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—No puedo creer que esté haciendo esta estupidez.—fue lo que pensó Dante mientras era presentado a la clase por su nueva maestra. Este se encontraba parado frente a la clase, con el uniforme de la Academia, aunque claro que su camisa la llevaba por fuera y aún tenía puestas sus típicas botas. Ni siquiera se tomó la molestia de llevar mochila.

—Chicos, el es su nuevo compañero de clase, Anthony Redgrave. Señor Redgrave, puede sentarse junto a la señorita Himejima.—dijo la profesora al Redgrave.

Akeno levantó su mano, para hacerle saber a Dante en donde tenía que tomar asiento. Dante se dirigió a ese lugar, mientras se escuchaba a toda la clase susurrar entre ellos cosas sobre el nuevo estudiante.

Es muy atractivo.

—Vaya que es jodidamente sexy.

—Ni siquiera lo mires, yo lo vi primero.

—¿Quien será la afortunada que se come todo eso?

Fueron algunos de los comentarios de las chicas de la clase. Mientras que los comentarios por parte de los hombres eran totalmente diferentes.

—¿Como demonios lo hizo? No lleva ni 5 minutos aquí y todas las chicas mueren por él, eso es muy injusto.—pensó él peli-castaño conocido como Issei, con algo de molestia y envidia.

Dante se sentó junto a Akeno, en el lugar que le había sido indicado, simplemente se sentó y puso sus pies sobre la mesa, algo típico de el. El Redgrave notó que la compañera a su lado, conocida como Akeno Himejima, lo miraba con algo de curiosidad al notar que era el guardaespaldas de Rias, el cual habías visto el día anterior. Dante al notar su mirada sobre el, giró su cabeza hacia ella y le guiñó un ojo de manera coqueta para luego dirigir su atención al frente nuevamente, lo que hizo sonrojar mucho a Akeno. Varias chicas notaron esto y por supuesto envidiaron mucho a Akeno.

Dante ni siquiera prestó atención a la profesora durante la clase, solo esperó a que la clase terminara para poner fin a su "tortura". Hasta que llegó la hora del almuerzo, en donde Dante despertó ya que se había quedado dormido durante las clases, por lo que no prestó ni la más mínima atención.

El joven Cazador de Demonios caminó por los pasillos de la Academia, hasta que encontró una máquina expendedora. Dante se detuvo frente a esta y sacó unas monedas para luego introducirlas y seleccionar una bebida.

—Hola. ¿Como esta...?—Dante notó como Issei y su par de amigos, más conocidos como el trío de pervertidos, se acercaron a hablarle, pero el joven Sparda lo interrumpió de inmediato.

—Si vinieron a pedir autógrafos, lamento decepcionarlos pero tendrán que hacer fila.—dijo Dante dandole un golpe a la máquina para que cayera su bebida, ya que se había quedado atorada, una vez hecho esto, tomó su refresco y se fue de ahí, dejando al trío de pervertidos con las palabras en la boca.

—Definitivamente es un idiota.—dijo Issei notando la falta de modales del Redgrave.

—Lo es, no sé por qué las chicas se mueren por él.—dijo Motohama, coincidiendo con la afirmación de Issei.

—Pues es obvio que es por su atractivo físico.—aseguró Matsuda, otro de los tres integrantes del trío pervertido. El trío siguió debatiendo entre ellos el porqué Dante llamaba tanto la atención del genero femenino.

Por otro lado, el joven Redgrave, se encontraba caminando por el patio de la academia, bebiendo su soda, y en dirección al Club de Ocultismo, en donde sintió la presencia de la peli-roja a la que tenía que cuidar. Algo curioso que Dante notó fue que la Gremory era bastante popular en la Academia Kuoh, y bastante deseada por los chicos, pero al parecer ninguno tenía oportunidad.

Esto no se le hizo extraño al Sparda, ya que no se había detenido a examinar bien a la Gremory, pero cuando lo hizo, notó que tenía un buen cuerpo, voluptuoso y con unas curvas muy bien asentuadas, que cualquier chica envidiaría.

