Capitulo 11

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Un movimiento brusco hizo que metiera un pequeño saltito, solo que en lugar de sentir el suave colchón de mi cama, sentí una mano rodear bajo mis muslos y bajo mi cuello mientas avanzábamos

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Un movimiento brusco hizo que metiera un pequeño saltito, solo que en lugar de sentir el suave colchón de mi cama, sentí una mano rodear bajo mis muslos y bajo mi cuello mientas avanzábamos

—¿Qué estás haciendo?

Aaron me regaló una sonrisa y me indicó que no hiciéramos ruido mientras subíamos las escaleras de mi habitación

—No hay nadie, mi madre y Jaime duermen fuera y sabrina probablemente esté con su ligue en algún sitio

—Que susto, he tenido que hacer malabares para que no te cayeras mientras abría la puerta

—¿Me quedé dormida?

—En efecto, y como un hombre de palabra que soy te he traído a tu casa sana y salva sin haberte tocado ni un solo pelo

—Todo un caballero - con cuidado abrió la puerta de mi habitación, y cuando casi pierde el equilibrio me agarro de su cuello

Me recuesta con cuidado en la cama y comienza a quitarme los zapatos de tacón

—Bueno, si eso mañana hablamos un rato o lo que sea - dijo mientras comenzaba a cubrirme con varias mantas y dejaba un beso sobre mi frente

Mi abuelo decía que los besos en la frente tenían muchos más sentimientos encerrados que aquellos que se daban en los labios

Y antes de que Aaron se diera la vuelta para irse tomé su mano, con cierta sorpresa se giró hacia mí

—Quédate a dormir esta noche, por favor,no me dejes sola - quizás la súplica en mi voz fue la razón por la que no lo dudó un segundo antes de asentir

Se quitó los zapatos y comenzó a colocar algunas mantas sobre el sofá

—¿Qué haces?

—Me pediste que me quedara esta noche, y es lo que voy a hacer, tu duermes en la cama y yo en este sofá-recostó en el cubriendo con su antebrazo sus ojos y reposando la cabeza en uno de los cojines

Nos quedamos en silencio unos minutos, en los que llegué a pensar que se había dormido, hasta que comenzó a moverse, volteándose nuevamente en mi dirección

—Venga ya, que el sofá parece incómodo. Quiero creer que si te has portado como un caballero trayéndome hasta mi habitación sin tocarme ni un solo pelo, podemos dormir en la misma cama

Vi la duda reflejada en sus ojos antes de levantarse y caminar en mi dirección, le hago un espacio a mi lado y al acostarse se queda completamente rígido

—No eres una estatua Aaron, puedes ponerte cómodo

Casi sentí como su peso se hundió completo sobre el colchón, una de sus manos se perdió bajo la almohada mientras que con la otra de forma distraída comenzó a acariciar mi cabello, deteniéndose al percatarse de la acción y retirando la mano

Los sueños de Sahara BakkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora