmayar en cualquier momento, pero aquí estoy, sentado frente a tí, en silencio, solo viéndote. Esperando por algún movimiento.

Una señal.

Algo que me diga que si vas a despertar.

—Por favor... —sollocé sin poder evitarlo.

TaeHyung, 60 años.

—Feliz cumpleaños a tí, feliz cumpleaños querido kookie, f-feliz cumpleaños...

Mi cuerpo pesa demasiado, mis manos son demasiado débiles para seguir sosteniendo la rebanada de pastel que tengo y sin evitarlo dejo que caiga de mis manos.

—Lo siento, pesa mucho.

Sigo caminando hasta sentarme frente a tí y me quedo viéndote.

—¿No vas a despertar, cierto? —solté una risa vacía, mis ojos están secos de tanto llorar.

—Lo único que me mantiene con vida es las ansias que tengo de verte abrir los ojos. Pero ya no aguanto.

Todo a mi alrededor da vueltas y caigo hacía atrás sin poder evitarlo, golpeando mi cabeza en el proceso.

—No tiene sentido que yo siga viviendo.

Y antes de que pudiera decir algo más, siento mis latidos volverse lentos y pronto todo se vuelve oscuro para mí y dejo de ver, sentir y escuchar.