Arllette Green
Entro al salón de clases con los nervios a flor de piel. Preferí llegar un poco más tarde de lo normal para no tener que encontrarme en el aula sola con, ejem, cierto individuo que no pretendo mencionar.
Escaneo rápidamente el lugar y me alivia ver que aún no ha llegado el chico de piel bronceada.
Un par de compañeros me saludan con cautela y yo me dirijo de manera habitual a mi asiento, dejo mis cosas en el suelo y tomo lugar.
Admito que me he sentido mal. Muy mal. Y tomarme una botella de whisky yo solita no mejora mucho la situación en mi favor.
Esa pequeña pelea, discusión o desacuerdo, sea lo que sea, me dejó muy incómoda conmigo misma. Apenas y pude pegar el ojo.
No debí haberme comportado como lo hice, no debí haber dicho las cosas que dije, pero por encima de todo eso, no debí haber aceptado salir con él.
¿Qué fue lo que se me pasó por la cabeza cuando acepté su invitación? Debí suponer que todo acabaría mal. Siempre encuentro algún defecto en todo, siempre, incluso en mí misma, y odio que eso me suceda.
En sonar de la campana hace que mi burbuja de pensamientos desaparezca.
Me tenso de inmediato al pensar que en cualquier momento el chico cruzará la puerta, aunque, con suerte, se sentará lejos de mí.
Y, efectivamente, en cuestión de segundos, el castaño atraviesa la puerta. Y, para mi desgracia, me tenso aún más cuando veo que se acerca a su asiento habitual, junto a mí.
Me coloco derecha en mi lugar y opto por clavar la mirada en la pizarra que tengo al frente, ni siquiera me giro cuando escucho como el castaño rueda su silla para sentarse o cuando el profesor de historia comienza a dar su clase.
El profesor nos indica unos pasos para hacer un ensayo sobre el tema que dio la clase anterior y todos comienzan a sacar su material de trabajo.
Comienzo a rebuscar rápidamente en mi mochila, en busca de mi cartuchera y... ¡Me he dejado la cartuchera! Era de esperarse, solo eso me faltaba para completar el día asqueroso que estoy teniendo.
—Voy a ahorcar a Aubrey —Susurro y le doy una última ojeada al interior de mi mochila, antes de suspirar con frustración.
Me levanto con resignación, agarrando mis cosas y veo con impotencia a todos mis compañeros que ya han empezado a hacer el maldito ensayo. Sí, incluido en el paquete está el innombrable.
Me coloco junto al profesor y me inclino un poco en su dirección.
—Me permite un segundo —Más que preguntárselo, se lo informo y trato de sonar lo menos pedante posible.
Sin esperar respuesta, salgo del aula y camino a pasos agigantados al lavado de chicas.
Saco mi celular de mi bolsillo y llamo a Arvel.
Después de esperar pacientemente, escucho como atiende a mi llamada.
—Hoy llueve —La voz ronca de mi hermano me deja claro que está recién despertándose—. ¿Qué me va a pedir mi querida hermana menor?
En otra ocasión hubiese bromeado un poco y le hubiese hablado con sarcasmo, pero no me siento con humor para hacer eso justo ahora.
—¿Podrías traerme mi cartuchera? Me conformo con que me traigas una lapicera, un lápiz y una goma de borrar —Digo todo de manera apresurada.
—Lo haría con gusto, pero... —Hace una pausa y suelta un suspiro—. No estoy en mi casa. Si el nivel de urgencia es alto no creo llegar a tiempo.
—¿Y se puede saber dónde estás metido, Arvel Green D'amico? —Pregunto en un tono acusatorio.
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Los Hijos del Asesino
Teen Fiction𝐋𝐇𝐃𝐀┃¿Cómo te sentirías si desde siempre, desde que tienes uso de razón, fueses acosado por tus vecinos y compañeros de clase? Es una pesadilla que seguramente muchos viven a diario. Una pesadilla que desde pequeños viven los chicos Green. Si no...