𝘉𝘦𝘢𝘶𝘵𝘪𝘧𝘶𝘭 𝘉𝘰𝘺

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Severus Snape observo junto a el cuerpo de el niño recostado a su costado en el sillón de piel a sus colegas irse de manera inmediata por las emergencias escolares irritantes que se les presentaban de manera inesperada aunque ya anticipadas por la situación tan inesperada en el mundo mágico, dejándolo solo junto con su pequeño niño, su lindo y tierno dormilón; que mantenía sus hermosos ojos verdosos ocultos para el mundo mágico y para su padre, quien ansiaba verlos nuevamente irradiar lo que tanto amaba, y esto no era por qué le recordaban únicamente a su mejor amiga y a la única mujer que amó en su juventud, si no que también mostraba que su niño tenía vida, cosa tan arrebatada en la mayor parte de su vida, amaba verse reflejados en esos ojos brillantes, llenos de amor e inocencia cada que jugaban a él ajedrez mágico los fines de semana; disfrutando el sonido de la chimenea o cuando hacia un pequeño berrinche con un pucherito en sus labios por el repaso de trabajos los fines de semana antes de cenar, después de tantas perdidas, la vida en esos ojos eran un bálsamo para las heridas de el pasado.

El pocionista pudo soltar el aire que retenía de manera inconsciente y solo dirigió sus botones negros a ver a el niño que dormia pacíficamente entre las cobijas infantiles en el sofá. Se acercó a este y se sentó a su lado dejando su espalda reposar en el armazón del sofá aún sentado en el suelo caliente gracias a los calentadores mágicos puestos alrededor de el castillo por el frío de Escocia para los habitantes de el castillo, escuchando el leve sonido que cortaba el aire de la habitación de respiración del niño calmado y sereno expresando que se encontraba sano y salvo en sus sueños, sonrió melancólicamente en sus adentros pensando en la noche anterior, el niño aún tenía tanta energía que quería jugar Quidditch al día siguiente, leer el nuevo libro que había comprado su padre para el de pociones y cocinar junto con el elfo doméstico de el hogar que siempre lo supervisaba para evitar accidentes graves. 

Los dedos largos del pocionista se dirigieron al suave y cuidado cabello castaño oscuro que ahora era precioso, enterrando sus dedos y haciendo suaves caricias cómo lo hacía cada noche, aún recuerda con la sangre hirviendo como aquellos muggles dejaron a su hijo afuera de su casa en medio de una gran tormenta invernal, solo puede recordar aquel pequeño cuerpo hecho un ovillo, acariciando sus piernas desnudas por la basura que tenía de ropa, solo un pedazo de tela rasgada y delgada, queriendo tener calor y evitar una hipotermia que parecía que aparecia lentamente por el tono azulado de su piel. Recuerda la primera vez que vio esos ojitos pidiendo ayuda de manera silenciosa, aún le duele el corazón al recordar los ojitos esmeralda llorosos y sus mejillas pálidas, su ropa tan rota y grande y su cabello sucio, con manchas de sangre y suciedad.

Severus solo supo respirar profundo para no descontrolar su magia el pensar en todo eso, ahora, Harry estaba bien, era feliz y estaba a salvó en su hogar. Aunque ahora, simplemente los ánimos de pensar en positivo se habían disipado desde el momento en el que se vio desconocida la razón de todo este calvario.
El pocionista solo atinó a levantarse de el suelo sin cuidados y colocar protecciones alrededor del chiquillo con un rastreo de movimiento, aquello solo le levantaba un poco la ilusión de poder verlo despertar.
Camino a las escaleras del laboratorio secreto y privado de Albus Dumbledore, teniendo el permiso de este para hacer lo que deseará, sabiendo que tanto los calderos cómo los ingredientes estarían en buenas manos. El pelinegro coloco una capa gruesa de protección y guantes de escamas de dragón y cuero de la más alta calidad para empezar a trabajar, buscar hasta en los rincones menos pensados podrían servir, buscaría desde lo más básico hasta lo más difícil de hacer en el sector de pociones para buscar una forma, aunque sea alguna idea de que sucede con los niños y como detenerlo si es que llega a ser susceptible para adultos en un futuro.

-Hey! Dijo una voz en su espalda, parecía ser una voz de un hombre de tercera edad, su voz mostraba sus años con su desgaste en su Barítono que ponía escalofríos en lo que lo escuchará.

Severus rapidamente y como un movimiento casi automático levantó su varita con un hechizo casi saliendo de sus labios a quien creía, era el sujeto que poseía esa voz; pero solo percibió el cuadro totalmente negro y vacío que no había notado en las limitadas veces que había entrado.
Extrañado, solo atinó a susurrar un encantamiento esperando encontrar una respuesta.

''Revelio''

Pero no encontró nada ni se mostró a algún intruso, no había magia que ahuyentar, esperando que no fuera una broma de mal gusto continuo con su búsqueda siendo interrumpido otra vez, definitivamente tendría una jaqueca si no se callaba esa maldita voz.

—Aqui arriba maestro pocionista! —Irritable, así lo consideraba el maestro que no le prestó atención.— Vamos! Voltea a ver Maestro, o no deseas salvar a el niño. —El maestro volteo de manera agresiva a la voz, definitivamente tenía un punto débil.

Al voltear pudo ver una silueta de un hombre en el cuadro, vistiendo tunicas marrones con una barba un poco más obscura que su ropa con una medida media y un color de piel obscuro. Severus contemplaba curioso, juraba haber visto ese cuadro sin absolutamente nada en el y por más raro que pudiera ser, podía reconocer quién era aquel que se presentaba en el cuadro, Mungo Bonham,uno de los medimagos más sobresalientes de la historia, definitivamente su día iba a ser bastante extraño si es que este tipo de cosas aparecían en el desarrollo del día.

𝖡𝖾𝖺𝗎𝗍𝗂𝖿𝗎𝗅 𝖡𝗈𝗒• 𝖩𝗈𝗇𝗁 𝖫𝖾𝗇𝗇𝗈𝗇

𝑶𝒑𝒆𝒏 𝒀𝒐𝒖𝒓 𝑬𝒚𝒆𝒔 𝑯𝒂𝒓𝒓𝒚 <𝑺𝒆𝒗𝒆𝒓𝒊𝒕𝒖𝒔>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora