Arllette Green
—Lo mejor del caso es que no tuve que renunciar —Arvel se deja caer en el sofá de la sala—, ¡me despidieron! Ahora recibiré paga por ser despedido, es genial.
—Yo que tú no me relajo tanto —Agatha agarra el control de la televisión y comienza a cambiar de canal como si la vida dependiera de ello—. Ahora eres desempleado. Búscate un trabajo. Ser un soltero desempleado no es lo más genial del mundo.
—¿Y tú que vas a saber de nada? —Arvel le lanza una mirada acusadora a nuestra pequeña hermana.
—Leo mucho —Responde ella, encogiéndose de hombros.
—Soy informático, querida —Arvel habla con un tono de superioridad—. Ya verás que encuentro trabajo en un parpadeo.
—Ojala —Agatha deja de cambiar de canal y lo deja en donde está empezando su serie del año—, eres un tío muy pesado.
—Soy tu hermano, no tu tío —Arvel se burla.
—Joder, no es mi culpa haber pasado la mayor parte de mi vida aquí en España, ¿ok? —La menor le lanza un cojín en la cara.
—Dejen de comportarse como unos mocosos —Protesto viendo como comienzan a lanzarse el cojín el uno al otro.
—¡Dile a Arvel que no se comporte como un crío! —Agatha lo señala con un dedo acusador.
Antes de poder decir nada, Agatha recibe un ataque letal por parte de un cojín volador, dándole de lleno en la cara.
—Arvel, ya —Entrecierro los ojos, mirando a mí hermano—. Agatha no se burla cuando dices chamo, pibe o parce.
—No era necesario que me humillaras con tus conocimientos de la lengua latina, gracias —Agatha se acomoda en el sofá toda refunfuñada.
Sonrío victoriosa y le guiño un ojo a Arvel antes de levantarme e ir a mi habitación.
Hoy mis queridos hermanos decidieron invadir mi casa en lugar de la casa de papá. Y es que la verdad tiene sentido, papá no estará en casa por todo un mes. Ir a su casa no tiene sentido si él no está.
Las niñas irán a dormir con Adler, porque es el hermano mayor favorito, el más consentidor, diría yo. Pero durante el día se la pasarán en mi casa o en el piso de Arvel. Hoy yo fui la elegida.
Veo el reloj de pared de mi habitación y suelto un suspiro al recordar el compromiso que tengo dentro de diez minutos.
Comienzo a cambiarme con pereza.
Me coloco mi camiseta favorita de Maneskin, un pantalón negro rasgado y unos zapatos deportivos.
Me miro al espejo y decido colocarme un collar que me regaló Adler el año pasado.
Me debato un poco en qué hacer con mi cabello y al final lo termino dejando suelto.
¿A dónde vas? ¿A una cita deportiva?
¡A hacer tarea!
Guardo mi portátil en mi mochila y salgo de mi habitación, yendo a la sala con pereza.
Arvel y Agatha no me dirigen ni siquiera la mirada, están concentradísimos en la serie.
Suelto un suspiro y salgo de casa.
¡Vamos, tú puedes!
Doy unos cuantos pasos y hasta posicionarme delante de la casa de mi queridísimo vecino.
Nótese el sarcasmo, por favor.
Me tomo unos segundos antes de tocar el timbre de la casa.
No pasan ni cinco segundos, cuando la puerta ya se encuentra abierta.
ESTÁS LEYENDO
Los Hijos del Asesino
Roman pour Adolescents𝐋𝐇𝐃𝐀┃¿Cómo te sentirías si desde siempre, desde que tienes uso de razón, fueses acosado por tus vecinos y compañeros de clase? Es una pesadilla que seguramente muchos viven a diario. Una pesadilla que desde pequeños viven los chicos Green. Si no...