Una vez llegó al Club, abrió la puerta y notó que la peli-roja se encontraba sentada en un sofá colonial jugando ajedrez junto con Akeno, pero desviaron su atención hacia él cuando escucharon el sonido de la puerta.

A Dante no le importó la mirada de las chicas sobre el, simplemente pasó, y llevó una silla hacia el lugar en donde se llevaba a cabo el juego de ajedrez para ser espectador mientras bebía su refresco. Pero el Redgrave volteó su vista hacia la peli-roja, al notar que esta lo observaba con una expresión en blanco.

—¿Que?—preguntó el joven Sparda al notar la mirada de la chica.

—¿Ni siquiera te dignas a saludar? No puedes simplemente pasar como Pedro por su casa.—dijo la chica con una molestia notable en su voz.

—No quería interrumpir su jueguito de nerds.—dijo Dante en un tono despreocupado, bebiendo lo que quedaba de su bebida. Rias se limitó a rodar los ojos por la arrogancia del muchacho.

—Lo que sea. ¿Que haces aquí?—preguntó Rias para hacer su siguiente movimiento con una pieza del tablero.

—¿Tienes amnesia? Soy tu guardaespaldas, se supone que debo protegerte, y para eso tengo que estar cerca de ti.—dijo el joven Redgrave, haciéndolo sonar bastante obvio.

—No necesito de tu protección.—aseguró la joven Gremory concentrada en el tablero.

—No me hagas reír, es obvio que la necesitas, se nota que eres una niña consentida y mimada que nunca en su vida se ha enfrentado a los peligros del mundo real.—dijo Dante a la Gremory, la cual enfureció al escuchar esas palabras.

—¡Pues tú eres un insensible y maleducado que no sabe lo que es el respeto!—dijo la peli-roja bastante alterada, al parecer el Redgrave lograba sacarla de sus casillas con suma facilidad.

—Auch. Heriste mis sentimientos, princesita.—dijo Dante sarcásticamente y con una sonrisa burlona en su rostro, lo cual solo logró enfadar más a la Gremory, si es que eso era posible.

—¡¿Por qué no te largas por donde viniste?!—preguntó la peli-roja, deseando que el Redgrave le hiciera caso y se fuera.

—Linda, si de verdad crees que estoy aquí por gusto, estas tan loca como una maldita cabra. Creeme, de ser por mi, estaría en casa follando con un par de chicas mientras me emborracho hasta perder la conciencia. Pero le dije a tu hermano que te cuidaría, es mi trabajo, y es lo que haré.—dijo el joven hijo de Sparda con normalidad, tomando un té que se encontraba en la mesa donde jugaban ajedrez, al ver que su bebida ya se había acabado.

Akeno se sonrojó en sobremanera al escuchar las vulgaridades dichas por el Redgrave, sin ningún tipo de vergüenza. Mientras que las mejillas de Rias se tornaban del mismo color de su cabello pero por el enfado que provocó Dante en ella. El joven Sparda estaba seguro de que la Gremory estaría echando humo por sus orejas de ser eso posible.

—¡Eres insoportable!—gruñó Rias levantándose de su lugar para marcharse en una dirección desconocida.

—Que aguafiestas.—murmuró Dante bebiendo un sorbo del té en sus manos.—El té no es lo mío, pero este sabe fantástico.—dijo el Redgrave a Akeno, quien aún estaba presente.

—Yo lo preparé. ¿Quieres que te prepare uno Dante-san?—ofreció Akeno, quien se sentía halagada por el comentario del Cazador.

—Por supuesto, si no es mucha molestia claro.—dijo el Redgrave con una sonrisa ladina en su rostro, haciéndose el educado.

Algo le decía que este lugar no sería tan aburrido después de todo.

𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 𝐌𝐚𝐲 𝐋𝐨𝐯𝐞 - 𝐃𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐱 𝐑𝐢𝐚𝐬 𝐆𝐫𝐞𝐦𝐨𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora