XV

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Mentiría si dijera que puedo recordar la hora, el lugar o siquiera el día en que sin querer caí rendido ante los encantos de una resplandeciente chica, brillante, amable, tranquila y hermosa, en pocas palabras, claro, y en una sola... única. 

Mentiría si contara que sentí que el mundo se detenía al verla pasar, que deje de respirar y que mi pulso se aceleró con tan solo escucharla hablar. No fue una típica escena romántica como en las películas, no me puse celoso por una estupides que me hizo darme cuenta, simplemente un día note que ya no podía evitar sonreír al verla o que no estaba agusto si ella parecía deprimida, un día simplemente noté lo alegre que era oírla reír.

Mentiría si dijera que me enamore de ella por todo el tiempo que pasamos juntos, cuando apenas hablábamos en clases. Y volvería a mentir si dijera que no la ame tanto como me fue posible, me permitió conocerla y también caer aún más ante sus encantos. 

No me arrepiento de todo el tiempo que fuimos amigos, ni de las veces que soporte las ganas de abrazarla o besarla, ni de las miles de veces que tuve que consolarla, de ser posible sería capaz de repetir todo de la misma manera, porque nunca me arrepentiré de haberla amado, incluso cuando nunca llegó a ser mía. 

...

— ¿Me llamaste? 

— Sí, Aizawa nos colocó en equipo para el proyecto ¿te parece bien? 

— Claro que sí ¿porque no lo haría? 

— Bueno no a todo el mundo le agrado, creí que te incomodaría o algo. 

— Me agradas t/n,  ¿tú no te sientes incomoda al trabajar conmigo? 

— Por supuesto que no, Todoroki, seamos amigos ¿sí?  

Fue en segundo año de la UA, después de aprender que no estaba mal hacer amigos y que tenía derecho a disfrutar mi vida; fue en una de las tantas clases que nos asignaron entregar un trabajo en parejas aleatorias que fui capaz de convivir más con ella y, también fue en ese año que reconocí y acepté mis sentimientos por ella. 

Desde ese trabajo mantuvimos una buena comunicación y fui capaz de conocer realmente a la persona que me robo el corazón, en algún momento la compare con el sol; brillante, cálido y especial. Nuestra amistad era un poco superficial, algunos mensajes de texto, saludos al momento de vernos y uno que otro entrenamiento juntos, quería más pero no me sentía con el derecho de exigir más. 

Mantuvimos ese tipo de amistad por un tiempo, suficiente para alimentar un poco mis esperanzas y al mismo tiempo matarlas ¿cómo le dices a alguien que te gusta? ¿y que es la primera vez que sientes algo así? No lo sé, pero su amistad me daba vida y me la quitaba al pensar que solo eso obtendría. 

— ¿Estas bien? 

No recuerdo exactamente cuál fue el motivo o la razón por la que decidí salir a correr a las afueras de la UA ese día,  pero nunca podré olvidar el dolor que sentí al verla sola, triste y llorando en la sombra de un árbol. Por primera vez vi al sol apagarse y desaparecer en la oscuridad. 

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué? 

— Vete...— un susurro tan debil y fragil que el viento estuvo a punto de comérselo— regresa adentro, está a punto de oscurecer.  

Nunca he sabido cómo consolar a la gente, con trabajos logró entender los sentimientos de otros, incluso los míos son tan complicados. No sabía qué decir o hacer para ayudarla, para que entendiera que estaba a su lado, que la ayudaría si me lo pedía ¿cómo se lo digo? 

— Estoy aquí —igual que ella susurre cuando me senté a su lado, respetando su espacio personal— somos amigos y estoy aquí para ti. 

¿Lo mejor era ser directo, no?

Antes del atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora